Sidebar

[Offcanvas] Navegación superior

20
Sáb, Abr
83 New Articles

Política
Typography
  • Smaller Small Medium Big Bigger
  • Default Helvetica Segoe Georgia Times

Techint despide 1.450 trabajadores. El universo del capital le saca jugo a la crisis provocada por el Covid-19. Del “pacto de caballeros” a los mensajes pour la gallerie, el capitalismo toca su danza macabra al ritmo de la pandemia.

Al cierre de esta edición se esperaba la reunión entre el ministro Claudio Moroni, representantes de la Uocra y de la empresa Techint, que el viernes anunció que hoy despedirá a 1.450 operarios pertenecientes al sector de la construcción que perdió alrededor de 47 mil puestos desde diciembre, de acuerdo al titular de la Cámara Argentina de la Construcción, Iván Szczech.
Fue el viernes, cuando el grupo empresario que preside Paolo Rocca, hizo el anuncio que –explicó- es su forma de responder a la crisis provocada por la pandemia del Covid-19.
Este holding tiene algunas particularidades. Está formalmente radicado en Luxemburgo, por lo que es a esa cloaca fiscal hacia donde envía sus dividendos para minimizar el pago de impuestos en Argentina.
Su titular, Paolo Rocca posee la fortuna personal más importante del país. Según Forbes alcanza los trescientos millones de dólares y junto con su familia los 7.900.
La firma aseveró que el personal despedido, va a ser “recontratado” cuando se reanuden proyectos privados que se frenaron a raíz de la cuarentena que están ubicados –principalmente- en las provincias de Buenos Aires, Tucumán y Neuquén.
La Rosada percibió la decisión como un apriete para que flexibilice el aislamiento social que ayer se prorrogó hasta el 13 de abril, pero no sólo eso.
El marco legal que le permite a Techint perpetrar estos despidos es heredero del paradigma que pretende imponer el sistema a las relaciones entre los universos del capital y el trabajo, en el actual momento del desarrollo de la crisis capitalista.
Se trata de aquel en el que el proletariado se convierte en precariado, con lo que –entre otras cosas- se busca destruir lazos de solidaridad y resistencia. Y es el mismo diseño que celebran algunos de los que hoy se sentarán en la mesa convocada por Trabajo, entre ellos, el titular de la Uocra, Gerardo Martínez uno de los abanderados que desde la burocracia sindical-empresarial, aceptó que se recorten derechos laborales.
Pero Rocca también se convierte en un ariete para otros sectores del universo del capital que, de forma más solapada, encuentran en la crisis actual un momento formidable para maximizar –todavía más- su tasa de rentabilidad. Por supuesto, a costillas de los que menos tienen.
Así las cosas, estos días de aislamiento social dejan algunos datos que son elocuentes. Durante la semana inicial, la totalidad de los mayoristas que funcionan en la Ciudad de Buenos Aires y el ochenta por ciento de los comercios del país, no cumplieron los precios máximos determinados por el ejecutivo para una canasta de dos mil productos.
Así lo revela el relevamiento que llevaron a cabo conjuntamente, la Secretaría de Comercio Interior y la Afip que tuvo que sumar personal al operativo, porque el vaciamiento del Gobierno Cambiemos, dejó casi sin agentes de control al área que ahora preside Paula Español.
Significativamente, todo esto se da en un contexto en el que los súper y autoservicios registran un crecimiento de sus ventas. Así lo revela un relevamiento de la consultora Focus Market, que señala que el consumo en este tipo de bocas de expendio creció hasta cincuenta por ciento durante marzo y que la facturación superó el 150 por ciento respecto al mismo mes de 2019.
Asimismo se advierte algunos problemas de abastecimiento y casos de acaparamiento de productos esenciales. Uno de ellos tiene como protagonista a Farmacity, firma vinculada a Mario Quintana (¡otro prócer como Paolo Rocca!) que fue puesta en evidencia cuando una inspección encontró que acaparaba en un depósito nueve mil unidades de alcohol gel.

