El pasado 4 de junio falleció el entrañable camarada de dilatada y diversa actividad militante en nuestro Partido.
Ingresó a nuestras filas en los años ´60, en plena dictadura de Onganía, y su primera participación en una acción callejera fue un acto relámpago organizado por el Partido y la Fede en pleno centro porteño, contra la dictadura (que vino para quedarse 20 años) y por la libertad de los presos políticos.
Militó varios años en Barrio Centro atendiendo varios organismos. Muy polemizador y estudioso del marxismo, lector perseverante que le aquilató una vasta cultura general. Fue docente de historia.
Participó activamente en los debates del 16° Congreso, al cual adhirió y enriqueció con sus aportes en el área que le tocó actuar. Personalidad cálida y al mismo tiempo firme y sólido en sus enfoques y convicciones. De humor espontáneo sin rebusques vulgares y de sonrisa cómplice.
A finales de los ´80 se integró en el barrio de Villa Crespo, del cual fue su secretario durante años en un período por demás complejo y duro para todo el movimiento comunista y revolucionario mundial, cuando la desarticulación de la Unión Soviética. Su experiencia militante y docente fue clave para recomponer el barrio. Nos convocó para la reconstrucción partidaria a algunos camaradas que militábamos en diferentes frentes de masas. Siempre estuvo atento a las necesidades de los vecinos y ayudó a crear espacios de coordinación por reclamos populares.
Así fue que a instancias de su iniciativa y ante la descentralización y desmantelamiento de los hospitales y la salud pública, en el contexto de la oleada privatista de Menem, empezamos a construir el Movimiento en Defensa de los Hospitales y la Salud Pública, y como soporte político-teórico la publicación de la revista “Emergencia Sanitaria”, en la cual escribieron sus reflexiones algunos médicos de la Asociación de Médicos Municipales, como así también trabajadores de otras áreas de la salud.
Luego se trasladó con su familia al Municipio de Moreno, Provincia de Buenos Aires, continuando su aporte militante en el Partido y el MTL. Y posteriormente a su última morada, La Falda, Córdoba. Siempre acompañado por su familia, todxs militantes, sus hijas Mariana y Valeria, y su gran sostén afectivo y amor incondicional, Graciela.
Carlitos Da Silva fue un militante todo terreno, activó allí donde la vida y el Partido lo necesitó. No se ató a dogmatismos, estuvo atento a los nuevos fenómenos político, sociales y culturales, desde donde se nutrió para desplegar la línea partidaria y la construcción de poder popular.
Hasta siempre querido Da Silva