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Sáb, Abr
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Sindical
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Con muy poco el ministro Sica conformó a la cúpula de la central. El paro, otra vez en veremos...de plan de lucha ni hablar. La burocracia es un modelo inherente al capitalismo, pero hay otro y es de liberación.

Tal como lo adelantó NP diario de noticias, el guiño de Dante Sica encontró terreno fértil en la cúpula de la CGT, a la que recibió ayer para terminar de desinflar la posibilidad de que esa central convoque al paro que prometió para este mes.

Como en 2016 y 2017, cuando el tándem gobierno-empresarios comprometió un bono que pocos pagaron y a que no se despedirían trabajadores, esta vez también La Rosada promete y la burocracia accede.

Esta vez es un bono de sólo cinco mil pesos, no remunerativo, pagadero en dos veces -diciembre y enero- que, encima, cada gremio deberá negociar con la cámara de su sector. Todo suena a demasiado poco, incluso, si la patronal cumpliera.

En este sentido, lo claro -y miserable- del comunicado oficial con que el Ministerio de Producción y Trabajo, puso negro sobre blanco en este tema. Pero también deja mal parados, incluso, a los burócratas más ávidos por acceder a lo que el gobierno y las patronales decidan.

Su texto habla de “impulsar una compensación extraordinaria no remunerativa de hasta cinco mil pesos” que resulta sumamente escasa para el objetivo que enuncia de “recomponer el salario real de los trabajadores”.

La utilización de la palabra “hasta”, deja las manos libres para la discrecionalidad empresarial y su sentido se reafirma cuando el comunicado aclara que “la aplicación del bono se definirá de acuerdo a la situación de cada sector”.

Pero esto no es todo. Otra vez la cúpula cegetista se fue de la sede ministerial con el amague de una suerte de acuerdo antidespidos.

El ejecutivo que laudó a libro cerrado en favor de la patronal en el Consejo del Salario Mínimo Vital y Móvil, el mismo que dejó en la calle a -al menos- 109.365 trabajadores estatales y que convirtió a las paritarias en una escribanía que rubrica la postura empresarial, es el que ahora promete –vagamente- que garantizará que antes de despedir personal se deba habilitar “una instancia previa que sería una audiencia en el Ministerio de Trabajo” ¿Será que vale la pena creerle esta vez?

Rápido de reflejos, desde el universo del capital se fijó postura. La UIA, por medio de su titular Miguel Acevedo, apresuró la queja: “hay sectores que no pueden pagar el bono”, dijo en consonancia con otras voces que se alzaron ayer desde Came.

Y desde la Cámara de la Construcción le bajaron todavía más el precio al pacto entre Sica y la cúpula cegetista. “Habrá que analizar caso por caso y en el marco de la paritaria cómo se paga el bono”, recalcó su titular, Gustavo Weiss.

Ante tanta evidencia, tibiamente, Héctor Daer reclamó que Mauricio Macri firme un decreto que avale lo que acordaron con Sica y, sin mucha convicción, ensayó un gesto de dureza cuando dijo “esperemos que mañana tengamos el decreto con la letra chica para analizarlo este jueves en la reunión del Consejo Directivo de la CGT”.

 

Complacientes

 

La complacencia de la burocracia sindical respecto al universo del capital no es algo nuevo. Pero en lo que va de la Presidencia Macri esto roza el paroxismo.

Es en esta línea que la CGT volvió a correr el arco y, pese a que los motivos sobran, Macri va a entrar en el último año de su Presidencia sin que la CGT vertebre un plan de lucha.

¿Es preciso recordar que sigue la ola de cierre de unidades productivas que deja un tendal de trabajadores en la calle, que los salarios ya se cansaron de mirarle la luneta a la inflación que roza la hiper? ¿Es necesario volver a denunciar el carácter criminal de la transferencia regresiva de riqueza, la toma de deuda, la timba financiera y la delegación de soberanía política y económica hacia un organismo multilateral como el FMI?

¿Debe aclararse nuevamente que el enfriamiento de la economía con una recesión combinada con inflación profundiza la miseria y el hambre para miles de personas? ¿Acaso no saben los líderes cegetistas que el universo del trabajo formal es todavía más chico que en diciembre de 2015 y que, por lo tanto, en el mejor de los casos el bono alcanzará a no más de un cuarto de los trabajadores?

¿Hay que volver a señalar el correlato necesario que existe entre todo esto y la escalada represiva que ya se cobró varias vidas, en un contexto en el que se cercenan derechos civiles, ciudadanos y humanos?

