Sidebar

[Offcanvas] Navegación superior

18
Jue, Abr
82 New Articles

Política
Typography
  • Smaller Small Medium Big Bigger
  • Default Helvetica Segoe Georgia Times

Ante la proliferación de casos de Hantavirus, el médico integrante del partido Comunista, Néstor Lucatelli, realizó un exhaustivo análisis de la situación.

El concepto de enfermedades infecciosas emergentes ha sido acuñado en 1992 por el Instituto de Medicina de los EE.UU., para referirse a las enfermedades infecciosas descubiertas en estos últimos años y a aquellas conocidas, que se consideraban controladas, en franco descenso o casi desaparecidas y que han vuelto a emerger.[i]

Los hantavirus pertenecen a la familia Bunyaviridae, de amplia distribución mundial, que presenta una estrecha relación entre la aparición de los casos humanos y las modificaciones en esos ecosistemas.

En la Argentina se han reconocido tres zonas geográficas con notificación autóctona de casos de Hantavirus: Región Norte: Salta, Jujuy, Formosa y Misiones; Región Centro: Buenos Aires, Capital Federal, Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos. Región sur: con tres provincias: Chubut, Río Negro y Neuquén.

La región de mayor denuncia es la Norte (Salta), con un patrón epidemiológico rural. Por otra parte, la provincia de Buenos Aires muestra un incremento de casos en los últimos diez años con transmisión periurbana. Una de las áreas de mayor preocupación es el corredor Buenos Aires- La Plata, donde se conjuga un modelo de transmisión peri urbano con una alta concentración de población y una letalidad que supera a la de la Región Norte.

 

Formas de Transmisión.

 

Las partículas virales eliminadas en los materiales biológicos de los roedores pueden inactivarse por distintos mecanismos físico químicos. Por otro lado, la carga viral efectiva se diluye cuando está expuesta a corrientes aéreas.

El mecanismo de transmisión implica la formación de productos volátiles liberados de las fecas y de la orina de los roedores infectados a medida que se secan y posterior inhalación. Otra vía de infección probable es la contaminación directa a través de heridas o escoriaciones de la piel, o de mucosas y conjuntivas. Todos o algunos de estos mecanismos podrían estar involucrados en la transmisión interhumana.

 

Prevención y tratamiento

No se dispone de vacuna. La prevención se basa en evitar el contacto con excretas de roedores. Ambientes cerrados donde se sospeche la circulación de los mismos deben ser aireados y los pisos y otros lugares lavados con soluciones de agua con hipoclorito de sodio (1%). El uso de barbijo, lentes y ropa que proteja la piel deben utilizarse para entrar en estos lugares. La eliminación adecuada de residuos, la protección de alimentos y el evitar que los roedores convivan en el peri domicilio son medidas muy importantes en la prevención de las enfermedades donde se involucran como reservorios, pero las personas deben abstenerse de encarar otros tipos de actividades, que competen a personal experto (captura, desratización de madrigueras, etc.)

El aumento de los patrones de precipitaciones derivado del fenómeno de El Niño, desencadenaría la llamada hipótesis de la cascada trófica en la cual los eventos meteorológicos afectarían la vegetación y poblaciones de invertebrados que aumentaría las poblaciones de roedores (Parmenter y col. 1999) y además tendría un efecto importante en los depredadores (Jaksic, 2001).

La mayor infectividad se observa en ambientes cerrados (cabañas de veraneo, graneros, bodegas) oscuros.

La emergencia de enfermedades humanas y animales debe ser analizada en el amplio contexto con factores ambientales, ecológicos y tecnológicos y hasta sociológicos, cuyos efectos son primariamente alteraciones demográficas en huéspedes infectados y susceptibles.

El mundo hoy está enfrentando cambios ambientales que no tienen precedentes y que dificultan un desarrollo humano y económico equilibrado, afectando también la salud humana. En un mundo cada vez más interconectado, los cambios ambientales en un continente pueden crear condiciones económicas y ambientales en un espectro más amplio como cambio climático, inseguridad alimentaria y amenazas pandémicas.

Riesgos ambientales, como el acceso inadecuado al agua y vivienda digna, hacinamiento, mala calidad de aire y agua, vectores de enfermedades, suelos empobrecidos y climas extremos contribuyen a un cuarto de todas las enfermedades en el mundo entero.

