Política
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Comienza el Mundial Qatar 2022, todas las selecciones presentaron  sus listas de jugadores y nosotros también. Porque en tiempo de tanto facho con botines y silobolsa, viene bien recordar aquello de que no hay que manchar la pelota.

“Los jugadores son lo más sano que tiene el fútbol” es una frase que, con sentido canónico, suele recorrer transversalmente el discurso que domina el universo de la massmedia dedicada a los deportes ¿Pero será tan así? Esta es una pregunta válida, sobre todo, después de la reacción casi gregaria de apoyo tuvo la candidatura de Jair Bolsonaro entre jugadores actuales y retirados de la selección brasilera que con Neymar, Dani Alves y Rivaldo a la cabeza, lo hicieron público prestándose a la foto y por medio de discursos que harían aparecer a Milei como un elegante tory británico.

Sí, en más de siglo y medio de competencias internacionales y en los albores de la vigésimo segunda edición del Mundial, la pelota se manchó demasiadas veces, desde los escritorios y también como consecuencia de lo hecho por algunos de los que cada domingo se calzan los botines.

Y como no es cuestión de caerle sólo a La Canariña, hay que señalar que algunas de las figuras más icónicas de nuestra selección nada tienen que envidiarle a los del Scratch du Oro. Si el Batigol hubiera puesto en Corea-Japón el mismo empeño que demostró a la hora de resistir pagar el Aporte Extraordinario Solidario, quizás hoy la albiceleste tendría otra estrellita dorada sobre su escudo.

Pero en esta conducta antisocial, Batistuta no está solo. Entre los más destacados de ese equipo, aparecen Leonardo Ponzio sentado sobre el silobolsa, Christian Bassedas, Diego Placente y Carlos Tévez quienes se ganaron un lugar a fuerza de presentar cautelares y denunciar que el Aporte Extraordinario no era solidario sino “confiscatorio”.

La lista es larga y provoca bronca, porque en ella aparecen jugadores que en la cancha construyeron muchos momentos de alegría, tipos que fueron pibes pobres a los que sus condiciones y esfuerzo, pero sobre todo el reconocimiento popular les dio mucho. Por eso triste ver que, a la vuelta de la esquina de la vida, se comportan como verdaderos desclasados.

Pero ninguno de estos le llega ni a las canilleras a Edgardo Andrada. El Gato fue ídolo en Rosario Central, tuvo un paso fugaz por la selección nacional y ganó un lugar en la historia del fútbol cuando, jugando para Vasco da Gama, Pelé le marcó el que sería su gol número mil. Y también se hizo de un sitio en el libro de la ignominia mundial, debido a su participación como personal del Servicio de Inteligencia del Ejército en el tristemente recordado Destacamento de Inteligencia 121 de Rosario, durante la última dictadura.

Por esos caprichos de la historia, Andrada quedó estampado para siempre en la fotografía de uno de los tantos momentos de gloria que protagonizó Pelé, quien también debe recordar -si hace un poco de memoria- a un pibe de veinte años que, el 13 de enero de 1966, lo volvió loco cuando el Santos se presentó en Tucumán para jugar un partido con un combinado de la Federación local. Se trataba de Juan de la Cruz Kairuz, quien una década después había colgado los botines para servir a Carlos Blaquier y, en esa función participó en la desaparición forzada de una treintena de obreros del Ingenio Ledesma.

Pero en esto de ser genocidas activos, Andrada y Kairuz, tienen varios predecesores. Quizás el más destacable sea quien fue capitán de la selección francesa que jugó el primer partido de los mundiales. En Uruguay 1930 Alexandre Villaplane se calzó el brazalete de Les Bleus, pero una década adelante lo cambió por aquel del círculo blanco con la esvástica, cuando en plena ocupación nazi de Francia fue miembro de la Carlingue, que es el nombre que adoptó la Gestapo en el territorio dependiente de Vichy. Su crueldad hizo que se ganara el apodo “SS Mohammed”, pero también lo puso frente al pelotón que lo fusiló el 26 de diciembre de 1944.

Estos son algunos de esos botones que alcanzan como muestra a la hora de desmitificar aquello de que “los jugadores son lo más sano que tiene el fútbol” ¿Acaso podría ser de otra forma en un escenario en el que pibes que suelen arrancar de familias empobrecidas son formados, absorbidos y tratados como mercancías por un esquema de negocios en el que se exaltan muchas de las peores características del sistema capitalista? ¿Será que todo está tan podrido? ¿Acaso nadie puede sacar la cara para salvar al fútbol? ¿Quedará en algún lugar una bandera que siga justificando este amor que muchos tenemos por jugar a la pelota?

