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Mié, Abr
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Política
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De nación a provincia y de provincia a municipios, los presupuestos de Cambiemos se caracterizan por un brutal ajuste que carga sobre comunas y trabajadores el costo de los recortes. Mientras se baja la carga impositiva a las grandes empresas. El de Vidal se inscribe en esa lógica, pero también en el plan de reelección.

El martes, en la Legislatura, comenzó la discusión sobre el Presupuesto 2019 de Vidal para la provincia de Buenos Aires. En la Comisión Bicameral de Presupuesto e Impuestos, el ministro de Economía Hernán Lacunza, defendió la iniciativa de la gobernadora.

El proyecto que busca aprobar Cambiemos se caracteriza por: el recorte en términos reales -en relación al año pasado- en los fondos destinados para inversión social, la transferencia de obligaciones presupuestarias desde la provincia a los municipios con lo que, muchas de ellas como en transporte, recaerán sobre las espaldas de los trabajadores.

Pero también intenta imponer la suba del Impuesto Inmobiliario rural y urbano, y la ampliación de beneficios a empresas a través de la reducción de Ingresos Brutos.

Sobre la transferencia de obligaciones a los municipios, Lacunza expresó que “la Nación transfiere a las provincias una serie de responsabilidades, entre ellas, la del subsidio al transporte automotor, y entendemos que todos los niveles de gobierno tenemos que hacer un esfuerzo para adecuar nuestros recursos y gastos al equilibrio que necesita la Nación”.

Las declaraciones del funcionario describen a la perfección el modelo económico del macrismo. Las transferencias de recursos siempre se efectúan en un sentido altamente regresivo: del trabajo al capital y, en este caso, de los municipios a la provincia.

Este mecanismo remite a una de los más viejos anhelos del neoliberalismo: cuando no la privatización, la municipalización de las obligaciones sociales del Estado.

La línea argumental de Lacunza, que es la línea argumentativa del stablishment, hace pie en eufemismos tales como “responsabilidades” y “eficiencia”. Así lo expresó el martes: “todos tenemos que ser conscientes y corresponsables en lograr un Estado que se autofinancie y que baje la presión impositiva a los ciudadanos, tal como lo hace la Provincia”.

Sin embargo, la presión impositiva sólo baja para las grandes empresas que se verán beneficiadas por una reducción del pago por Ingresos Brutos.

Alrededor de diez mil millones de pesos es lo que dejará de recaudar la Provincia por este tributo, mientras que va a aumentar un 38 por ciento el impuesto inmobiliario rural y urbano.

Pero, hecha la ley hecha la trampa: el impuesto inmobiliario para el sector rural casi no tendrá impacto, ya que de los 2.800 millones que se estima recaudar por ese concepto, el campo será compensado con una eximición de 2.500 millones en concepto de Ingresos Brutos.

Tal como sucede con el Presupuesto nacional, uno de los pocos rubros que muestra un crecimiento sostenido, en términos reales, es el de los fondos destinados al endeudamiento. El proyecto de Vidal estima que la provincia -en 2019- se endeudará por casi setenta mil millones de pesos, sólo para pagar vencimientos de deuda y evitar la cesación de pagos.

 

Estrategia 2019

 

La estrategia de Vidal para 2019 parece clara: el ajuste en año electoral recaerá sobre los municipios. Ello le permitirá, luego, usar con discrecionalidad las partidas presupuestarias, financiando a las comunas que gobierna Cambiemos y castigando a las de la oposición.

Este es el motivo por el que al día de hoy la sanción del Presupuesto no está garantizada, aunque con la reciente aprobación del Presupuesto nacional, todo indica que no habría mayores sobresaltos en la provincia.

En este contexto, algunos de los intendentes del peronismo ya mostraron los dientes ante el proyecto. Ahora resta ver hasta dónde llega cada uno en el tire y afloja de las negociaciones.

Sin más, vale recordar que apuntalar a Vidal es apuntalar el proyecto de la derecha de cara al próximo lustro. Y esto es lo que hizo el gobierno al establecer una actualización anual por el “Fondo del Conurbano” con el que Macri compensa a la provincia por medio de la actualización de la coparticipación de diversos impuestos, entre ellos, Ganancias.

Ahora, la gobernadora espera que la Nación le transfiera algo más de veinte mil millones de pesos en concepto de compensación. ¿Para qué usará esos fondos? Para poner en marcha el plan electoral que le garantice ganar la elección provincial el año que viene.

La gestión municipal tiene la ventaja -pero también la desventaja- de la proximidad con el vecino. Por eso el ajuste que en principio Vidal trasladó a los 135 municipios de la provincia, se sentirá mucho más fuerte en aquellos distritos a los que no lleguen las “ayudas” discrecionales del ejecutivo.

Eso, sumado a la enorme disparidad presupuestaria que hay entre las localidades bonaerenses -no es lo mismo Tigre que Merlo o Vicente López que Almirante Brown-, preanuncia un escenario de balcanización de la provincia.

En términos políticos es el escenario que más le conviene a Vidal. La asignación discrecional de los fondos a los municipios le permitirá hacer mella entre los intendentes, especialmente entre los cercanos a Unidad Ciudadana y los que, siempre bajo el paraguas del peronismo, mantienen una posición “dialoguista” con la gobernadora.

Estos últimos, cada vez más expuestos, no disimulan en garantizar el plan de ajuste, tal como hizo el bloque de Pichetto al votar en el Senado el Presupuesto diseñado por el Fondo Monetario.

Pero, con el período electoral ya inaugurado, las grietas se agrandan cada vez más y ya no hay espacio para medias tintas, al menos en términos políticos.

El anuncio del Pino Solanas de que pasará a conformar un interbloque con el grupo comandado por Cristina Fernández y la ruptura de Alperovich y Mirkin con el bloque Argentina Federal, no hace más que visibilizar las contradicciones -cada vez más polarizadas- en el escenario nacional.

En ese marco, la provincia de Buenos Aires es –y será– uno de los escenarios privilegiados para la contienda electoral. La reelección de Macri depende, en parte, de la reelección de Vidal. La derecha lo sabe y el diseño del Presupuesto bonaerense apunta a garantizar el plan de continuidad de Cambiemos en el gobierno.