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Sáb, Abr
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Política
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Familiares de los submarinistas se manifestaron para exigir que se investigue a fondo. Desidia gubernamental, un factor común en los casos del San Juan y el Rigel.

Mauricio Macri dejó grabado su breve mensaje de condolencias, firmó el decreto que estableció tres días de duelo nacional y se fue a Luján, donde participó de una farra organizada por el presidente de Disney Argentina, Diego Lerner, en la que entre otros personajes de la farándula, estuvieron Adrián Suar y Marcelo Tinelli, así como su amigo del alma, Nicolás Caputo.

No es la primera vez que hace algo así. En abril siguió jugando golf, a pocas cuadras de donde familiares de los 44 tripulantes del ARA San Juan requerían su presencia.

Es que, a lo largo de un año, quedó claro que la desaparición del submarino es un hecho incómodo para el Gobierno.

Y lo es desde el principio, cuando el ministro Oscar Aguad se enteró por un diario digital que uno de los tres submarinos que posee la Armada estaba perdido.

De ahí en más fue el turno de los intentos gubernamentales y de su aparato massmediático para sacarse de encima la responsabilidad sobre el hecho, pero también las operaciones para ocultar el reclamo de algunos de los familiares de los tripulantes -entre otras cosas se encadenaron en Plaza de Mayo- que exigían que el gobierno busque el submarino y explique por qué se fue a pique.

Desde que se supo que el ARA San Juan estaba perdido, La Rosada y su massmedia intentó echarle la culpa al gobierno anterior y al astillero Tandanor, encargado de su reparación de media vida, pero el tiempo transcurrido desde entonces y las certificaciones que oportunamente hizo el fabricante del submarino, echaron la maniobra por tierra.

En su afán por desmarcarse cargó toda la responsabilidad en la Armada, al tiempo que operó para desprestigiar la demanda de familiares que no se conformaban con la parsimonia demostrada a la hora de arbitrar los medios necesarios para la búsqueda.

Y, con éxito, consiguió aislar la lucha de familiares de los tripulantes de otros reclamos, aún de aquellos similares, como la que aún llevan adelante quienes perdieron seres queridos en el pesquero Rigel, hundido en junio en el Mar Argentino, cerca de Mar del Plata.

Así, el ejecutivo logró instalar la idea de que lo del ARA San Juan, nada tiene que ver con la actitud de un gobierno que se desentiende de la defensa del patrimonio estatal, pero también al que poco le importan los ciudadanos argentinos.

De ahí que todo lo que hizo el ejecutivo desde el 15 de noviembre de 2017, fue montar una tapadera e intentar ganar tiempo. Por eso los constantes dislates de Aguad y la reticencia y desplantes de Macri a la hora de recibir a los familiares.

Pero todo esto cambió el 15 de noviembre, cuando a un año de la desaparición, Macri volvió a la Base Naval de Mar del Plata y, esta vez, lo hizo para encabezar un acto que tuvo solemnidad, en el que el presidente ensayó -todo lo mejor que pudo- un rictus de compunción acorde a la circunstancia.

Pero el montaje, según denuncian algunos familiares, se desnudó apenas dos días después cuando el buque Seabed Constructor encontró el ARA San Juan.

Ahora, la empresa Ocean Infinity, a cargo de la búsqueda, cobrará su recompensa de 7.500.000 dólares. Algunos familiares exigen que el submarino se reflote y, en este sentido, ayer se manifestaron ante la Base de Mar del Plata y en Plaza de Mayo.

Desde el gobierno ya se anticipó una respuesta. El ministro Aguad dijo que “sería un disparate” reflotarlo, pero como parte de la sociedad, algunos familiares confían en que a 950 metros bajo el mar hay respuestas, al tiempo que descreen de la versión oficial que -además- es contradictoria.

Mientras tanto, el ejecutivo se propone naturalizar el episodio y cerrarlo cuanto antes. En su escueto mensaje, el presidente habló de “una heroína y 43 héroes que dejaron un vacío irreemplazable en la vida de sus seres queridos”, pero nada dijo sobre las responsabilidades que busca diluir en mandos intermedios, para dejarlas lejos de aquellas que indelegablemente corresponden al ministro de Defensa y al comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas.

 

La tragedia del Rigel

 

Cuando el 15 de noviembre Macri estuvo en Mar del Plata, cerca de la Base Naval se manifestaban familiares de las víctimas del Rigel, para denunciar que el Estado hace la vista gorda y permite que pesqueros salgan al mar sin reunir las condiciones mínimas.

Como otras veces, entonces estuvieron con ellos representantes de la CTA y diferentes organizaciones -entre ellas el PC- cuyo titular local Pedro Ferrer, repudió “el cinismo al que nos tiene acostumbrados este Gobierno, que tiene un desprecio por la vida humana que es típico de un modelo neoliberal que condena a miles de argentinos a la pobreza y la miseria”.

En este caso, explicó, “esto se verifica en la actitud de Prefectura que tiene que controlar las condiciones en la que los barcos salen a navegar”, algo que “beneficia a las empresas que así obtienen ganancias con la pesca y no invierten en nada”.

Y denunció que “el Estado no interviene cuidando los barcos ni a los trabajadores y, además, el manejo de los fileteados quedó en manos de insensibles que ponderan sus ganancias a las condiciones humanas”, tras lo que remarcó que en un contexto de creciente desocupación, crece la cantidad de personas que para conservar su trabajo, deben aceptar condiciones de flexibilización laboral.

“El noventa por ciento de los empleados del puerto no está registrado, por eso acompañamos esta lucha junto a los familiares y trabajadores”, explicó y añadió que “desde la Conat estamos junto a los familiares del Rigel”.