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23
Mar, Abr
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Política
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Poder acordar un esquema que permita pagar la deuda y seguir creciendo, es el desafío que se propone el Gobierno para el año entrante.

La búsqueda de una fórmula que permita pagar la deuda contraída ilegalmente por el Gobierno Cambiemos con el FMI, atravesó todo 2021 y se coloca como prioridad de la agenda del año que va a comenzar en pocas horas.

Por eso el miércoles próximo, en lo que va a ser la primera actividad fuerte del Gobierno, Martín Guzmán va a recibir a los gobernadores con los que Alberto Fernández acaba de firmar el Consenso Fiscal, ante quienes va a hacer una presentación sobre el actual estado de la negociación con el FMI.

Pero la reunión tiene un propósito que es mucho más profundo. Es que después de que -por errores propios o voluntad ajena- fracasara el intento de que pudiera prosperar el Proyecto de Presupuesto, hoy por hoy, para La Rosada vale su peso en oro el esquema de 23 gobernadores que logró sumar para construir el Consenso Fiscal.

Y lo vale en términos de política doméstica, pero por sobre todo porque se trata de un activo que sirve para poner sobre la mesa de la negociación con el Fondo que -entre otras cosas- pretende que el acuerdo al que arribe con Argentina, sea sustentable más allá de los cambios de gobiernos.

Pero asimismo para el Gobierno es fundamental la posibilidad de establecer acuerdos, por lo menos con una parte del bloque que comparte con el Frente de Todos (FdeT) la hegemonía del esquema de representación política.

Lo precisa a la hora de sentarse con el Fondo, pero también para encarar la tarea que está concatenada con “la mejor resolución” a la que se pueda arribar con el tema de la deuda.

Esto es algo en lo que volvió a hacer hincapié el Presidente en su mensaje navideño y que está en el propio ADN del Programa del FdeT. Es que el diseño de un acuerdo policlasita que se plasme en la idea de un Estado capaz de articular armónicamente a los universos del trabajo y el capital, sigue siendo un paradigma para el Gobierno, al tiempo que representa una herramienta conceptual principal para avanzar en el abordaje que sintetiza en el Plan Plurianual, con el que espera poner negro sobre blanco a la matriz exportadora basada -fundamentalmente- en la agroindustria, y las explotaciones hidrocarburífera y minera.

Pero este esquema se choca, al menos hoy por hoy, con lo que plantea el FMI. El Proyecto de Presupuesto que rebotó en el Congreso, preveía un crecimiento de algo más de tres puntos del PBI para 2022. Se trata de una perspectiva modesta si se tiene en cuenta que para recuperar lo perdido durante los últimos años y poder plantear una estrategia que incluya a las cuatro de cada diez personas que se encuentran bajo la línea de la pobreza, Argentina debe crecer de forma sostenida durante los próximos años, en un rango de cuatro a seis puntos anuales.

¿Pero qué plantea el Fondo? Básicamente pretende que se le ponga techo al crecimiento y que ese límite no supere los tres puntos. La cuenta que hacen sus técnicos es clara: por cada punto de crecimiento del PBI, se requiere que las importaciones crezcan algo más que tres.

Y esto es un problema para una industria como la de Argentina, que depende en parte de insumos y bienes de capital que no produce. Por lo que es preciso importar, si se quiere crecer y revitalizar el mercado de consumo interno, con el impacto positivo que esto trae en la construcción de empleo de calidad.

Pero la idea que tiene el FMI es que los dólares que produce Argentina, vayan a engordar las arcas del Banco Central, lo que desde esa mirada aceleraría el proceso que lleve a la meta del equilibrio fiscal. Todo para asegurar el pago en la forma en que se acuerde.

Pero en este punto vale volver a señalar que, en las actuales condiciones, cualquier esquema de pago es de cumplimiento imposible. Por eso es que a lo largo de todo el año, el ministro Guzmán insistió con la necesidad de que se establezca una arquitectura compleja que podría garantizar los pagos, al tiempo que facilitaría que quede algo para apuntalar estrategias de crecimiento. De esto va la propuesta hecha respecto a la devolución de Derechos Especiales de Giro y líneas alternativas de crédito como las que puedan surgir de futuros swaps y del fondo de resiliencia (Ver ¿Al Fondo? ¡Mejor a fondo! y Roma no cree en lágrimas).

En este contexto, el Gobierno sigue levantando la bandera del equilibrio fiscal y enfrenta 2022 con la idea de reducir la emisión todo lo que sea posible, pero sin que esto acabe atentando contra el financiamiento que se precisa para crecer. Y, en esta línea, sostiene el criterio de ajustar a cuenta gotas conforme la economía crezca, tal como se hizo durante los últimos meses. Para esto, es fundamental el trabajo con los gobernadores, incluidos los tres radicales, que se plasmó en el Consenso Fiscal. Por todo esto, si 2021 fue el Año de la Deuda, 2022 promete seguir siéndolo.