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Vie, Abr
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Política
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Conspiranoicos y conspiradores juegan con cosas que no tienen repuesto. Mientras algunos de sus dirigentes convocan a protestar en la vía pública, ayer se registró el récord de contagios en la ciudad gobernada por Juntos por el Cambio.

Desde redes sociales las cloacas de la derecha promueven para hoy la realización de una jornada de desobediencia al aislamiento social, preventivo y obligatorio y un cacerolazo “contra el gobierno”.
Formalmente, la convocatoria cuestiona la decisión de carácter excepcional que tomó el ejecutivo nacional para enfrentar la pandemia, con el aval de los gobernadores e intendentes, incluidos los que representan a Juntos por el Cambio (JxC).
La jornada pretende ser un hito de la escalada que comenzó casi en simultáneo con esa decisión. Primero fueron cacerolazos para instar a que se recorte el salario de funcionarios estatales, después contra la llegada de profesionales de la Salud provenientes de Cuba, tras lo que la excusa siguiente fue la decisión del Tribunal de Casación bonaerense sobre excarcelaciones.
Todas estas convocatorias apuntan contra el gobierno nacional y encuentran una formidable caja de resonancia en las bocas de expendio de la massmedia, fundamentalmente, las que controlan las corporaciones Clarín, América y Nación.
¿Pero tendrá algo de azaroso este un nuevo putsch en curso? “Que la pandemia no sea un pretexto para el autoritarismo”, reza una declaración que hizo pública la Fundación Internacional para la Libertad, ampuloso título que esconde a una ristra de referentes de la ultraderecha que actúa en Hispanoamérica.
Además del titular de la fundación, Mario Vargas Llosa, entre otros, firmaron esa proclama Mauricio Macri, Patricia Bullrich, Darío Lopérfido, Ricardo López Murphy, José María Aznar y Alvaro Uribe, así como los empresarios Alejandro Roemmers, Miguel Mitre, Daniel Pereyra y Manuel Tagle.
El documento que le apunta a la estrategia empleada por el Estado argentino ante la pandemia, alerta acerca del peligro del “estatismo y el intervencionismo”, tras lo que recalca que el aislamiento social “restringe las libertades y derechos básicos”.
También se queja de que este tipo de abordaje plantea “la imposibilidad de trabajar y producir” y después de despacharse contra “las dictaduras de Venezuela, Cuba y Nicaragua”, advierte que en “España y la Argentina dirigentes con un marcado sesgo ideológico pretenden utilizar las duras circunstancias para acaparar prerrogativas políticas y económicas que en otro contexto la ciudadanía rechazaría resueltamente”.
El silogismo es tan claro como mentiroso: la ideología es algo horrible, ustedes son los ideologizados y, así, horribles. Mientras tanto, presentan a su propia cosmovisión e ideología, como perteneciente al orden natural y, por lo tanto, no podría ser cuestionada.
En la misma línea de razonamiento va lo de hoy pero, hay que reconocerlo, presenta algunas pinceladas que le meten una nueva vuelta de rosca que supera lo anterior por lo rocambolesco y peligroso.
Entre las consignas que convocan a la jornada se lee “para evitar que vuelva el comunismo”. Antes de seguir vale aclarar que no se puede volver a un lugar en el que nunca se estuvo y, muy a pesar nuestro, los comunistas jamás logramos estar en el sitio al que estas bandas caceroleras pretenden que no volvamos.

