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Vie, Abr
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Perotti designó a un policía al frente del Ministerio de Seguridad de la provincia de Santa Fe. Desde la FJC de Rosario se cuestionó el nombramiento y la postura “represiva y punitivista” del gobernador.

La designación del comisario general retirado Rubén Rimoldi al frente del Ministerio de Seguridad de la provincia de Santa Fe, provocó cuestionamientos de buena parte de un amplio espectro que incluye a organismos de Derechos Humanos y sociales, así como los de partidos políticos.

Rimoldi es el tercer ministro de Seguridad que nombra el gobernador Omar Perotti y sucede en esa cartera a Marcelo Sain y Jorge Lagna, pero también es el primer policía que se hace cargo de esa función desde 1983.

Lagna tuvo que abandonar el cargo en medio de cuestionamientos por la creciente inseguridad que tiene su foco principal en Rosario, pero también por las que provoca la subejecución presupuestaria de las partidas destinadas al área Seguridad que para el presente año tiene una asignación de doce mil millones de pesos más otros tres mil millones habilitados por la Emergencia en Seguridad, de los que durante el primer trimestre sólo se habían ejecutado alrededor de 840 millones.

“Perotti representa a la derecha del peronismo en Santa Fe y, como tal, tiene una prédica que ya conocíamos ya que que entre otras cosas, es el que privatizó el Banco de Santa Fe”, recordó desde La Fede de Rosario, Paula Stange, quien también cuestionó la rechazó de Rimoldi.

“Es muy cuestionable y tiene ese rol represivo y punitivista que caracteriza a la gestión de Perotti que, durante su campaña de 2019, presentaba un slogan que era ‘Paz y orden’”.

Así las cosas, recalcó que “siempre tuvimos una postura bastante crítica sobre la casi militarización que avanza en particular sobre Rosario donde tenemos alrededor de trescientos muertos por año por narcotráfico”, algo que “sigue en aumento, más allá de que hayan traído a gendarmería y hayan pasado varios ministros de Seguridad”.

Y, en este sentido, hizo hincapié en que “también nunca pararon de crecer los casos de gatillo fácil, de los que muchos ni siquiera están registrados”, por eso “más que conseguir logros de paz y orden como plantearon en la campaña, sólo lograron que los niveles de violencia escalen cada vez de manera más preocupante”.