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A esto instó José Schulman, dirigente de la Liga Argentina por los Derechos Humanos, quien hizo un balance del camino recorrido por la Ladh en la defensa del Estado de Derecho que el Gobierno Cambiemos atropella desde su asunción.

Desde diciembre de 2015, el ejecutivo presidido por Mauricio Macri inició un retroceso en políticas de Derechos Humanos- un fenómeno regional con la nueva avanzada derechista- que se vio en un tire y afloje con un factor fundamental que hizo recular al gobierno argentino en más de una oportunidad: la movilización popular.

Tan sólo en los primeros ocho meses de gestión, el macrismo dio claras señales de su intención de cuestionar los logros en términos de Memoria, Verdad y Justicia con un discurso que le quitaba responsabilidad a la última dictadura cívico-militar del terrorismo de estado. Y para verificar esta tendencia, la presencia de Barack Obama el 24 de marzo de 2016 y la reunión con un primer ministro israelí empezaría a marcar el rumbo de Cambiemos en esta faceta.

“En Argentina no hubo 30 mil desaparecidos”, decía Darío Lopérfido, Ministro de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires. “No tengo idea, no sé si fueron 30 mil o 9 mil”, dudaba Macri en una entrevista. Así,  y no solo por sus dichos, el gobierno inició una avanzada hacia los derechos de los sectores más vulnerables, con las fuerzas represivas como principal elemento para perpetrar una política en defensa de los poderosos como Joe Lewis y Luciano Benetton, tal como ocurrió en las protestas mapuches en la Patagonia que terminaron con la vida de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel. Un escenario donde el gatillo fácil se llevó la vida de miles de jóvenes pobres, un  total de 1206 según un informe de Correpi.

 

El papel de la Liga por los Derechos Humanos

 

En un contexto donde la Ministra de Seguridad Patricia Bullrich señala que el rol del gobierno es defender a la “víctima y no al victimario” y vuelve a poner en la mira a los más chicos al querer bajar la imputabilidad, José Schulman destaca el aporte de la Ladh y no duda en que hay que redoblar esfuerzos para los desafíos venideros ante esta oleada fascista en la región.

 

Según el Ministro de Justicia, un niño comprende su situación cuando hace un delito

 

Que Garavano sea Ministro de Justicia y Derechos Humanos es un chiste. Es un cuadro típico del macrismo, es un tecnócrata que tiene un proyecto completo de reformulación del sistema judicial en base a los proyectos del Banco Mundial.

La propuesta de la baja de la edad es reciclada y acá la venimos resistiendo hace rato. Hay que recordar que en 2011 se presentó algo similar y pudimos derrotarlo. La discusión es cuál es el rol del Estado con los niños y las niñas, ahí es donde tenemos que pararnos en este debate.

La idea de la baja no es inocente ya que en esta etapa del capitalismo no hay lugar para los niños ni para los jóvenes, se le ofrece un camino muy oscuro. La propuesta es castigar la infancia y darle la respuesta a un espacio de la sociedad que ve a esos niños como una amenaza, cuando la cantidad de delitos de los más chicos es insignificante. Como dice Bullrich, ellos quieren invertir el paradigma para defender “a la víctima no al victimario”.

Como decía Toto Zimmerman, si la televisión en lugar de pasar veinte minutos una escena de robo, pasara la foto de los bebés que mueren por hambre y desnutrición, quizás el tema en Argentina sería la infancia, no la inseguridad.

 

Macri ahora habla de setenta años de populismo…

 

El macrismo es parte de un fenómeno regional y mundial que acá en Argentina no logró arrasar con los juicios ni los espacios de memoria por la correlación de fuerzas. Ellos marcan una tendencia que debemos frenar con lucha y organización.

 

Y en ese sentido, ¿Cuál es el rol de los militantes?

