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Vie, Abr
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Política
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El permiso otorgado por la Secretaría de Energía a empresas británicas para que exploten recursos naturales en la Cuenca Malvinas y el freno posterior que una jueza de Tierra del Fuego puso a las licitaciones, expuso nuevamente la política exterior servil y entreguista del macrismo. En contrapartida a esta, los comunistas rescatamos el legado de Rina Bertaccini.

Luego de que el Secretario de Energía, Gustavo Lopetegui, confirmara la adjudicación de la Cuenca Malvinas a petroleras británicas, la jueza de Río Grande Mariel Borroti, frenó la concesión que violaba la ley 26.659.

La adjudicación de 18 áreas “offshore” para buscar petróleo y gas argentino en la Cuenca Malvinas a -entre otras- empresas británicas había despertado la indignación y repudio del pueblo de Tierra del Fuego. Por ello, la gobernadora Rosana Bertone y el Intendente de Río Grande, Gustavo Melella, presentaron ante la justicia un amparo para frenar la medida. Finalmente, la jueza Mariel Borroti de Río Grande dio lugar al amparo.

Una de las empresas favorecidas por la decisión de Lopetegui, que refleja la política exterior del macrismo y especialmente la posición entreguista del gobierno frente a Gran Bretaña en el tema Malvinas, era la compañía Tullow Oil. Según los resultados de la licitación aprobada por la Secretaría de Energía, la firma británica se había quedado con las áreas MLO-114, MLO-119 y MLO-122 junto a Pluspetrol y Winthershall.

Tullow Oil es un viejo conocido en el sector energético. Desde 2007 opera en la misma cuenca siete licencias otorgadas por la administración de la ocupación británica en las Malvinas. Con la decisión de Lopetegui, Tullow obtenía por parte del gobierno argentino una autorización que ya tenía por parte de la ocupación pirata en las islas.

La autorización emitida por parte de la Secretaría de Energía no es un hecho aislado. Es parte de una política de genuflexión y renunciamiento del Estado argentino administrado por el macrismo frente al reclamo histórico de soberanía de las Islas Malvinas.

Desde el 2016 la política exterior argentina realizó un giro notable en relación con la que el Estado había llevado adelante durante los 12 años de administración del kirchnerismo. Abandonó la Unasur, rompió con la Celac y se alió al Grupo de Lima. Finalmente, se plegó completamente a los intereses de la OTAN en la región. Por eso, más allá de las formalidades ante la ONU, el Estado argentino administrado por el macrismo eliminó de su agenda internacional el reclamo de soberanía sobre las Malvinas.

El reclamo de soberanía en las Malvinas es una cuestión de interés latinoamericano y mundial. Es parte de un rechazo, que se ancla en lo más profundo de la historia del continente, a uno de los últimos enclaves coloniales vigentes en el mundo. Pero también es una denuncia contra el militarismo de Estados Unidos y la OTAN, ya que las Malvinas en la actualidad funcionan como base militar estratégica en el Atlántico Sur.

La política de entrega y genuflexión en el ámbito de la geopolítica por parte del Estado argentino es coherente con la política de ajuste, entrega y represión que el gobierno ensaya puertas adentro. De hecho, esta última se explica gracias a la primera. Algunos hitos en esta relación se pueden encontrar en el crédito de alto acceso solicitado al Fondo Monetario Internacional, en la apertura indiscriminada de importaciones, en la devaluación crónica de los últimos años o en la constante fuga de capitales.

 

Volver a Rina

Una vieja premisa del marxismo revolucionario en América latina explica que “la revolución es nacional por su forma e internacional por su contenido”. Rina Bertaccini, histórica dirigente del Partido Comunista argentino, fue un claro ejemplo práctico de este postulado. Revolucionaria, marxista, feminista e internacionalista, fue vicepresidenta del Consejo Mundial de la Paz, fundadora del Movimiento por la Paz, la Soberanía y la Solidaridad entre los Pueblos (Mopassol) junto a destacados intelectuales y revolucionarios del mundo, dirigente de la Unión de Mujeres de la Argentina (UMA) y miembro del Secretariado Nacional y Comité Central del Partido Comunista.

En tiempos de guerras impulsadas por la voracidad del capitalismo y de violencia causada por las desigualdades sociales, la lucha por la paz es un objetivo central para los revolucionarios del mundo. Esa fue la convicción que empujó a Rina a trabajar en torno a la paz y la lucha por la soberanía de los pueblos del mundo. La cuestión de Malvinas se transformó así en un tema central de análisis y disputa, publicando numerosos artículos de avanzada en los que se denunciaba que la ocupación militar de Gran Bretaña en las Islas tenía como uno de sus objetivos mantener una base militar de la Otan en el Atlántico Sur. 

En uno de ellos, titulado Malvinas en el contexto geoestratégico regional denunció la construcción en la Isla Soledad de la base militar de Mount Pleasant, inaugurada en 1986 y con un potencial militar inusitado para defender una isla sin amenazas y con menos de tres mil habitantes. Allí explicó que “en el continente actúan básicamente dos estrategias contrapuestas, la del imperialismo que intenta seguir ejecutando sus proyectos de dominación y la de las fuerzas populares que luchan por afirmar su soberanía y conquistar la plenitud de derechos para las amplias mayorías”.

De esta manera Bertaccini denunció y expuso el rol de la Otan como el verdadero enemigo de los pueblos en América latina y el mundo, constituyendo un gran logro de su incansable lucha el reconocimiento regional a las amenazas que significan la permanencia de la base militar de Mount Pleasant en las Islas Malvinas, como así también la presencia de la IV Flota en el Atlántico Sur, lo que contradice la Resolución 41/11 de las Naciones Unidas que declara a la zona como territorio de paz y cooperación.

El carácter interdisciplinario de su trabajo y la amplitud de su pensamiento le permitió exhibir ante los ojos de crédulos y equivocados como las garras del imperialismo penetra en los pueblos del mundo camuflado con distintos métodos y banderas. Así hizo comprender a gran parte de la comunidad internacional que las intervenciones militares de la Otan no eran algo que sucedía allá lejos en el norte, sino algo con lo que los latinoamericanos convivíamos desde hace tiempo en las Islas Malvinas.

Una anécdota para recordar. Cuando fue la Guerra de Malvinas Rina Bertaccini y Alfredo Varela trabajaron juntos sobre la cuestión de la paz y la defensa de la soberanía argentina sobre las islas. Con gran agudeza política e intelectual pudieron separar los tantos y denunciar por un lado el rol de la dictadura que mandaba miles de jóvenes a morir en una guerra absurda que buscaba salvar la legitimidad de la Junta Militar, al tiempo que defendían los derechos de la Argentina sobre las islas y denunciaban el papel imperialista de Gran Bretaña y la Otan en la región.

Mientras muchos dirigentes e intelectuales democráticos, progresistas e incluso de izquierda veían en las Malvinas solo un enclave colonial, Bertaccini demostró como la ocupación militar de las islas formaban parte de un plan del imperialismo y que la guerra desatada por Galtieri sirvió como argumento a la Otan para luego instalar la base de Mount Pleasant.