Quizás todo esto sea imposible. Pero para los nostálgicos que todavía resistimos abandonar el aroma del potrero, siempre hay una luz de esperanza. Por eso, en estos tiempos de Copa del Mundo y como la Fifa nos apura para que demos a conocer la lista definitiva, Nuestra Propuesta presenta su seleccionado compuesto por jugadores que, con su actitud defendieron y defienden posiciones ideológicas que, como dice Ignacio Taibo II, los hacen merecedores de ser considerados de los nuestros.

Ahí va, entonces, la NuestraPropuesneta y crucemos los dedos para que no se nos manque ninguno a último momento.

 

        Arqueros

 

  • Lev Yashin: Ya por el hecho de jugar en el Spartak de Moscú merece nuestra simpatía. Pero a la hora de citar un dato significativo para incluirlo en esta lista, ahí aparece su negativa a sumarse al Real Madrid, cuando Santiago Bernabéu le ofreció el oro y el moro para que desertara de la Unión Soviética. En ese momento, la Araña Negra era, entre otras cosas, campeón de la Eurocopa y Balón de Oro.

 

  • Claudio Tamburrini: Pese a que nunca fue jugador de élite, vale incluirlo porque su historia es relevante. Era titular de Almagro, equipo que por entonces jugaba en la segunda categoría de la AFA, pero también era militante de izquierda y por eso durante la última dictadura lo secuestraron, estuvo desaparecido y se fugó del centro clandestino donde lo tenían. Desde entonces permaneció varias semanas en la clandestinidad protegido, entre otros, por el Partido Comunista que logró sacarlo del país. Acabó en Suecia donde siguió adelante con la carrera de Filosofía que antes estudiaba en la UBA. Se graduó y especializó en ética y deportes. Y siguió jugando fútbol.

 

  • Nahuel Guzmán: fue campeón del fútbol argentino con Newell’s Old Boys, subcampeón de América en dos oportunidades con la selección y subcampeón del mundo de clubes con Tigres de México. Pero también es militante de la Agrupación Hijos.

 

  • Ronnie Hellström: Fue el arquero de la selección de Suecia que jugó el Mundial 1978. El día que arrancó el certamen, en lugar de asistir a la ceremonia de inauguración presidida por Videla y João Havelange, Hellström acompañó a Madres de la Plaza de Mayo en su ronda semanal. “Decidí hacerlo porque era una obligación que tenía con mi conciencia”, señaló años más tarde.

 

        Defensores

 

  • Juan Cruz Komar: Probablemente, de los que componen nuestro equipo, este defensor sea el que menos roce internacional tiene, aunque se destacó en el plantel de Talleres que recientemente jugó cuartos de final de la Copa Libertadores. Pero por encima de todo esto, es un tipo comprometido con la militancia social y de derechos humanos que nunca oculta su admiración por la Revolución Cubana.

 

  • Alberto Tarantini: Para el Mundial 1978, no tenía club ya que se había negado a firmar un contrato que le intentó imponer Boca Juniors, lo que fue muy mal visto por la dictadura que consideró a este hecho como un acto de reivindicación sindical, algo que estaba prohibido por esos días. Pero pese a esto, Tarantini que era un pibe de barrio, aprovechó su posición como jugador de la selección para pedir por la libertad de personas que habían sido secuestradas. Tampoco quiso darle la mano a Videla. Hay una anécdota que lo pinta de cuerpo entero: cuando el dictador fue a los vestuarios tras la victoria contra Perú, en la que Tarantini hizo un gol, Videla fue dándole la mano a cada jugador. Tarantini se estaba bañando así que se enjabonó la mano adelante de todos, se la pasó por las bolas y, recién ahí la estrechó con la del genocida. Todo un gesto.

 

        Volantes

 

  • Diego Maradona: ¿Hace falta decir por qué debe jugar y ser el capitán de nuestro equipo? (Ver Diego, en la eternidad).

