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Mar, Abr
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Política
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Convocado por redes sociales para mañana, la derecha agita las aguas con un viejo fantasma. Jorge Kreyness, dirigente del Partido Comunista nos brinda una visión de este fenómeno.

La historia universal es testigo de que cada vez que las circunstancias pusieron sobre tablas la necesidad de que los grandes capitales concentrados contribuyan, aun con mínimas proporciones de su riqueza acumulada, a la solución concreta de problemas de la sociedad toda, brota la ideología nefasta del anticomunismo.
Siempre existieron represiones a las demandas y las luchas de los trabajadores y de los pobres en general. Desde las epopeyas de Espartaco hasta la Comuna de París, la imposición por la fuerza bruta de la cárcel, la tortura o la muerte, llegando a niveles de genocidio, fue una constante de los regímenes esclavistas y feudales y de los primeros desarrollos del capitalismo.
Pero el anticomunismo nace cuando los trabajadores y sectores populares toman el poder del Estado desalojando a la rancia monarquía rusa con la consigna de Paz, Pan y Trabajo. Tanta era la injusticia, la desigualdad y la concentración autocrática del poder que negar que esos tres mínimos reclamos era la esencia matriz de la clase en el poder.
El balance de la experiencia de la Comuna de París que hicieron Marx primero y Lenin después, entre otros, resultó crucial a la hora de no cometer los mismos errores de los heroicos luchadores franceses. Los trabajadores rusos se organizaron, establecieron tácticas y estrategias para la toma del poder y comenzaron la tarea histórica de construir la justicia social.
Allí es cuando surge el anticomunismo orgánico de las clases privilegiadas, que desatan una guerra civil, unen los gobiernos de catorce potencias contra el primer gobierno de los desposeídos y al fracasar comienzan a vertebrar las ideas y las prácticas anticomunistas.
Su máxima expresión se manifestó en Europa y EEUU, cuando las corporaciones de la industria y las finanzas decidieron enfrentar las crecientes demandas laborales de justicia social transformando el anticomunismo en organización ideológica, política, económica, militar y policial. Y así nacieron el nazismo hitleriano, el fascismo italiano y el macartismo yanqui, como representantes y ejecutores de las necesidades del capital concentrado de sostener su tasa de ganancia sin ceder centavo y de aniquilar a toda costa todo tipo de oposición.
Luego conocimos en América Latina los Stroesner, Batista, Somoza, Videla, Pinochet y otros dictadores y dictaduras para quienes todo luchador, pariente, amigo o cercano a un luchador o simplemente sospechado o caratulado como tal, que debía ser aniquilado, recibía el mote de comunista. Una liga anticomunista mundial tenía o tiene su sede en Asunción del Paraguay.
Si numerosos militantes y dirigentes políticos y sociales sufrieron y sufren persecuciones, prisiones, o el escarnio judicial o mediático, que deben ser repudiados, deben reconocer que los primeros en sufrirlos fueron los comunistas y anarquistas.
Las medidas de aislamiento social obligatorio y las dificultades que generan a la economía, ponen sobre la mesa la angurria de los capitalistas más connotados. Paolo Rocca, el miserable, desde los monopolios Techint/Tenaris cesantea 1450 trabajadores desafiando el decreto presidencial de prohibición de los despidos y con ello se lanza una campaña para que como en sus empresas de Bérgamo, Italia, se lance al personal a las fábricas a infectarse y morir.
Y cuando se propone un mínimo, más que mínimo, impuesto de emergencia a las grandes fortunas ponen el grito en el cielo y junto a las derechas más reaccionarias y sus voceros mediáticos, ¡LLAMAN A MANIFESTARSE CONTRA EL COMUNISMO!
Entonces cabe que nos preguntemos. ¿No hemos visto ya esta película? ¿Vamos a dejar pasar y subestimar esta campaña?
Las experiencias del pasado, algunas de las cuales hemos mencionado ¿no valen?
¿No sabemos que detrás de esto vienen, si los dejamos, el terrorismo de ultraderecha, las estigmatizaciones, las persecuciones, las prisiones y toda clase de crímenes en nombre del anticomunismo?
¿O no fue la Alianza Anticomunista Argentina, más conocida como triple A, el antecedente más notable del golpe militar de 1976?
¿O que para ellos comunista era un cristiano como el Padre Mujica, un peronista como Rodolfo Walsh, un radical como Karacachof, un judío cono Jacobo Timerman y así de seguido, incluyendo por cierto a cientos de militantes del Partido Comunista?
¿Y no recordamos que la dictadura empresarial militar pro yanqui de Videla y otros se hizo bajo la teoría pentagoniana de la Tercera Guerra Mundial contra el comunismo de la que eran especiales promotores el ex general Benjamín Menéndez y el diario La Nación?
Mañana, 7 de mayo de 2020, convocan una “inocente” caceroleada contra el comunismo.
Se lo decimos los comunistas. No es una ridiculez ni una locura traída de los pelos como algunos dicen, fuera de la realidad.
Tampoco nos amilanemos.
Sigamos adelante con las medidas ante la pandemia, sigamos adelante con el impuesto a las grandes fortunas, sigamos enfrentando a los usureros de la deuda externa infame en que nos metieron. Sigamos adelante.
Otra cosa. ¿No son comunistas los insumos para la salud que nos llegan desde la República Popular China? ¿Y la medicina cubana?
Exijamos agua donde no la hay. Exijamos pan donde no lo hay. Construyamos entre todos una salida de la pandemia con más democracia, con más derechos, con más justicia social, con más independencia nacional.