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El pueblo trasandino se levanta tras décadas de planes económicos que solo generan desigualdad y miseria.

 Chile vive horas de tensión, tras el conflicto desatado la semana pasada por el aumento de transporte que buscó imponer el gobierno de Sebastián Piñera.

El anuncio precipitó una fuerte movilización que exhibe el agotamiento del pueblo por las políticas de ajuste que profundizan, día a día, la desigualdad.

En su actual mandato, Piñera perpetró mediante la Reforma Tributaria, una trasferencia de recursos de alrededor de ochocientos millones de dólares en favor el uno por ciento más rico del país. (Ver Chile: Infierno en el paraíso).

Pero la reacción popular no es por una o dos medidas. El país vecino hace cuatro décadas que vive en un capitalismo que condena a los ciudadanos a la precariedad. Los salarios son bajos y no alcanzan para cosas elementales como viajar, comer, educarse y acceder a la salud.

En este contexto, Lautaro Carmona, secretario general del Partido Comunista de Chile, aseveró que “bajo ninguna consideración podemos caer en la provocación del gobierno, que busca ganar tiempo para tratar de dilatar las razones de fondo de la explosión social que vive el país”. Y agregó: “la política de la exclusión de los derechos de las inmensas mayorías, están en el tapete de esta gran movilización que ha cuestionado el sistema político chileno”.

 

Difícil situación

 

Las calles chilenas viven una feroz represión, llevada a cabo por las Fuerzas Armadas. Al cierre de esta edición al menos 17 personas habían sido ultimadas, más de dos mil resultaron detenidas y hay una cifra superior al centenar de desaparecidos.

En este contexto, durante la noche de ayer martes, amparados en el Toque de Queda, un grupo de uniformados se llevó a tres militantes de las Juventudes Comunistas de Chile (JJ.CC.).

“Carabineros detuvo a nuestros compañeros Pablo Ferrada, Anais Pulgar y la vocera Cones, Valentina Miranda mientras se encontraban dentro de su edificio. Los golpearon y lanzaron gas pimienta. Exigimos respuesta ante este hecho gravísimo”, denunció la JJ.CC.

Pero el escenario de violencia impuesto por el gobierno, no logra amedrentar miles de personas que, pese al Toque de Queda, siguen manifestando en las principales ciudades del país.

El presidente del PC chileno, Guillermo Teillier, marcó la necesidad de "un encuentro masivo y pacífico de organizaciones sociales, sindicales y estudiantiles”, algo que “sería una salida muy conveniente, porque hay miles de personas que quieren manifestarse pacíficamente, pero ni el estado de sitio ni el toque de queda lo posibilita".

En las calles, la renuncia de Piñera es una consigna muy presente. La presión popular es un factor, pero también presionan quienes lo llevaron al gobierno y exigen que no ceda uno sólo de los privilegios que disfruta lo más concentrado del poder real de Chile.

“Al PC lo han tildado de antidemocrático por exigir la renuncia de Piñera”, enfatizó Teillier y recalcó: "el Partido no tiene nada de irresponsable, si usted mira la mayoría de los carteles que están en la calle, todos piden que renuncie Piñera. Solo nos hicimos eco de ese sentir popular”.

Pero reflexionó que, “seguramente, no va a renunciar, porque hay que tener una gran capacidad para reconocer que no se están haciendo bien las cosas”.

En el horizonte del conflicto no hay mucha claridad. Desde el ejecutivo proponen acuerdos que alejan a los sectores perjudicados de las mesas de diálogo.

Esto lo tiene claro el alcalde de Recoleta, Daniel Jadue, quien denunció que "quienes hoy han concurrido a La Moneda, son los mismos que en los 90 pactaron una salida a la dictadura con una democracia en la medida de lo posible y que optaron por mantener el modelo que la dictadura impuso a sangre y fuego, consolidándolo y administrándolo”.

Por eso el dirigente comunista fue contundente cuando hizo hincapié en que “ahora los tiempos ya no están para arreglos y conversaciones desde arriba".