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Mié, Abr
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Política
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Luego de cuarenta años, el TOF de Bahía Blanca condenó a genocidas de la Triple A, entre ellos Raúl Roberto Aceituno, uno de los autores del asesinato de David “Watu” Cilleruelo, militante universitario de la FJC.

Un 3 de abril de 1975, Watu estaba volanteando en los pasillos con un compañero para convocar a una reunión, cuando fue interceptado por un grupo de la Triple A que le pegó un tiro y se retiró en el auto del Rectorado de la Universidad Nacional del Sur. Así la Alianza Anticomunista Argentina, encabezada por José López Rega, se llevaba la vida de David “Watu” Cilleruelo, un estudiante de Ingenería de la UNS, que era Secretario General de la Federación Universitaria del Sur y militaba en la Federación Juvenil Comunista.
Su causa fue paradigmática y su nombre resonó en todos los pasillos de su Universidad, como el de cada estudiante que sufrió el ataque de las fuerzas represivas en la época de la Triple A y en la posterior dictadura cívico-militar. Más de cuarenta años después, el Tribunal Oral Federal de Bahía Blanca finalmente condenó a cuatro miembros de la Triple A por delitos de lesa humanidad que fueron perpetrados entre 1974 y 1975 en esa ciudad, entre ellos, el asesinato de Watu.

“A veces pensaba que no se iba a poder dar porque todo lo de la Triple A estaba bajo cuerda. Sólo quiero agradecer infinitamente a todos y todas los que me acompañaron, presentes y a la distancia. Decirles que esto es por y para Watu. Pero también para todos los asesinados, los torturados, los humillados, los que debieron abandonar los estudios o el trabajo por sentirse amenazados, los que tuvieron que exiliarse”, recalcó su hermana, Raquel Cilleruelo, tras la condena.

El homicidio de Watu fue de Jorge Argibay, integrante de la custodia del rector de la UNS, quien de acuerdo con las pruebas presentadas por la Fiscalía estaba acompañado por Aceituno, recientemente condenado. Ese rectorado también dejó la proscripción de los centros de estudiantes, el cierre del comedor universitario, la proscripción de 497 títulos pertenecientes a la biblioteca, la expulsión de estudiantes y cesantías masivas de docentes por razones políticas.

La inclaudicable lucha del movimiento de derechos humanos y el apoyo de las organizaciones políticas fue clave en este y en muchísimos fallos que condenaron a los actores de la persecución. La lucha continúa, por Watu y por todas las víctimas del terrorismo de Estado. Nos hacemos eco de las palabras de su hermana: “por las familias sobrevivientes que tuvieron que juntar los pedazos y con toda la tristeza a cuestas, rehacer y rehacerse. No dejemos que nunca más haya gente con tanta capacidad de hacer daño. Por Watu, por los 30 mil, por todas las víctimas que aún no consiguen justicia. Memoria, Verdad y Justicia, ¡Watu Presente!”.