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Mar, Abr
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La prosperidad perdida de la pampa gringa - Urbes de medianas dimensiones que suelen no estar aquejadas por la pobreza, hoy sufren cierre de empresas y el futuro sobre ellas pinta muy oscuro.

Las cifras recientemente publicadas que confirman el crecimiento de la desocupación y la pobreza, sin dejar de ser alarmantes no están exentas de matices y son dudosas. En primera instancia porque refieren que la Argentina del tarifazo, la especulación financiera, el ajuste y la inflación tiene menos pobres que hace tres años, lo cual es difícil de creer. También porque no dan cuenta de la pobreza creciente de algunas de nuestras ciudades consideradas “prósperas”.

Tal es el caso de las medianas ciudades de la Pampa Húmeda, hoy llamada eufemísticamente “pampa sojera”, las que habían sido durante décadas el paradigma del buen vivir en la Argentina y hoy acusan recibo de la baja en el consumo, con comercios que cierran y parques industriales de escasa diversificación que despiden, de a poco pero consistente e ininterrumpidamente, a sus trabajadores.

El resultado es que la población de estas localidades, unidas por cómodas vías de transporte a los mayores núcleos urbanos del país y pese a poder ser de los más habitables espacios sociales, empiezan a “exportar” a sus habitantes hacia los dichos núcleos, en donde crece la pobreza, la marginalidad y la violencia. Esto se comprueba con los mismos datos recientes, que afirman que el Gran Buenos Aires ya es más pobre que el promedio del noroeste argentino, históricamente relegado.

“En estas ciudades de la pampa sojera, comienza a sentirse nuevamente el embate de las políticas de ajuste”, fue la caracterización de Julieta Pratti, secretaria de la FJC de Junín ciudad bonaerense de 92 mil habitantes con economía mixta agraria, comercial e industrial, muy castigada ahora por el cierre de comercios y fábricas.

Este es el caso de la fábrica de pastas Don Antonio, histórica en el norte de la provincia de Buenos Aires (tenía 104 años produciendo) que cerró sin previo aviso por parte de su patronal dejando en la calle a treinta empleados. El propietario, afín a Cambiemos tanto como el intendente local, excusó sus actos con la pesada herencia. Según palabras irónicas de Pratti, “después de tres años de políticas de Cambiemos, de ajuste, la culpa es del gobierno anterior…”.

La militante comunista, tras destacar que en la ciudad este cierre “es un tema con poca difusión mediática”, recordó que “hace unos meses en el Concejo Deliberante la oposición planteó la necesidad de una emergencia comercial” porque, dijo, “recorrés el centro y ves un montón de locales que se alquilan” y “con los tarifazos van reduciendo personal y gastos”.

“Siempre se veía como que las políticas de ajuste acá no iban a llegar nunca”, apuntó para enfatizar que en estos días “el sector comercial de Junín se ve muy debilitado”. “En estas ciudades de la pampa sojera, comienza a sentirse nuevamente el embate de las políticas de ajuste”, agregó.

 

La comparsa triste está llegando

 

Una ciudad de economía y tamaño similares, Gualeguaychú, en Entre Ríos, con la misma población que Junín, enfrenta los mismos problemas que la ciudad bonaerense. Aquejada por los despidos, su sector comercial también se resiente de la baja del consumo. Escenario del “carnaval del país”, este año el sambódromo de la rica ciudad no estará tan alegre.

Dotada de un pequeño parque industrial que había crecido durante la última década y media tras superar el hiato de 2001 y 2002 (años de crisis terminal que se ensañaron especialmente con las ciudades del oriente entrerriano), sus empresas están recortando mediante bajas en la carga horaria de sus operarios y solapados despidos.

Los más afectados son los trabajadores de la planta aceitera Crushing, los de la filial de Unilever y los del neumático y la actividad textil. Ya se emitieron advertencias de la situación desde la CGT local. En tanto, trabajadores y ciudadanos de a pie conformaron una multisectorial que ya protagonizó movilizaciones masivas para sacar a la luz lo que ocurre.

Por su parte, Alfredo Migueles, secretario ejecutivo del Sutna (sindicato del neumático) de Gualeguaychú, adjunto de la CTA entrerriana y militante de la Conat, señaló: “la crisis de la política económica del gobierno nacional ya está empezando a pegar duro y hacerse sentir”. “En muchas empresas ya despidieron a personal contratado, otras han recortado horas y otras directamente ya han dado retiros voluntarios para deshacerse de la gente”, agregó.

Consideró que “ahora en forma más acelerada” se marcha a un proceso similar al de 2001 en Gualeguaychú porque, a su juicio, “el gobierno nacional hace hasta lo imposible para quebrar la industria”. En ese sentido afirmó que “ellos están sólo para un país agroexportador y la industria les interesa un rabo” porque “hacen todo lo posible por destruirla”.

Observó: “Gualeguaychú es una ciudad muy conservadora, con su gente muy metida en su vida y sin acompañar las manifestaciones, pero está surgiendo la multisectorial, que se está haciendo sentir en todos los barrios y ya armó la primera olla popular”.

“La caída del consumo acá se está notando muchísimo y hay muchos negocios cerrados”, señaló y recalcó: “la gente prácticamente ya no entra en los negocios”. “La caída económica ya se está sintiendo; de ahí a que haya gente que lo quiera negar es problema de esos, pero ya no se puede ocultar”, expresó finalmente.