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Jue, Abr
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Política
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La Mesa de Enlace, la CGT y empresarios desfilaron por los despachos del ejecutivo que busca consensuar una fórmula que permita armonizar los precios de los alimentos de toda la cadena que acaba en las góndolas, cuadro tarifario, dólar, déficit y salarios.

Después de la súper-semana en la que el gobierno se sentó frente a frente con la Mesa de Enlace, todos los sectores que integran la cúpula de la CGT y buena parte de los empresarios vinculados a la cadena de productos alimenticios, sólo queda claro que lo que no está claro es quién es el que opera para que los precios de la canasta básica sigan aumentando, incluso, por encima de la inflación promedio.

Al menos esto es lo que se deduce de la versión oficial que los representantes de las patronales llevaron a La Rosada ¿Pero será tan así la cosa? Lo cierto es que mientras cada quien explica que el que se la lleva es el otro, el Indec confirmó un dato que se anticipaba y la inflación de enero se ubicó en el cuatro por ciento.

Esto se explica por un factor estacional, ya que Restaurantes y Hoteles subió un 5,4, también por el desafío del Grupo Clarín que aumentó las tarifas pese al congelamiento que rige para las de telefonía, cable e Internet. Y, asimismo, por otra disparada del rubro Alimentos y Bebidas que subió 4,8 por ciento.

Como se ve, la puja distributiva, que como sabemos es otro capítulo de la lucha de clases (Ver La quimera por el oro y Puja distributiva ¿quién se come la torta?) sigue haciendo de las suyas ¿Pero qué hace el gobierno?

Para el ejecutivo el balance que dejó la semana fue positivo, pero también confirma la certeza de que el acuerdo precios y salarios que le urge conseguir, está destinado a recorrer un sendero sinuoso, sobre todo si se tiene en cuenta de que va a tener que esforzarse para obtener datos claros que permitan establecer cuáles son las estructuras de costos de cada integrante de las diferentes cadenas de alimentos y, por ende, cuál es la incidencia que cada quien tiene en el precio final que se paga en góndola.

Este es el primer dato fuerte que surge de toda la ronda de encuentros de los últimos días, y explica por qué el gobierno se limitó a decir que va a estudiar los puntos de vista que expuso cada entidad, mientras sigue buscando avanzar en acuerdos sectoriales que permitan estabilizar los precios que inciden en la canasta básica.

En La Rosada siguen conformes con los acuerdos alcanzados con la industria aceitera y con la Asociación de Supermercados Unidos y el Consorcio de Exportadores de Carnes Argentina ABC. Por eso esperan poder ir con el mismo diseño sobre otros sectores, y se entusiasman con la posibilidad de que el sector privado se autorregule por medio de la creación de fideicomisos para subsidiar la producción y contener precios minoristas.

El ejecutivo le está dando señales fuertes a quienes inciden en la formación de esos precios. Por eso exhibe flexibilidad que le permitió frenar una posible escalada con la Mesa de Enlace, al tiempo que mantiene sobre la mesa la carta de las retenciones y los cupos.

De esta forma descomprimió la cosa con un sector al que –desde su mirada- necesita. Por ahora la jugada le salió bien, pero sabe que continúa caminando sobre un suelo inestable.

Así las cosas, el eje de todos estos encuentros estuvo atravesado por la búsqueda de una solución al problema que plantea la ecuación existente entre los precios de los alimentos de toda la cadena que acaba en las góndolas, cuadro tarifario, dólar, déficit fiscal y salarios.

Para el gobierno es clave que todos estos factores que afectan los diferentes precios de la economía, se enmarquen bajo un paraguas que permita sostener una inflación que anualizada se mantenga por debajo del treinta por ciento, cuando esté acabando 2021.

Esta es una carta que espera jugar el ministro de Economía, Martín Guzmán, cuando a fines de mes, viaje a Washington donde espera poder avanzar con el FMI en las negociaciones que permitan cerrar el nuevo Acuerdo de Facilidades Extendidas, antes de fines de mayo.

 

¿Puede haber alternativas?

 

Con la estrategia de vacunación en marcha, las tarifas de los servicios públicos relativamente contenidas a la espera de una futura reorganización del cuadro y el precio del dólar estabilizado, el gobierno espera avanzar durante el semestre en curso hacia el acuerdo de precios y salarios que signifique un pedestal para el Consejo Económico Social y, por qué no, el pacto político policlasista con el que sueña desde la campaña electoral.

Sabe que tiene poco margen porque, entre otras cosas, las restricciones que impuestas por la pandemia al primer año de su gestión, impidieron que pudiera avanzar en medidas que permitan reorganizar una política de subsidios que incrementa el agujero fiscal.

Como pocas veces antes, Argentina precisa los dólares que desde hace años le cuesta tanto conseguir y que durante el Gobierno Cambiemos se dilapidaron por medio de maniobras delictivas diseñadas desde la misma Presidencia.

En este sentido, desde principios de mes, el Ministerio de Desarrollo Productivo viene manteniendo reuniones con empresas que presentaron planes de importación, para lo que se requieren divisas.

Aquí vale citar que durante 2020 se importó por 42.356 millones de dólares, lo que significa que hubo una caída de 13,8 respecto al año anterior. Lo que se busca ahora es que este rango se mantenga, en un año en el que se espera un crecimiento de la economía de cinco puntos, algo que va a traer aparejada la necesidad de algunas empresas de importar más.

Entonces, orientar las importaciones hacia la producción local y sostener una balanza de comercio exterior superavitaria, es un objetivo clave que puede fomentar la reactivación del mercado interior, al tiempo que ayudaría a que el Banco Central cuide sus reservas que gradualmente se van recuperando y le sacaría presión al dólar.

Y a la hora de hablar de dólares, la mejora en la demanda y precios internacionales de trigo, girasol, maíz y soja augura un ingreso de algo así como 2.500 millones de dólares por retenciones para este año. Esto explica en buena parte la fumata blanca que tuvo la reunión entre el Presidente y la Mesa Enlace.

Esto puede significar un importante contrapeso para reducir déficit, pero también es combustible para las herramientas de que dispone el Estado a la hora de intervenir en la contención de precios. Y, aunque sea en parte, podría serlo para financiar herramientas capaces de intervenir fijando precios testigo en la comercialización de productos de la canasta básica, desde una perspectiva alternativa y virtuosa (Ver Se viene la pospandemia ¿y si vamos por otro tipo de normalidad?).