Felicitas

¿Pero por qué será que precisan apelar a tanta fantasía?
¿Por qué tanto recurso multimillonario puesto al servicio de generar propaganda que busca modelar y manipular la opinión por medio de redes sociales? ¿Por qué este esfuerzo de difusión, para el que utilizan desde programas de computación que se hacen pasar por seres humanos y presentan perfiles falsos, hasta servicios de inteligencia, trolls a sueldo y personas que desde la ingenuidad o el prejuicio, ayudan a propalar contenidos construidos minuciosamente para una finalidad cuyos emisores ni siquiera se animan a explicitar claramente?
Aunque el mecanismo y los soportes tecnológicos son novedosos, la técnica, los patrocinadores y los fines de este tipo maniobras suelen ser los mismos de siempre.
Es que en esta suerte de realpolitik de la ficción, nunca importó si existieron las armas de destrucción masiva que justificaron la invasión a Irak y la posterior masacre que se perpetró sin que el Imperio ni la industria massmediática, que alentó la agresión militar estadounidense, se sientan obligadas a rendir cuentas.
Este es sólo un ejemplo de una lista abrumadora de barbaridades similares ¿entonces alguien se puede sorprender si pasan –como pasaron- las rocambolescas elucubraciones de la senadora provincial Felicitas Béccar Varela? ¿Pero será que cosas así son casuales?
La industria massmediática no nos dice abiertamente qué hay que pensar, pero sí nos indica sobre qué debemos hablar, impone agenda y prioridades, al tiempo que establece categorías tautológicas con las que pretende moldear la estructura del imaginario colectivo global. Reduce la información y a la instancia receptora a meras mercancías y, a partir de datos dudosamente anclados en la realidad, representa, crea y recrea una realidad ficticia que a partir de entonces convierte en principio irrefutable.
De ahí que nada de azaroso haya en la uniformidad de formatos y contenidos que recorren el mundo de la massmedia y las redes sociales, que se constituyen en pilares de la maratón mediática con que durante uno o varios días y más allá de su relevancia, cualquier pescado podrido se convierte a noticia trascendental.
Así, esta suerte de vuelta de rosca del tradicional reality show, forma “celebridades” y aporta a configurar un imaginario basado en la descontextualización.
Esta especie de vida paralela propuesta por la massmedia, recrea un juego de realidad-fantasía que emite un mensaje unilineal, por lo tanto autoritario y absolutamente negador de la comunicación, que censura cualquier postura cuestionadora.
Algo que aleja a las personas de sus verdaderas problemáticas, cuya resolución se delega entonces en la “autoridad” avalada por la massmedia o incluso en la propia massmedia y sus figuras visibles ¿Por qué será que en los días que corren personajes como Patricia Bullrich son las vedettes del prime time?
Es que si me pasé la vida creyendo lo que dice una pantalla, ya sea de TV o iPod ¿cómo voy a dudar de lo que dicen Lanata o Felicitas?

Necropolítica

Ayer, la Asociación Empresaria Argentina (AEA), esto es la corporación de empresas que lidera el Grupo Clarín, pidió abiertamente que se levante la cuarentena para “evitar la ruptura en la cadena de pagos interna así como la cesación de pagos externa o default”.
Cabe señalar que, entre otros, además de Héctor Magnetto, integran este equipo Paolo Rocca, Federico Braun, Alfredo Coto, Luis Pagani y Carlos Blaquier cuyas empresas tuvieron conductas, al menos, reprochables desde que rige el aislamiento social.
Pero asimismo, fueron cómplices del gobierno que, hasta hace menos de un año, puso al sistema productivo al borde de la ruptura en la cadena de pagos, generó una deuda externa equivalente a más del ochenta por ciento del PIB y, en septiembre, colocó a Argentina en zona de default.
Ahora, además, salieron al cruce para cuestionar el proyecto que pretende devenir en una ley que grave excepcionalmente a las hiperfortunas que actúan en el país.
Y en esto coinciden con otro sector que está entre los grandes jugadores de la hora, que fue beneficiado por subsidios estatales destinados al pago de sueldos, pese a lo que acaba de rebajar los salarios de su sector en un 25 por ciento. “Cobrar impuesto a las grandes fortunas no sirve de nada”, recalcó la Cámara de Comercio al fijar su postura al respecto.
Entonces va quedando claro por qué se presiona para que haya una salida abrupta del esquema de aislamiento social. Y que la cosa está atravesada por una clara mirada de clase (Ver Día de los Trabajadores, en tiempos de pandemia).
Hace un mes, públicamente, el intendente de San isidro, Gustavo Posse, señalaba que sin el esquema de aislamiento social, el Covid-19 hubiera hecho estragos en su distrito, ya que reconocía que el virus entró por el aeropuerto.
Por si hace falta recordarlo, las personas que tienen condiciones materiales como para vacacionar en los países desde donde se importó el Covid, suelen estar lejos de ser pobres.
Pero desde hace poco, va quedando claro que el Covid entró en las villas ¿Será que ahora que el foco está entre los pobres es hora de levantar la cuarentena?
La pregunta queda picando, pero lo cierto es que para responderla muchos prefieren el putsch de la irracionalidad, el mito y el prejuicio, antes que lo que recomienda la ciencia.
Las usinas que hace un mes exigían que el gobierno decrete el estado de sitio como receta para enfrentar la pandemia, ahora reclaman que se levante indiscriminadamente el esquema de aislamiento social. Y todo en pro de la economía, por supuesto, de la suya (Ver Para pensar el día después y Lucha de clases).
“Las personas que no puedan consumir o producir le estorban al sistema capitalista y se convierten en desechos humanos”. La definición del sociólogo Zygmunt Bauman, ayuda a reflexionar sobre algunas cosas que se están jugando en estos días. Pero asimismo, pone negro sobre blanco el rumbo que transita en el actual momento de su crisis el sistema capitalista que margina, expulsa y explota, pero además deja morir a personas concretas.
Es esta lógica de la necropolítica, la que el capitalismo impone en la actual etapa del desarrollo de su crisis, que se profundiza con la aparición de la pandemia.