¿Será que se le debe recordar a Daer & Cia. que el gobierno ya inició el proceso de destrucción del sistema público y universal de jubilaciones a partir del rediseño del concepto de sistema previsional y de los mecanismos solidarios que vehiculizan asistencia y seguridad social, es decir, aquellos que -aún con las restricciones inherentes al Estado Liberal Burgués- vehiculizaron la idea de movilidad social ascendente como paradigma de nuestra sociedad? ¿Habrá que recordarle que también se avanza en una terrible reformulación de la legislación que rige las relaciones entre los universos de trabajo y capital?

Está claro que los burócratas que ayer volvieron a darle aire al gobierno, no pueden decir que no están avisados. Y es el propio Mauricio Macri quien no se cansa de repetir que el Proyecto Cambiemos apunta a provocar un “cambio cultural” que, detrás de un barniz de presunta modernidad, descalifica cualquier diseño que -aún dentro de los límites del capitalismo- plantee el fifty-fifty como paradigma.

Es que para este “cambio cultural”, el modelo marco es la reprimarización y financiarización de la economía, lo que tiene que ir de la mano de la imposición de profundas y aceleradas modificaciones en la estructura social y política, pero también económica.

Porque un país que produzca commodities de escaso valor agregado y reduzca su expectativa industrial a convertirse en un eslabón menor de un proceso de deslocalización de segunda generación, precisa una relación en la que el capital avasalle al trabajo, hasta trastocar el concepto de proletariado por el de precariado.

Esto es, extinguir la conciencia de clase. Y para ello, las balas que compra el Ministerio de Seguridad, pero también la legitimación electoral y social como la que le sigue dando la CGT al Gobierno Cambiemos, a un precio muy barato.

La Rosada está obsesionada con sostener niveles de consenso, que garanticen la Pax que necesita para perpetrar esta tarea que sintoniza con el lugar que el nuevo orden capitalista global reserva a Argentina.

Y en esto todo suma: también la exacerbación del odio de clase que apuntala la destrucción y deslegitimación de aquello en que se avanzó en términos de ampliación y consolidación de derechos ciudadanos, civiles, económicos, sociales y humanos. Y no sólo en lo que se avanzó durante los últimos años.

Es que para imponer el cambio cultural que propician, precisan hacer tabla rasa del pasado, de todo lo vinculado a experiencias de lucha desarrolladas por los trabajadores y el pueblo.

De ahí el énfasis que ponen en el rediseño de la relación trabajo-capital. Y por medio de la dinámica de coacción-chequera, sacrificaron en el altar de lo más pacato de los sectores medios a algo de lo más impresentable de la burocracia sindical, para arreglar con el resto.

Mientras, ya está en marcha el “ajuste social y fiscal” que, desde el corazón del Círculo Rojo, reclamaba antes de las elecciones de medio término el economista y rector de la Universidad del Centro de Estudios Macroeconómicos de Argentina, Carlos Rodríguez. Y, queda claro que desde que se echa a rodar la primera piedra, es cada vez más complejo parar la avalancha.

Así las cosas, nadie puede sorprenderse ahora que la cúpula cegetista vuelva a hacer lo mismo que hizo siempre. En tal caso esto pone, otra vez, en evidencia algo de lo más patético de la burocracia empresarial.

Pero no es esto lo único que se pone en evidencia con claridad durante los días que corren. Es que el momento que atraviesa la crisis capitalista, vuelve imposible ocultar algunas de las necesarias consecuencias que impone el sistema capitalista que, en otros momentos, la fantasía reformista logra disimular.

Y, entonces, se vuelve preciso -y más fácil- hablar sobre lo evidente, pero también actuar sobre lo evidente que se encuentra por donde se mire, porque -a fin de cuentas- este momento de la Segunda Crisis de Larga Duración Capitalista, pone en superficie a la lucha de clases.

Es decir: actuar ahí donde esté la lucha que deriva de la destrucción de trabajo que provoca esta fase del desarrollo capitalista, pero también para señalar que no va a ser volviendo a la etapa inmediatamente anterior como se va a lograr romper un ciclo en el que el capital siempre le termina ganando al trabajo.

De ahí que se vuelva preciso enfrentar todo lo horrible que sintetiza el Gobierno Cambiemos, pero asimismo, superar el corsé que plantea el límite ideológico reformista, reclamar y aportar a la construcción de un plan de lucha y también de un centro que lo coordine desde una mirada de clase, desde la perspectiva que propone el sindicalismo de liberación.