Debemos pensar rigurosamente la realidad, no tenemos que enfocarnos siempre en nuestros puntos fuertes, hay que pensar nuestros puntos débiles para intervenir y modificar la realidad. Uno tiene que preguntarse todos los días si su condición de militante realmente le sirve al pueblo. El legado de la Patria Grande que peleó San Martín en el Cruce de Los Andes reapareció en los setenta y también durante el kirchnerismo, donde Néstor y Cristina se apropiaron de este concepto de unidad latinoamericana. Sin embargo, esta idea se encuentra diluída, hay que entender que no hay forma de derrotar al imperialismo si no es con la concepción de Patria Grande, de combate unificado.

Nosotros estuvimos en la Embajada de Venezuela durante la asunción de Nicolás Maduro con el dolor de ser el único organismo de Derechos Humanos. También nos tocó estar solos yendo a ver presos políticos en Colombia, Paraguay y defendiendo a los mapuches en Chile. Es un panorama muy complicado donde necesitamos un movimiento popular que asuma el nacionalismo americano de San Martín, cuanto más chico es el espacio del que pensas, más difícil es tener una política emancipadora. No existe la “dominación jujeña”, lo que existe es el imperialismo con su reorganización colonial, por eso nosotros debemos contestar con una contraofensiva que se piense regional.

 

En agosto se hace el foro por la Libertad de los Presos Políticos…

 

Este encuentro tiene que contribuir a que las causas a Julio De Vido, Jesús Santrich, los cientos de compañeros en México y demás militantes son iguales. Es una primera necesidad que tenemos para romper con la idea que hay que discutir cada preso de forma particular, esa no es la discusión. Hay que comprender que detrás de esto hay un proceso que emerge ahora con Jair Bolsonaro que es un capitalismo que se desentiende de toda regulación.

 

¿Qué importancia tiene en este contexto?

 

Es una iniciativa fundamental que la vamos a hacer con la ilusión de impactar en los debates electorales. Nosotros solemos decir que estamos dispuestos a enfrentar a Macri en todos los frentes incluído el electoral. Es cierto que hay una operación bastante parecida al Plan Cóndor, pero esta es de pleno carácter judicial. El imperialismo se vio sorprendido por los triunfos electorales de fuerzas populares de principio de siglo, pero no pensaban que la izquierda podía aprovechar lo electoral para tener elementos de confrontación. El primero en sorprender fue Chávez que termina encabezando un proceso antiimperialista que fue impactando en el resto de los gobiernos. Entonces el imperialismo a nivel global fortalece muchísimo su posición en el Poder Judicial y militar ya que estos no se eligen como el Legislativo y el Ejecutivo. Ahí avanzaron con la “lucha contra el terrorismo”, discurso que increíblemente ha penetrado en experiencias progresistas ya que Dilma aprobó la Ley Antiterrorista tres meses antes del golpe y acá la misma se promulgó en 2007.

 

Me decías que hay un rumbo muy similar al comienzo del capitalismo…

 

Este nuevo capitalismo se desentiende a la declaración de los derechos humanos post segunda guerra mundial. También está denunciando al mundo que construyó Estados Unidos ante la crisis de 1930 que busca una manera de generar incentivo a la economía desde la demanda y pasa a respetar algunos derechos laborales. Así, vuelve al capitalismo en su forma original, que es el nombre que se le pone a un grupo de ladrones que matan y después se llaman capitalistas. Lo que hacen es venir a América, asesinar millones de indios, robarse todo y arrasar a los pueblos matando. Ahora buscan volver a un dominio ilimitado. Cuando Trump no quiere Unesco, no quiere a la ONU y se ríe de las leyes busca eso. No es algo que logren fácilmente, pero ese es el rumbo, que se condensa con presos políticos. Por eso hay poca lucha contra los presos, porque a lo máximo se entiende al imperialismo solo desde una visión economicista. Hay que entender que no puede existir Moro por un lado y Monsanto por otro, ellos van juntos.