Amores de estudiantes

Va quedando claro que la foto de Horacio Rodríguez Larreta haciendo coditos con Alberto Fernández ya aparece algo ajada.
¿Pero hasta dónde la presión de su núcleo electoral duro y sus mandantes puede echar por tierra los acuerdos alcanzados entre los integrantes de JxC que tienen responsabilidad ejecutiva institucional y La Rosada? ¿Hasta qué punto podrán poner en tensión a JxC en tanto bloque de representación política que aspira a la alternancia dentro del esquema democrático burgués?
Es difícil saber qué pasa a estas horas por las cabezas de Larreta y de algunos gobernadores e intendentes de su espacio. Más fácil y lineal es advertir de qué va el papel que representan personajes como Patricia Bullrich o Yamil Santoro, los dos tan marginales para la política formal como eficientes a la hora de moverse por las cloacas de la conspiración.
“Si ganamos, iremos en la misma dirección, pero lo más rápido posible”, aseveraba Macri en la Fundación Libertad, ante la mirada cómplice de Vargas Llosa. Siete meses después el resultado electoral lo puso afuera de La Rosada pero dejó un escenario minado tras una Presidencia en la que, entre otras cosas, el poder adquisitivo de los salarios se contrajo alrededor del treinta por ciento y para los jubilados el 17 por ciento.
Su Presidencia derrumbó el empleo registrado real, hizo crecer el trabajo informal y la desocupación que taladró el techo del diez por ciento, lo que catapultó la pobreza e indigencia a límites tan obscenos como los de la deuda externa que contrajo, algo que asociado a tasas de interés exorbitantes, favoreció mecanismos de fuga de divisas en beneficio de su propio staff gobernante y amigos. Al tiempo que incrementaba la deuda estatal.
El Stand-by con el FMI fue parte de una estrategia de depredación sistemática que permitió que se disparara la corrupción, al tiempo que estableció una peligrosa delegación de soberanía económico-financiera, política y nacional.
Entre diciembre de 2015 y el mismo mes de 2019, la deuda se disparó para superar el ochenta por ciento del PIB y en septiembre de ese año, el país entró en default. Desde este calamitoso escenario es que ahora se intenta reestructurar los vencimientos de deuda privada.
Pero esto es sólo una parte. Apertura indiscriminada y extrema contracción del mercado interno fueron letales para la producción pyme. Durante esos años, 25 mil pymes se fundieron.
Esto, sumado al tarifazo que sólo en el caso del servicio eléctrico ascendió al 125 por ciento, se convirtió en una piedra atada al cuello del sector productivo, pero también para la economía de millones de hogares.
Asimismo, los sistemas públicos, universales y gratuitos de educación, salud y jubilatorio; así como el complejo de ciencia y tecnología, fueron de los principales objetivos a los que apuntó la destrucción sistemática que perpetró el Gobierno Cambiemos.
Lo dicho es sólo un escueto resumen ¿Alguien imagina qué pudo pasar si el país hubiese ido “en esa misma dirección, pero lo más rápido posible”, sobre todo en época de pandemia?
Relevamientos de consultoras coinciden en que la aceptación de la gestión gubernamental respecto a la pandemia va del setenta al ochenta por ciento, pero también en que el núcleo duro de seguidores de Macri sigue en el orden del treinta por ciento. Más allá de la volatilidad del actual escenario, vale reflexionar sobre ese segmento que representa una base que excede a la propia figura del ex presidente e incluye una urdimbre compleja de legado y legatarios.
Es importante advertir esto, ya que en el proceso constitutivo del espacio de representación política que sintetiza JxC, como pocas veces antes en Argentina, la derecha logró interpelar a un sujeto social que por su propio individualismo tiende a la dispersión. Y lo convirtió en un bloque identitario bastante homogéneo.
También consiguió construir mística, estética y cierto carácter epopéyico que ahora se vuelve a poner de relieve. Desde la identidad que resumen en cosas como “los defensores del Cambio” y apuestas como las movilizaciones del Sí, se Puede, la derecha exhibió capacidad para mover masas, una carta que ahora pone sobre la mesa.
