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Jue, Abr
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Con la intención de volver a recuperar el poder en la institución que le sirvió como vitrina para la política nacional, Mauricio Macri participará de las elecciones de Boca como candidato a vocal en la lista opositora que encabezara su amigo Andes Ibarra.

Mauricio Macri está contento porque obtuvo lo que el gobierno nacional no pudo, cuando gracias a que es presidente en la Fundación Fifa, se pudo sacar la tan ansiada foto con Lionel Messi. Pero, quienes lo conocen, aseveran que su conciencia no está del todo tranquila sabiendo que no puede conducir los destinos de Boca Juniors, institución donde forjó su carrera como político.

Es por eso que el ex presidente del club de la rivera, se lanza nuevamente a jugar en la política de xeneize, institución de la que fue titular durante doce años, hasta 2008. Según trascendió, su idea es anunciar esta noticia el 3 de abril, el mismo día en que Boca cumple 118 años, con lo que volverá oficialmente a la política boquense para darle fuerza a lista opositora encabezada por su amigo y ex ministro de Modernización de la Nación, Andrés Ibarra.

El macrismo viene haciendo una fuerte oposición a la gestión Jorge Amor Ameal y Juan Román Riquelme, con quienes en 2019 perdió tras 25 años en la conducción de Boca Juniors que era uno de los principales bastiones de su espacio político y su esquema de negocios, primero con el propio Macri y después de la mano de su principal operador en el Poder Judicial y en la AFA, Daniel Angelici.

Para Macri la derrota ante Riquelme en 2019, simbólicamente, significó perder una vez más contra quien como jugador lo desafió y derrotó en más de una oportunidad. Desde que hizo El Topo Gigio para acá, con su particular estilo, Riquelme se pronunció reiteradamente en contra de lo que fue la gestión de Angelici y también disparó no pocos dardos hacia el propio Macri.

El pase de facturas nunca se hizo esperar. Desde los recovecos del Poder Judicial, Angelici trabaja para horadar la gestión Ameal-Riquelme y si para muestra alcanza con un botón, ahí está la sugestiva actitud de la fiscal Celsa Ramírez, que en menos de dos años arremetió en varias ocasiones contra el club de la rivera: en 2021 clausuraron La Bombonera tras la solicitud de Ramírez, por un supuesto “exceso de concurrencia y omisión de recaudos”, algo con lo que volvió a amenazar hace un mes. “Habría que preguntarle de qué cuadro es”, ironizó en esta oportunidad Riquelme.

Va quedando claro que la camiseta de la fiscal es amarilla y también que el PRO no le pierde pisada al fútbol, algo que se corrobora con la incursión del macrismo en Independiente, donde con la victoria de la fórmula integrada por Fabián Doman y Néstor Grindetti, obtuvo una plaza codiciada que lo vuelve a poner en una posición de peso en la AFA, donde tras algunos desencuentros, su presidente Claudio Chiqui Tapia, mira con cierta cautela todo lo que se vista de amarillo.

 

La foto con Messi: el que se enoja pierde

 

A pesar de haber perdido algo de influencia en el fútbol local, ser el presidente Fundación Fifa sube las acciones de Macri en el universo de la AFA, al tiempo que revela la excelente sintonía que tienen sus relaciones políticas y comerciales con Gianni Infantino y, sobre todo, con los jeques cataríes que son los principales financistas del organismo. En un mundo donde los buenos contactos abren puertas, esto significa un valor agregado que el ex presidente puede hacer valer en dos universos que suelen aparecer imbricados: el del fútbol y aquel de la política local.

Algo de esto se vio durante la entrega de los premios The Best, que organiza la Fifa, donde Macri aprovechó y se sacó una foto con Lionel Messi que poco después posteó en su cuenta de Twitter con la leyenda: “Felicitaciones a Leo, Antonela, Dibu por esta noche muy especial. Gracias a Scaloni y gracias a todo el equipo. Qué orgullo nos han hecho sentir de ser argentinos estos muchachos!”.

La razón de la foto fue meramente protocolar, ya que los protagonistas debían posar con los dirigentes principales del organismo, por lo que al astro no le quedó mucha opción y es probable que tampoco le importe demasiado fotografiarse con Macri.

Por su parte, Lionel Scaloni, en la misma velada recibió el premio a mejor director técnico y no se conoce que haya posado con el ex mandatario ¿Se habrá ido antes? ¿No habrá querido sacarse la foto? No es una prioridad saberlo.

Esa noche el principal deseo de Macri, no era que a los argentinos nominados les vaya bien, sino lograr el cometido que nunca pudo conseguir en el mundial, ya que por disposición de Tapia, hubo una estricta prohibición de que políticos y funcionarios se acerquen a los jugadores.

El ex mandatario se pasó yendo a las concentraciones, al hotel y a los partidos, e incluso presionó para ser uno de los que entregue los premios después de la final, pero todos estos intentos fueron cortados de cuajo por el presidente de la AFA.

Para Juntos por el Cambio y sus corporaciones aliadas, esta foto significó tirarle gambeta al gobierno nacional, lo que se sumó a la que ya le había hecho el plantel cuando no quiso ir a Casa Rosada para repetir la foto del balcón de 1986.

Aquí vale reflexionar que más allá del color político, en una república al estilo liberal occidental, las acciones del seleccionado y sus dirigentes son casos donde suele confundirse Estado con Gobierno. Un ejemplo claro lo dio el plantel campeón de 1986, cuando pese a las diferencias que sus jugadores tenían con Raúl Alfonsín, fueron a La Rosada y hubo foto. Y todo a pesar de que, poco antes del Mundial, el propio Alfonsín pidió que Carlos Bilardo deje de ser el DT de La Albiceleste. Esa vez, el plantel entendió que sus logros representaron a una nación futbolera y no a un gobierno.

Entonces, la de Paris, como toda foto, tiene al menos una doble connotación, por lo que dice muchas cosas y también  habla sobre quién es políticamente el propio Messi ¿Pero tiene sentido caerle por eso al capitán de la selección? Quizás sea mejor seguir disfrutando la alegría que nos dio la Copa del Mundo, pero teniendo en claro que hoy por hoy, lo que se juega adentro de la cancha, no es sólo un partido de fútbol.