 

El viernes pasado Bullrich se reunió con el juez Moro…

 

Moro ha sido formado por los norteamericanos durante años, el viene de Curitiba, una ciudad periférica de Brasil, y desde ahí fueron lanzando una ofensiva con la construcción de un  discurso tremendamente eficaz que en la Argentina se materializa con la idea de la inseguridad. Se plantea que la misma viene de los chicos chorros y esto se puede encontrar en la causa “Pibes Villeros” por la que quieren condenar a Milagro Sala a 22 años de prisión. Es una causa que apunta a la Tupac de la mala utilización de los fondos, esto coloca a la organización como un grupo ilícito destinado a robar, cuando la misma nació en 1999 en un contexto muy difícil y realizó un trabajo muy importante para los jujeños. De esta manera, quieren decirnos que lo único que le interesaba a la Tupac era robar…

 

En este esquema global, ¿Cómo ves el rol de la Ladh?

 

Desde diciembre de 2015, le propusimos a todos los movimientos de derechos humanos que nos unamos en defensa de lo que teníamos y enfrentemos lo que se venía. Hemos sido exigentes y cumplimos lo que pactamos, cultivamos el valor cultural nacional, popular, democrático y antiimperialista de la Memoria, Verdad y Justicia. Está claro que lo que la sociedad argentina repudia, porque entendió, es la tortura, el robo de niños, la persecución. No hay forma que logren romper con eso. Siempre trabajamos en la idea de la unidad y en junio de 2018 empezamos a plantear la idea de defender el Estado de Derecho que tuvo un largo debate y lo pudimos cerrar en la casa de la Ladh junto a Estela de Carlotto. Eso provocó que salgamos con esa consigna a interpelar. También estuvimos con la cúpula de la iglesia y con otros sectores con la idea de buscar puntos de acuerdos en la diversidad. Así, avanzamos en una unidad amplia en defensa del Estado de Derecho, de la Memoria, la Verdad y la Justicia.

Así hemos frenado el 2x1, el cambio de feriado del 24 de marzo, la entrada de Barack Obama a la ESMA y yo diría, aunque parezca muy duro, la que permite que no maten tanto. Si fuera por Bullrich y la gendarmería habría más muertos. Todavía la Argentina no es un territorio de caza.

Por eso hay que valorar lo de López Obrador en México, que con su partido le propone al pueblo y también a un sector de poder, que salgan de una lógica criminal de la reproducción del capital. No es obligatorio que para garantizar la ganancia de un grupo económico se maten a cincuenta mil por año, hay otros modos.

 

¿Cuáles son los desafíos venideros?

 

Nos proponemos discutir con la militancia, no podemos seguir callados ante los crímenes que ocurren en otros países. Como decía Guevara, cada victoria y cada derrota es nuestra. Construir alternativa es construir valores, alternativo quiere decir inverso al mundo que estamos viviendo.

La iniciativa más importante que tenemos para 2019 también apunta al movimiento popular argentino, que es muy particular, en la marcha de antorchas se habrán movilizado cien mil personas como mínimo, cifras que no se conocen en otro lugar de América.

En la Argentina hay una minoría militante, muy activa, pero que no está demostrando capacidad de disputar la enorme vereda del centro. Lo que el movimiento popular tiene que pensar son iniciativas que le permita contactar con el resto de la sociedad. Hoy tenemos la necesidad de parar al fascismo en Argentina, pero no hay que entender a la necesidad como virtud. Tenemos que hacer acuerdos hasta con Ojea, eso no lo convierte en un abanderado. Lo serio es buscar acuerdos con quien se pueda con un límite muy claro que es el macrismo, no es muy difícil entender que el macrismo expresa al imperialismo.

No está bueno hacer la lista de los que están, para dar un  ejemplo, es tonto pensar en si hace dos años Moyano no estaba y ahora está, como también es tonto pensar que Moyano sea nuestro salvador. Los rusos decían que hay que sentarse hasta con el diablo, pero sabiendo que es el diablo.