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Mar, Abr
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Política
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Hernán Lacunza defiende en el Congreso un Proyecto de Presupuesto indefendible. Cuando la presunta estabilización sólo trae más fragilidad. El país en riesgo que construyó Cambiemos.

Al cierre de esta edición, el ministro Hernán Lacunza era esperado en el Congreso, donde tenía cita para defender el Proyecto de Presupuesto 2020, en el que nadie cree.

Y no es que nadie crea porque se trata de un gobierno en retirada: nadie cree en el Presupuesto 2020, porque a fuerza de mentir, la Presidencia Macri se ganó una merecida, pero poco envidiable reputación.

Es que, desde 2015, La Rosada miente en casi todo lo que promete y, fundamentalmente, en cada uno de sus proyectos de Presupuesto.

Esta vez, la iniciativa que –además- va a tener que ejecutar otro gobierno, prevé un crecimiento del PBI del uno por ciento, inflación del 34 y el dólar a un precio promedio de 67 pesos.

En este punto, vale recordar que el de 2016 preveía una inflación del 25 por ciento, que el Gobierno Cambiemos llevó al cuarenta.

Para el año siguiente, ya con presupuesto propio, la previsión fue de diez a quince por ciento, pero en realidad trepó a 25 en el que fue el año menos malo del actual ejecutivo.

Por su parte, el quince presupuestado para 2018, se convirtió en 48 por ciento, mientras que para este año el gobierno previó una inflación de 23 y, si hay suerte, no estará por encima del 56 por ciento.

Todo  esto tomando como referencia el promedio que hace el Indec, aunque en las góndolas y -sobre todo- la canasta de subsistencia, la inflación siempre estuvo al menos cuatro puntos arriba.

Queda claro entonces que en lo que hace a la política macroeconómica, el Gobierno Cambiemos no es creíble, pero en la miroeconómica, es desastroso.

Pero además, el precio estimativo del dólar que fija la iniciativa gubernamental, es al menos cuestionable.

Y esto es así, entre otras cosas, porque la gestión monetaria que desarrolló Cambiemos, incentivó la demanda de divisa y destruyó la credibilidad del Banco Central, sobre todo, hacia dentro del propio universo de las finanzas.

Lejos quedó la pavada del dólar a 23 pesos que prometió Elisa Carrió, apenas anteayer. Pero tampoco es verosímil, el precio de 58 pesos que el gobierno pisa mientras cruza los dedos para llegar al 27 de octubre.

Sobre todo cuando –lentamente- se amplía la brecha con el dólar blue y porque el contado liquidación, cotiza un treinta por ciento más que el precio oficial.

Estas son sólo dos variables que atiende el Proyecto de Presupuesto 2020 que, como consecuencia del escenario que construyó Cambiemos desde diciembre de 2015, hace que cualquier proyección que se haga, se asiente sobre una verdadera ciénaga.

 

Encima, enojado

 

Así las cosas, el panorama para después del 10 diciembre es muy complicado, pero las trece semanas previas pueden ser letales, más aún cuando en La Rosada hay un mono con navaja que, encima, está enojado.

Un relevamiento del Centro de Estudios Scalabrini Ortiz (Ceso), da cuenta de que durante la segunda semana de este mes, los precios en los supermercados se catapultaron un 6,5 por ciento respecto al mismo período de agosto.

El trabajo de Ceso pone en evidencia el traslado que va teniendo a precios, la devaluación que fomentó el ejecutivo después de las Paso.

Vale recordar que, de acuerdo al Indec, en agosto la inflación creció cuatro por ciento, morigerada por la rebaja temporaria del IVA sobre alimentos de la canasta básica.

Pero lo significativo es que la inflación sigue creciendo, pese a la fuerte contracción que sufre el consumo. Y hace en un marco en el que cada variable está agarrada con alfileres.

El primer plan de estabilización que planteó Guido Sandelis, se presentó como una suerte de panacea universal, pero duró apenas cinco meses. Entonces fue el turno del segundo capitaneado por el titular del Banco Central y el resultado fue peor: en apenas tres meses ya había caducado.

Es que los planes de estabilización que se propuso el Gobierno Cambiemos, duran cada vez menos y esto lejos está de ser azaroso.

De ahí que a un escenario que se acerca peligrosamente a la posibilidad de ir hacia una estanflación, se le suma el riesgo de nuevas corridas cambiarias y, peor todavía, corridas bancarias.

El cepo, el default y el intento de los exportadores liquiden en el país  son medidas racionales, pero van a contrapelo de los paradigmas de clase del propio gobierno, que con estas iniciativas busca ganar tiempo.

Es que patear la pelota para adelante es lo que viene haciendo desde principios de 2018, cuando terminó de reventar el crédito que heredó y volvió a empujarnos al FMI.

¿Se le habrá acabado también la posibilidad de ganar tiempo? Difícil saberlo, pero está claro que la tiene cuesta arriba, aún con el plan de estabilización que presentó Lacunza.

Un indicador financiero clave a la hora de mantener ese equilibrio que pretende conseguir La Rosada, es el riesgo financiero, esto es, el Riesgo País que, ahora, está más elevado que en el ocaso de la Presidencia De la Rúa.

En septiembre de 2001 andaba por los 1400 puntos y ahora se coloca en el rango de 2000, después de haber tenido saltos que lo catapultaron por encima de los 2700.

En este punto vale recordar que las reservas efectivas de libre disponibilidad, de que dispone el gobierno para enfrentar una corrida son -más o menos- la mitad de lo que declara el Banco Central.

Es que después de cuatro años de apertura financiera, torpe e indiscriminada, cualquier aleteo puede transformarse en huracán. Y, todo esto, en un marco en el que la Presidencia Macri perdió la confianza del bloque electoral que lo apoyó en 2015 y 2017, pero también en buena parte del tándem de poder real al que ya no le sirve.