 

  • Héctor Enrique: Campeón del mundo en 1986, fue el que inició la jugada del mejor gol de todos los tiempos que concretó Diego Maradona. Un jugador excelente y con clara posición política. “Todo el mundo me dice que no me meta, que me calle la boca, pero estoy podrido de callarme la boca”, recalcaba al cruzar públicamente a Hernán Lombardi, para denunciar al macrismo que “se adueña de palabras como si fueran suyas: patria, república, bandera, pueblo”. Y preguntaba “¿de la deuda no se adueña, dónde está la plata de la deuda? Este es sólo un ejemplo que habla a las claras de que Enrique sabe para qué equipo juega.

 

  • José Luis Lanao: Fue integrante de La Fede, campeón mundial juvenil en Tokio 1979 y ya como profesional, pasó por Unión de Santa Fe, Huracán, Vélez y algunos equipos de España como Salamanca donde terminó su carrera como futbolista para dar pasó a la de periodista. Y como tal, desde sus columnas, ayuda a ponerle luz al universo que rodea a la pelota.

 

  • Paul Breitner: Fue un jugadorazo, pero también tuvo una clara posición respecto a asuntos políticos y sociales. Era campeón del mundo y rechazó participar en Argentina 1978 como forma de repudio a la dictadura. Pero como para que esto quede claro, cuatro años más tarde volvió a jugar un mundial, esa vez en España donde se proclamó subcampeón.

 

  • Rachid Mekloufi: Figura del AS Saint-Étienne durante los años 50 y 60, lideró el éxodo de jugadores de origen argelino que se escaparon (¡literalmente escaparon!) de Francia en 1958, para enrolarse en las filas del equipo de fútbol del Frente de Liberación Nacional. Junto su compañero Mustapha Zitouni (a quien también sumamos a nuestro equipo) eran las estrellas de Les Bleus, pero no dudaron en abandonar la concentración francesa que se preparaba para disputar el Mundial de Suecia. En ese certamen, Francia resultó tercera, con los argelinos hubiera sido imbatible.

 

  • Afonso Guimarães da Silva, Afonsinho: Como dicen los brasileros, este tipo sí que tocaba música cuando tenía una pelota en los pies. Pero nunca jugó un mundial. Es que tenía una posición política clara y la hacía pública. Afonsinho decía cosas como que no le gustaba que los jugadores fueran “esclavos de los dirigentes y de los empresarios”, pero también manifestaba su admiración por el Che Guevara y justificaba la resistencia civil armada contra las dictaduras latinoamericanas. “Si no me fui a combatir, fue porque elegí dar mi lucha en el terreno del fútbol. Probablemente, y por como terminaron las cosas, debo estar agradecido al fútbol porque me dio la oportunidad de jugar y de expresarme sin necesidad de recurrir a la violencia”, dijo en declaraciones a la prensa. Por cosas como esta, lo persiguió la dictadura de Garrastazu Médici y lo dejaron afuera de la canarinha. Cuando se retiró, construyó una escuela de fútbol que le da un lugar en el mundo a pibes empobrecidos por el sistema capitalista. Sin dudas es otro más de nuestro equipo.

 

  • Sócrates: ¿Cómo se podría olvidar a lo que jugaba este ñato? Pero además de todo lo que sabía hacer con la pelota, fue militante del Partido de los Trabajadores y tuvo un papel clave en la construcción de la Democracia Corintiana que, en años de dictadura, fue un desafío que provino desde el lugar más inesperado: el Club Corinthians. Se lo recuerda celebrando sus goles con el puño cerrado, en alto, y también porque nunca ocultó su admiración por la Revolución Cubana a punto tal que uno de sus hijos fue bautizado Fidel. Los que lo padecimos, como en aquel partido del Mundial 1982, lo extrañamos en las canchas y fuera de ellas también.

 

  • Wim Rijsbergen: “Sabíamos de los desaparecidos”, dijo años después y añadió que “fue muy conmocionante” la visita que este jugador de la selección de Holanda, llevó a cabo a Madres de Plaza de Mayo. El encuentro tuvo lugar en medio del Mundial 1978 y para poder entrevistarse con las Madres, Rijsbergen tuvo que sortear el cerco con que la dictadura intentó aislar a las delegaciones extranjeras, en su afán por evitar que entraran en contacto con lo que realmente pasaba en Argentina. A la hora de recibir los trofeos, los holandeses se fueron a los vestuarios para no dar la mano a Videla, Massera y Agosti. Y, antes de la final, otros jugadores holandeses se reunieron con Madres de la Plaza de Mayo.

