Política
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En su último año de gestión, la inflación de Macri superará el 55 por ciento. En noviembre fue de 4,3 por ciento, agudizando la crisis económico-social del país. Urgen medidas para aliviar a los trabajadores

Pocas horas después de la asunción del gobierno de Frente de Todos que encabeza Alberto Fernández, se conoció la inflación correspondiente al mes de noviembre: 4,3 por ciento, que da cuenta de un aceleramiento del proceso inflacionario respecto a octubre que fue del 3,3 por ciento.

Así las cosas, en lo que va del año la inflación ya superó el 48 por ciento y el acumulado de los últimos doce meses alcanzó el 52,1. En resumidas cuentas, la inflación total del año terminará por arriba de los 55 puntos.

Los aumentos más fuertes se produjeron en segmentos como comunicación -servicios de telefonía e Internet-, salud -prepagas y medicamentos-, bebidas alcohólicas, alimentos y bebidas, transporte, educación y cultura. Como queda claro, los aumentos afectan a los sectores populares que cada vez encuentran mayores dificultades para vivir con dignidad. Y todavía falta diciembre, cuando por distintos factores se suele producir uno de los picos inflacionarios del año.

El desafío que tiene por delante el gobierno del Frente de Todos es enorme y urgen medidas destinadas a resolver en lo inmediato la carestía de la vida, como la anunciada Tarjeta Alimentaria que alcanzaría a más de dos millones de familias en todo el país que según el Ministerio de Desarrollo se encuentran en las situaciones más difíciles.

Además, la Argentina que dejó Macri está en ruinas: 283 por ciento de inflación en el período 2016-2019, una devaluación del 550 por ciento, una pérdida del poder adquisitivo del salario que según el sector oscila entre los 20 y 30 puntos y la consecuente destrucción del mercado interno y, por ende, de la industria nacional y las economías regionales. Por ejemplo, según el Observatorio del Derecho Social de la CTA Autónoma, entre los sectores más perjudicados se encuentran los trabajadores de prensa, estatales nacionales, metalúrgicos y judiciales bonaerenses.

Por eso, los desafíos inmediatos en materia económico-social son enormes. En contra de las recetas ortodoxas, el nuevo gobierno deberá desoír los consejos de aquellos que sostienen que reactivar la economía vía consumo podría derivar en un aceleramiento del proceso inflacionario. En el contexto de la puja distributiva, que el macrismo se encargó de volcar decididamente para el lado de los sectores concentrados de la economía, es hora de que los trabajadores recuperen su capacidad de consumo y todos aquellos derechos que fueron vulnerados en los últimos años. Para ello, como venimos insistiendo desde las páginas de Nuestra Propuesta, es menester afectar ciertos intereses como los del sector financiero, las empresas prestadoras de servicios públicos y agroexportadores.

Nada de esto podrá llevarse a cabo sin organización popular en los barrios, los lugares de trabajo, las escuelas y universidades. La agenda económica no solo debe priorizar a los sectores más vulnerables, sino que debe ser discutida e impulsada por estos.