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Jue, Abr
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Política
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En el ocaso de su gobierno, Macri cumple con sus principales socios políticos y económicos, como los bancos, y sigue afectando los intereses de los jubilados.

Decidida la elección y de cara a la transición, el gobierno nacional apura medidas que apuntan a cubrir los desfalcos producidos en estos años. Como no podía ser de otra manera, lo hace perjudicando las finanzas del Estado y, particularmente, los fondos de las jubilaciones.

En efecto, para hacer frente a diversos vencimientos de títulos en noviembre y diciembre, como así también para cubrir parte del déficit, el gobierno tomó deuda por 132 mil millones de pesos y 175 millones de dólares por medio de préstamos otorgados por el Banco Nación y la Anses mediante el Fondo de Garantía de Sustentabilidad.

En otras palabras, a poco menos de un mes y medio de entregar el gobierno, el ejecutivo compromete la situación financiera del Banco Nación y sigue recurriendo a “la plata de los jubilados” para pagar intereses de la deuda contraída.

El préstamo otorgado por el Nación se encuadra en una difícil situación financiera para la entidad.

Producto de las políticas financieras del directorio del Banco, en consonancia con las políticas del Banco Central y el gobierno, el Nación carece de liquidez para otorgar préstamos de esta envergadura.

De hecho, el pedido inicial del Tesoro Nacional ascendía a los cincuenta mil millones, pero se otorgó poco más de la mitad debido a que por ley el Banco no puede comprometer su situación.

 

¿Quién pierde?

 

Queda claro que el gobierno de Macri exprimió hasta el último centavo para hacer frente a los cumplimientos con los tenedores privados de deuda, muchos de ellos fondos de inversión y bancos privados, los grandes ganadores del modelo económico del macrismo.

En la vereda de enfrente, la situación de los jubilados es bien distinta. A contrapelo de lo que debería ser, los jubilados son —junto a los trabajadores no registrados– los grandes perdedores de la política económica de Cambiemos.

Esta es una de las contradicciones que el nuevo gobierno deberá superar rápidamente. El ahora presidente electo lo remarcó repetidamente durante la campaña que “entre los bancos y los jubilados, me quedo con los jubilados”.

Será hora, entonces, a partir del 10 de diciembre de emprender esta tarea que, como muchas otras, implicará afectar intereses poderosos y concentrados que fueron favorecidos durante años.

Entonces, para que los jubilados puedan recuperar algo de lo perdido, habrá que instrumentar medidas de fondo, como la nacionalización del comercio internacional y una reforma tributaria que cargue las tintas sobre las principales riquezas del país y los especuladores.

La situación es delicada. Si se toman los datos del Indec, del 35,4 por ciento de la población que estaba por debajo de la línea de la pobreza en el primer semestre de este año, el 10,4 eran personas mayores de 65 años.

Por su parte, según un reciente informe de la Defensoría de la Tercera Edad, en promedio, un jubilado necesita para cubrir sus necesidades mínimas 37.815 pesos, es decir, tres jubilaciones mínimas para no ser pobre.

Como es evidente, el ajuste y la timba financiera la pagan los que menos tienen.

Mientras, los bancos son junto a los agroexportadores y las empresas de servicios públicos, los grandes ganadores de estos cuatro años de Gobierno Cambiemos.

Solo a modo ilustrativo, algunos datos. En 2018, en plena recesión, los bancos privados aumentaron su rentabilidad un 121 por ciento en términos reales. En tanto, en lo que va del 2019, ya ganaron más de 430 mil millones de pesos, solo por medio de los rendimientos de las Leliq, ese gran instrumento diseñado exclusivamente para los bancos por parte del gobierno nacional.

En los poco más de cuarenta días que quedan de transición, el gobierno que encabeza Macri intentará asegurar las ganancias de sus principales aliados económicos. En contrapartida, el que viene deberá incorporar como tema prioritario de su agenda la reconstrucción económica y con ella la recuperación de las jubilaciones.