La ineficiente gestión de los ecosistemas agrícolas sigue incrementando esta carga al crear contaminación química y microbiana, agotamiento de los suelos, y causar exposición a enfermedades infecciosas. Asimismo, los cambios ambientales están contribuyendo al surgimiento de nuevas enfermedades infecciosas, la mayoría de las cuáles son de origen animal y la reemergencia de enfermedades conocidas. Mientras tanto, muchos países en desarrollo continúan luchando para superar infecciones ya conocidas pero olvidadas, muchas de la cuales se deben o han sido magnificadas por ambientes degradados. [ii]

La pobreza atrapa a las personas en ambientes degradados y medios de vida precarios que son nocivos para la salud. Los más pobres tienen menos capacidad de adaptación al cambio ambiental o para protegerse de los riesgos ambientales. Quizás no tengan otra opción que recurrir al uso de los ecosistemas en forma tal que su salud sea puesta en riesgo. Debido a las condiciones ambientales precarias, los pobres soportan un injusto peso de enfermedades que dificultan su aprendizaje y desarrollo, lo cual perpetua la pobreza de una generación a otra.

Las Enfermedades infecciosas Emergentes (EIE), ya no son simplemente una cuestión para los expertos en salud humana y sanidad animal. Pueden estar indicando también un más amplio problema socioeconómico y ecológico, como la deforestación, hacinamiento excesivo de animales o personas, o una injusta distribución de los recursos. Es necesario abordar los vínculos existentes entre la transmisión de enfermedades entre especies y los cambios en el uso de la tierra, inseguridad alimentaria, pobreza y desarrollo agrícola.

Entre los muchos factores que pueden estar englobados pueden citarse: la contaminación del suelo, el aire y el agua con el subsecuente desequilibrio que el hombre está provocando sobre la biosfera y la migración de la fauna hacia nuevos biotipos por la tala indiscriminada de bosques, ocasión en que el hombre puede ser un eslabón intermedio de agentes patógenos que afectan a los animales y pueden ser nuevos para el.

Las aves rapaces son fundamentales para mantener el equilibrio en los ecosistemas donde habitan (lechuzas, caburés, búhos, caranchos y chimangos entre otras), que ayudan a controlar las poblaciones de roedores. Tanto las aves rapaces diurnas como nocturnas son controladores biológicos. En el caso del hantavirus, estas aves son de ayuda para controlar a los colilargo que son los principales vectores del virus, aunque no los únicos, pese a la importancia de estos animales y aves, las poblaciones que funcionan como controladores de estos y otros roedores están siendo diezmadas, en el caso de la provincia de Buenos Aires o Córdoba, por los agroquímicos utilizados en los monocultivos, como la soja entre otros.

El maíz, la soja y el girasol presentaron los mayores índices de agresividad, casi duplicando los índices del trigo, cebada, y colza. El primer grupo comprende los cultivos de verano, el segundo a los cultivos de invierno. En todos los planteos técnicos, el herbicida fue el principal agroquímico utilizado (entre el 70-97%) seguido de insecticidas.

La soja fue el cultivo en el cual los insecticidas tuvieron la mayor incidencia en el índice de agresividad (cercano al 40%) mientras que en el trigo y la cebada fue del 25%. Dentro de los herbicidas el Glifosato fue el agroquímico más empleado. Tanto el barbecho químico de los cultivos bajo siembra directa como el mantenimiento de los cultivos transgénicos RR (resistentes al glifosato) se realizan con este herbicida total.

Es importante destacar que no es el cultivo en sí, la especie elegida: maíz, sorgo, soja o trigo, entre otros, el que se asocia a la liberación de agroquímicos, sino el modelo productivo elegido. No es la soja, sino el modelo elegido para hacer soja, el estilo de la agricultura, el que determina la liberación de agroquímicos y su peligrosidad potencial. Esto implica que, ante la percepción de cierta peligrosidad potencial de algún cultivo en alguna región, se puede optar por cambiar el cultivo o el modelo con que el mismo se produce.

A pesar de esta problemática importante, el gobierno nacional transforma los Ministerios de Salud y Medio ambiente en secretarías, desmantelando equipos especializados en esta problemática, como enfermedades emergentes y reemergentes en vigilancia epidemiológica, con todo el tiempo que se requiere para formar estos equipos multidisciplinarios, y lo mismo el gobierno provincial, habiendo borrado la prevención en materia de salud ambiental y vigilancia epidemiológica.