El perro y las pulgas

Está claro que el ejecutivo diseña y actúa sobre la coyuntura en medio de la presión que le impone la pandemia, pero también de un escenario en el que se evidencian los estragos que el Gobierno Cambiemos dejó en toda la estructura estatal y, principalmente, en áreas críticas para este momento como Salud, Logística y Comercio Interior.
Las consecuencias de este impacto letal, se verifican también en el retroceso que el universo del trabajo profundizó respecto al del capital durante los cuatro años precedentes.
Los mismos que aprietan ahora para lograr concesiones de un gobierno que se puso la crisis sobre los hombros, son quienes borraban con el codo lo que habían firmado el día anterior en esos “pactos de caballeros” que pour la gallerie la Presidencia Macri suscribió con el universo del capital.
Por eso, está claro que Rocca lejos está de ser un descolgado que no comprende lo que está pasando.
Desde el sector pyme, se denuncia que la banca privada no respeta la normativa emitida por el Banco Central, que estableció una tasa del 24 por ciento para capital de trabajo y descubierto, entre otras operaciones.
Mientras tanto, lejos de abrir los silo-bolsa y apurarse a liquidar divisas, la Mesa de Enlace emitió una declaración donde autoelogia su “espíritu de esfuerzo y perseverancia”. Y con espíritu patricio propio de la Sociedad de Beneficencia, Sociedad Rural anunció que productores realizarán “colectas” para adquirir insumos para enfrentar la pandemia.
Por su parte, la semana pasada, desde la UIA se deslizó que para esa entidad, de cara a la extensión de las medidas aislamiento social, es preciso un acuerdo que viabilice la reducción salarial, al tiempo que la Cámara Argentina de la Construcción aprovechó para pedir prórroga para el pago de impuestos.
Capítulo aparte merece la Cámara de la Alimentación, que por una declaración señaló que “el sector representado por esta entidad puede colaborar llevando calma a la sociedad informando que se cuenta con capacidad de producción suficiente de alimentos y bebidas para proveer al país”. Y destacó que “se requiere la colaboración de todos los actores sociales”. Una alentadora postura que difícilmente condice con la sensación que se tiene al pararse frente a las góndolas.
La lista sigue, porque como se verá, para estos tipos, el único que se rasca para afuera es el perro.
Estos son apenas ejemplos del sentido que tiene la reflexión que tuvo ayer en su mensaje el presidente Alberto Fernández, cuando explicó que ni siquiera se les pide que pierdan, sino que ganen un poco menos.

