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Jue, Abr
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Política
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Se prevé que llegue a 29.160 en diez meses, pero contempla una cláusula de revisión a partir de septiembre. Y establece incrementos escalonados durante abril, mayo, junio, julio, septiembre, noviembre y febrero.

El Consejo del Salario Mínimo, Vital y Móvil (Smvm), acordó ayer una recomposición del 35 por ciento no acumulativos, pagadero en siete tramos que van desde abril hasta febrero, que alcanza a los alrededor de trescientos mil trabajadores que se desempeñan fuera de cualquier convenio laboral, así como a los 270 mil que cobran salario social complementario.
De acuerdo a este esquema, el piso de remuneraciones que ahora se ubica en 21.600 pesos, llegaría a 29.160 en diez meses, pero va a ser revisado a partir de septiembre. Y si bien la suma final tiene gusto a poco, el dato relevante es que durante abril y agosto contempla incrementos todos los meses.
Así las cosas la recomposición prevé un nueve por ciento en abril, cuatro en mayo y el mismo porcentaje al mes siguiente, tres en julio, cinco para septiembre, lo mismo en noviembre y en febrero.
La reunión fue encabezada por el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, y el ministro de Trabajo, Claudio Moroni, al tiempo que por la delegación de la CTA de los Trabajadores estuvo Hugo Yasky, por la CGT Héctor Daer y Carlos Acuña, y por la CTA-A Ricardo Peidro. Por su parte, por los empresarios estuvieron la UIA, las cámaras de Comercio y de la Construcción, Came y las patronales agropecuarias.
Lo acordado resulta escaso con una Canasta Básica de Alimentos que sigue trepando, lo que empuja a la línea de pobreza por encima de los sesenta mil pesos para el caso de una familia de cuatro integrantes. Pero también exhibe algunas de las tensiones del momento.
Es verdad que el Estado subvenciona al universo del trabajo que se realiza bajo relaciones de informalidad, que es el que tiene en el Smvm una referencia a la hora de pelear por el salario.
Pero asimismo lo hace con el del trabajo registrado, que sostiene su estabilidad por medio de regulaciones como las que obstaculizan despidos, así como a través del Repro y ATP que subsidian a los empresarios que sostienen fuentes laborales.
Esto también queda expresado en la cláusula de revisión que se habilita a partir de septiembre, lo que implica el reconocimiento por parte del Estado, las centrales de trabajadores y también de las cámaras patronales ahí representadas, de que hay un escenario sumamente volátil.
Sería interesante que las patronales, aprovecharan para reflexionar qué responsabilidad tienen en las causas que provocan esta volatilidad.
Pero más allá de esto, lo cierto es que este escenario, ineludiblemente, afecta también a todo lo acordado en las paritarias que lleva a cabo el universo del trabajo registrado que, por lo tanto, deben quedar supeditadas a una constante revisión.
Por otra parte, todo esto permite volver a poner el ojo sobre la existencia de un escenario atravesado por una creciente informalidad que se extiende sobre las relaciones laborales. Y exhibe con terrible crudeza de qué va esto del emprendedurismo, que no es otra cosa que el precariado instalado como paradigma de las relaciones laborales que pretende imponer el capitalismo, como mecanismo funcional a las necesidades que tiene este sistema en el actual momento de desarrollo que atraviesa su crisis.

Puja

Durante 2020 se emparejó algo la puja entre precios y salarios que bajo la Presidencia Macri, registraba un evidente desequilibrio a favor del universo del capital.
Para conseguir ese escenario, fue clave la intervención estatal por medio de la aplicación de subsidios, directos e indirectos, de los que se benefició el universo del capital.
La puesta en marcha de este tipo de herramientas, permitió también mostrar con más claridad que existe una apabullante cantidad de personas que sobrevive con muy poco y sin poder acceder a una relación laboral formal, con todo lo que eso implica.
Lo peor es que esta lógica del sálvese quien pueda, parece haberse instalado como una característica cultural, social, económica y política a partir de los años 90 y se profundizó con Mauricio Macri en La Rosada.
Durante 2020 11.382.417 personas tuvieron que solicitar el IFE para poder comer. Buena parte de ese universo tiene atada parte de sus ingresos a la referencia que establece el Smvm. Pero lo cierto es que se trata de personas concretas que fueron expulsadas hacia afuera de las relaciones existentes entre los universos del capital y el trabajo formalizado.