Aquí cabe recalcar que esto supera al eficaz diseño salido del laboratorio de Durán Barba y Marcos Peña que consiguió poner, con un recorrido de menos de una década, a un partido municipal en La Rosada.
Y lo excede a punto tal que es ese sujeto duro y galvanizado identitariamente, quien ahora le impone condiciones a su propio liderazgo político partidario.
Esto pasó durante el último tramo de campaña electoral de 2019, cuando la gestualidad y la agenda de JxC, se despojó del alarde de modernidad que declamaba y se corrió hacia un lugar de derecha de rasgos cada vez más primitivos.
Esto es, volvió a sus orígenes de la violencia cacerolera con que los autoproclamados republicanos, salieron a la calle para exigir la renuncia de la entonces presidenta cuando sólo corrían tres meses de su primer mandato y cuando apenas iban cuatro del segundo.
A cuatro meses de la asunción de Alberto Fernández, vuelven con la misma táctica y, esta vez, cuando el país y el mundo se las tienen que ver con un virus que se transmite vertiginosamente, tiene un índice de letalidad importante y para el que todavía se carece de terapéutica específica y vacuna.
Con este telón de fondo y un escenario minado por el desastre que dejó la Presidencia Macri, este núcleo protofascista que está en el propio ADN del macrismo, se sube la cotización cuando se propone como una suerte de Freikorps para amedrentar intentos como el proyecto de gravar a las hiper-riquezas, pero también como quintacolumna al servicio de los fondos buitre.
Quienes mueves los hilos de las cacerolas, saben que tienen masa de maniobra que no precisa motivos concretos para movilizarse: le alcanza con su propia frustración desclazada y, sobre todo, con el miedo y el prejuicio.
Pero no sólo eso. También envía un mensaje hacia adentro del propio espacio que representa JxC. El dato duro da cuenta de que ayer la cantidad de contagios registrados de Covid-19 fue récord: 188 casos de los que 102 corresponden a la Ciudad de Buenos Aires que así se convierte con el distrito con más positivos del país.
¿Qué pensará Larreta cuando ve que parte de su propio partido convoca a desobedecer las disposiciones de aislamiento que él mismo dispuso? ¿Creerá que si el contagio se dispara, todas las balas irán sólo al pecho de Alberto Fernández? ¿Estará dispuesto a convertir la reserva ecológica en una especie de Isla Hart, en nombre de la berreta “libertad” que reclaman los caceroleros?
Queda claro que de todos los dirigentes de JxC que tienen responsabilidad institucional, a Larreta le toca bailar con la más fea, pero también es el que aspira a quedarse con el mejor premio, aunque en las actuales circunstancias, 2023 se presente como un horizonte que está a años luz.
Otra foto que quedó descolorida es la que hace apenas cuatro meses convocó a empresarios, sindicalistas, ruralistas, referentes culturales y sociales para rodear al presidente en lo que pretendía ser el puntapié inicial del Consejo Federal Argentina Contra el Hambre.
La pandemia puso otras prioridades sobre la mesa pero el ejecutivo sigue confiado en que va a poder retomar ese camino, que pretendía desembocar en el envío al Congreso del proyecto de constitución del Consejo Económico Social basado en un acuerdo multisectorial, policlasista, pero también multipartidario que trascienda la frontera de la zona de confort del Frente de Todos.
Y es aquí donde aparece otra de las dimensiones a las que apunta este nuevo putsch cacerolero. Además se dirige a algunos de los dirigentes de JxC que, desde la responsabilidad institucional que ocupan, prefieren pasar la pandemia refugiados bajo el ala presidencial.
Los mensajes mafiosos ya comenzaron. Días atrás, el ministro de Salud de la Ciudad, Fernán Quirós, tuvo que salir públicamente al cruce de Clarín para aclarar que el gobierno al que pertenece no busca avanzar en una estrategia de “contagio controlado” como había publicado ese diario.
El mensaje parece ser claro: en la construcción que representa JxC no hay espacio para los que sueñan con una “derecha” moderna y, si para que esta mirada prevalezca tienen que abrir las puertas del infierno, lo harán.