La rana y el escorpión

Es verdad que la cadena de formación de precios es compleja y que en ella intervienen factores diversos y condicionantes que inciden, como los vinculados a la logística y distribución demográfica del país.
Pero también lo es que, a la hora de analizar quiénes son los actores que inciden determinantemente en la toma de decisiones de esa cadena, es fácil encontrar una clara identificación de clase que impregna cada decisión.
Esto es algo que debe tenerse en cuenta cuando se intenta advertir por qué es tan difícil para el ejecutivo controlar precios, incluso, en un contexto como el actual.
Y aquí es donde vale señalar aunque el miedo lleva a modificar posturas públicas de algunos formadores de opinión del sentido común burgués, la relación entre los universos del capital y el trabajo, pasa de largo de ese tipo de sensibilidades.
Durante su primera gira como presidente, Macri viajó a EE.UU. y -antes de visitar a Donald Trump- pasó por Texas donde compartió con Rocca la inauguración de una planta de 1.500 trabajadores, para fabricar caños sin costura en la que Techint invirtió 1.800 millones de dólares, mientras en Argentina suspendía operarios.
En el currículum de Rocca, también figura que fue denunciado por el pago de coimbas para conseguir el contrato de una obra de Petrobrás, en Brasil.
Coimbas, despidos masivos, especulación y sobreprecios de productos indispensables aparecen como una constante que –aquí y ahora- se pueden advertir con más claridad, como consecuencia de la tensión que provoca la pandemia.
¿Pero será casualidad todo esto que desde la construcción de sentido común burgués se empeña en catalogar como “escándalo”?
Lejos de eso y por más que desde la massmedia dominante se pretenda dar a este tipo de cosas un carácter de excepcionalidad, estas conductas ponen en negro sobre blanco el carácter criminógeno del propio sistema capitalista.
Es que, desde la lógica que impone la dinámica del capital, la producción de bienes es social pero la toma de ganancias siempre es privada. Por eso socializa las pérdidas, pero privatiza beneficios y todo bajo el paraguas de una forma jurídica que lo propicia.
La vigencia que este concepto tiene en un momento como el actual es palmaria. Y es en este punto donde la relación simbiótica entre el Estado Liberal Burgués y el poder corporativo empresarial privado se vuelve más epidérmica.
Rocca y Techint, también las empresas formadoras de precios de alimentos y otros productos que ahora se vuelven más que indispensables, son capaces de prever el daño que están provocando y podrían evitarlo.
Pero como en la fábula del escorpión y la rana, no pueden –ni quieren- evitarlo, ya que están regidas por la lógica que les impone la relación establecida por el capital.
Por eso su finalidad excluyente es aumentar el valor de su propiedad maximizando tasa de rentabilidad, lo que incluye hasta el pago de multas que eventualmente y después de trámites larguísimos, podrían llegar a tener que abonar por incumplir normas como lo están haciendo ahora.
Porque para ellos el daño social, aquel que es la sumatoria del dolor de miles de personas concretas, es algo que apenas debe ser considerado en términos de costes y beneficios.
Y es por eso que cuesta tanto ponerle el cascabel al gato, aún desde posturas bienintencionadas como la que tiene el actual gobierno.
Es que incluso, si se mantuviera la correlación de fuerzas favorable al abordaje que está haciendo el ejecutivo de la crisis, el propio diseño del Estado Liberal Burgués tiene en su propio ADN las herramientas a las que puede echar mano el universo del capital, para justificar actitudes como las que sigue adoptando en la situación actual.
“Hay una guerra de clases y la estamos ganando los ricos”. La frase que pertenece al inversor y una de las personas más influyentes del establishment de EE.UU., Warren Buffett, invita a reflexionar sobre algunas cosas que una crisis como la que estamos atravesando pone más en superficie.
Porque es en situaciones como esta, cuando se vuelven más evidentes episodios que señalan que la lucha de clases existe y que también hablan del carácter irreconciliable de las clases. De ahí que resulte más fácil señalar y actuar sobre lo que es evidente.
Porque cuando se habla de la importancia de que el Estado controle precios, de que se invierta en los sistemas universales y gratuitos de Salud y Educación, en logística y transporte o que se discipline a la banca para que reduzca las tasas. Cuando se habla de todo esto, lo que se está diciendo es que imprescindible desmercantilizar las relaciones económicas, sociales y -por ende- las humanas.
Pero para que esto pueda dejar de ser abstracto, hay que llamarlo por su nombre, es decir, señalar que es imposible lograrlo sin avanzar hacia formas no capitalistas.
Y, sin soberbia, los que podemos representarnos esto sacándolo del plano de la abstracción somos los comunistas, entre otras cosas, porque somos los que tenemos en nuestro propio ADN la experiencia de lucha y construcción basadas en relaciones sociales fundamentadas en el apoyo mutuo y la cooperación, diferentes a las que impone el Estado Liberal Burgués.
Esto es, formas de organización democrática, fundamentadas en una moral y ética que cuestionen a las que rigen la institucionalidad y legalidad construidas por las relaciones capitalistas de producción que son las que evidencian su crisis en la situación actual.
Y aquí está el desafío para ahora y para el día en que todo esto vaya pasando. Porque la lucha de clases existe y la emancipación de los trabajadores debe ser la tarea de los trabajadores.