 

  • Raí: “Voto por Lula porque respeto todos los colores. Voto por Lula porque soy antirracista y antifascista”, canturreó sonriente para un spot de la última campaña presidencial, este brillante jugador, hermano de Sócrates e hijo de la Democracia Corintiana, militante de izquierda y campeón del mundo con Brasil en 1994.

 

  • Alejandro Sabella: Lo podemos poner como DT, pero también como jugador ya que fue un excelso 10 que la descosía y se quedó afuera en el último tamiz de la selección que, finalmente, ganó el Mundial 1986. Desde joven fue militante de izquierda, un tipo comprometido con la lucha social y por los derechos humanos.

 

  • Juninho Pernambucano: Es uno de los emblemas del Inter de Porto Alegre y del Lyon francés donde desarrolló buena parte de su carrera profesional. Vistió la verdeamarella en el Mundial 2006 y, aunque es un crack, tres meses atrás publicaba un video en el que reconocía que “el crack más grande de Brasil está de vuelta, el tipo que sólo trajo alegría a la gente”. Así volvía a manifestar su apoyo a Lula y a reafirmar una postura de izquierda que lo llevó a resistir públicamente a Jair Bolsonaro. “Me revuelco cuando veo jugadores y ex jugadores de derecha. Nosotros venimos de abajo, somos pueblo”, definía en 2018 ante el apoyo de varios jugadores a Bolsonaro.

 

       Delanteros

 

  • Éric Cantona: Seguro que Mbappé, Griezmann, Benzema y todos estos Les Bleus de ahora sólo alcanzarían a lustrarle los botines. Pero además de esto, como jugador fue un propulsor de la sindicalización del sector y es protagonista posturas públicas críticas de la financierización y la posición guerrerista de Francia y Europa.

 

  • Carlos Caszely: Durante el gobierno de Salvador Allende integró Unidad Popular, particularmente dentro del espacio del Partido Comunista. Por entonces, Volodia Teitelboim lo definió como “un gran deportista y un joven que entiende el proceso revolucionario que vive su país”. Durante la dictadura tuvo una postura clara y, aún con las idas y vueltas que da la vida, siempre se mantuvo en una posición digna.

 

  • Didier Drogba: Desde 2002 Costa de Marfil era escenario de una permanente matanza que, como pasa habitualmente, tenía como carne de cañón a los empobrecidos del sistema. El 8 de octubre de 2005, Les Éléphants superaban a Sudán y sellaban su pase a Alemania 2006. En este contexto, el goleador de la selección encabezó un movimiento que logró que se avance en un cese de hostilidades, en una guerra civil atravesada por contradicciones entre facciones tribales y motorizada por intereses imperiales. Le puso el cuerpo a la cosa y por eso lo convocamos para nuestro equipo.

 

  • Cristiano Lucarelli: Después de hacerle un golazo a Moldavia en un partido de la selección italiana Sub-21, se sacó la azzurra para mostrar a las cámaras que transmitían en directo por televisión, una camiseta con la efigie del Che. Así se presentaba en sociedad este hijo de comunistas, que a su vez se reconoce comunista, nacido en la cuna del PC de Italia. Lucarelli jugó en varios equipos, entre otros Nápoli, Valencia y por supuesto la selección de su país. Siempre fue goleador, pero su lugar en el mundo es Livorno y el Partido Comunista. Y siempre actuó en consecuencia con su ideología.

 

  • Frédéric Kanouté: Francés hijo de padres oriundos de Malí, cuya selección representó. En 2009 reafirmó su compromiso con la causa del pueblo palestino cuando, al convertir en el triunfo que su equipo Sevilla le propinó al Deportivo La Coruña por la Copa del Rey, celebró exhibiendo una camiseta negra que llevaba debajo de la casaca palangana, donde se leía simplemente la palabra Palestina. En esos días, Israel desataba su furia -una vez más- en constantes y feroces bombardeos contra la Franja de Gaza. Lo amonestaron y la Federación Española de Fútbol le impuso una multa de tres mil euros. Kanouté pagó y, públicamente, dijo que estaba orgulloso de lo que había hecho.

 

         DT

 

  • Marcelo Bielsa: Es un militante de esos que suelen colocarse del lado correcto de la vida. Cuando se puso al frente de la selección de Chile, una de las primeras cosas que hizo fue llevar a los jugadores al estadio nacional y, ahí, les dio una clase en la explicó todo lo que había pasado en ese lugar tras el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 y durante la dictadura encabezada por Augusto Pinochet.