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Mar, Abr
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Se conmemora un nuevo aniversario de la fundación de la República Popular China, liderada por Mao Zedong, proceso que triunfó el primero de octubre de 1949.

Con el triunfo en China de la revolución dirigida por el Partido Comunista, que encabezaba MaoZedong, triunfaba por primera vez en la historia una revolución que abría paso, una vez culminada la reforma agraria, a la construcción y transformación socialista en un país semicolonial y semifeudal, oprimido por el imperialismo y en disputa entre diversas potencias imperialistas: el país más poblado de la tierra con el ochenta por ciento de campesinos, principalmente pobres.

La Revolución China fue un enorme paso adelante y realizó aportes fundamentales para todo el movimiento obrero y comunista internacional.

Hay periodos significativos en la Historia de la Revolución. Influenciaron en ella los sucesos de la Primera Guerra Mundial y también el triunfo de la Revolución Socialista de Octubre, en Rusia.

Se inicia entonces la asimilación del marxismo-leninismo en la clase obrera, los estudiantes y la intelectualidad china. En 1911 se produjo una revolución burguesa en China comandada por SunYatSen, donde se instaura la república que aunque por su condición de clase, no resolvió el problema de la tierra y la liberación, por lo que fue rápidamente derrocada.

Luego se produjo el movimiento del 4 de mayo de 1919, que unió a obreros y estudiantes. Y, en 1921, se funda el Partido Comunista de China.

Sin lugar a dudas, China ha crecido significativamente desde el establecimiento de la República Popular en 1949, principalmente desde el periodo de reforma y apertura. Ello significó la apertura de China al mundo mediante las zonas económicas especiales, acompañado de sucesivas reformas de la estructura agrícola y de cambios relevantes en el sector industrial.

En ese marco, se ha producido hasta el día de hoy el pasaje de gran parte de la población rural a la ciudad. La cantidad de ciudades nuevas en China es un fenómeno muy particular, promovido por el Estado.

Así en tanto, una de las aportaciones más importantes del pensamiento Mao Zedong ha sido el concepto de «las características chinas». Mao se dio cuenta que no era posible llevar a cabo en China una revolución basada en un proletariado que no existía.

La historia y las circunstancias de China eran distintas a las de un país europeo. Había que matizar los principios «científicos» del marxismo con la realidad local, lo que es otra aportación de la revolución socialista china al desarrollo de revoluciones populares en el siglo 20.

El nacionalismo ha sido clave en el éxito de la revolución de 1949 y es clave hoy en día. Los partidarios de una guerra económica entre los EE.UU. y China subestiman el sentimiento de orgullo propio.

El PCCh sigue la estructura y la estrategia de un partido leninista revolucionario, una estructura y una estrategia diseñadas para la fase revolucionaria. Han pasado setenta años desde la proclamación de la RPCh y las circunstancias del país son enormemente más complejas ahora que entonces.

El actual líder chino, Xi Jinping, sugiere una temporalidad histórica para abordar el estudio de este proceso: los treinta años de influencia de MaoZedong, las tres décadas de DengXiaoping, que algunos consideran el verdadero período de modernización del país y los treinta años que comienzan a proyectarse bajo el liderazgo del actual dirigente.

Hoy se expresa en un salto enorme que se produjo en las dos últimas décadas. El extraordinario poder financiero de China la acredita como el gran prestamista mundial. Es de hecho el principal acreedor de EE.UU., al poseer la mayor cantidad en Bonos del Tesoro norteamericano. Precisemos: el 45 por ciento de la deuda soberana estadounidense está en manos de inversores extranjeros y, de éstos, China tiene el 18,17 por ciento, que equivalen a 1.189 billones de dólares. Una cifra para sacudir la economía de EE.UU. cuando lo desee.

Una posibilidad puesta sobre la mesa en medio de la guerra comercial desatada por Washington. Analistas consideran que el objetivo de China durante la era Xi Jinping es culminar el periodo de la modernización, que ya se planteaba desde el siglo 19.

China, al comienzo de su revolución, era un país atrasado y pobre. En 1978 se había colocado ya como la 32  potencia del mundo. Desde 2016 es considerada la segunda potencia y, según el FMI, en términos de paridad y poder de compra, es ya la primera potencia.

Protagonista de primer orden de estas vigorosas transformaciones ha sido el PCCh, que es la única fuerza que representa al pueblo y defiende la unidad nacional y territorial.

Hoy no hay alternativa a la actual gestión de la República Popular China. El PCCh es la única fuerza que representa a todo el pueblo. En la época pos-maoísta, es la gestión eficaz de la economía la que aporta legitimidad política al sistema. Por eso, el Partido Comunista en la nación asiática no es parte del sistema político, es el sistema político.