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¿Dónde se va a radicar el formidable negocio que el complejo militar-industrial y las contratistas estadounidenses consumaron en Afganistán?

“Varios líderes de la oposición venezolana y cubana con los que hablé en días recientes no están de acuerdo con la idea de que el fiasco de Afganistán envalentonará a los enemigos de EE.UU., por el contrario, dijeron, esto puede obligar a Biden a ser más duro con las dictaduras de Cuba, Venezuela y Nicaragua, para contrarrestar las críticas de que es un blando en política exterior”.
Esta hipótesis fue formulada por Andrés Oppenheimer, que es un periodista nacido en Argentina que desde hace varias décadas vive en EE.UU., donde desde sus columnas en The Miami Herald y el programa Oppenheimer Presenta que emite CNN en Español, se convirtió en uno de los principales lobbystas de La Gusanera.
Es difícil saber hasta donde estos dichos reflejan una expresión de deseos de lo peor de la derecha que –desde su cabecera en Miami- opera en nuestra región, y hasta donde responden a filtraciones de algún componente de la intrincada trama de actores que conforman el esquema de poder real que es determinante en la toma de decisiones de Washington.
Pero lo cierto es que todavía falta ver dónde van a ir a parar los militares que hasta hace pocos días EE.UU. tenía destacados en Afganistán. En su momento de auge, hubo en este país 110 mil efectivos estadounidenses.
Y, asimismo, hay que advertir hacia dónde van a reorientar su actividad e inversión los contratistas y el complejo militar-industrial que desde principios del siglo, tuvieron en la ocupación del territorio afgano una boca de expendio constante y sumamente redituable para sus productos.
De acuerdo a datos oficiales, desde que puso su pie Kabul con la excusa de su pretendida “guerra contra el terrorismo”, EE.UU. propició un formidable negocio de alrededor de un billón de dólares que benefició, fundamentalmente, a este complejo al que debe sumarse a los contratistas que ofrecen servicios que van desde la reconstrucción de infraestructura que la propia invasión destruyó, hasta mercenarios que adiestraron a las fuerzas de seguridad y militares locales, al tiempo que se encargaban de hacer buena parte del trabajo sucio como secuestros y ejecuciones extrajudiciales.
Y, en este punto, cabe destacar el papel que estos “contratistas” ya tienen también en nuestra región, donde hace poco fueron protagonistas del asesinato del presidente de Haití, Jovenel Moise, quien fue ultimado en un operativo perpetrado por ex militares de Colombia, contratados por una empresa radicada en Miami.
La hipótesis de Oppenheimer, que fue propalada como reguero por las principales bocas de expendio de los conglomerados massmediáticos de la derecha regional, coincide con la expresada por otros actores claves del cabildeo de Washington.
“Biden es visto como un presidente débil en este momento, y él lo sabe”', asevera desde el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales de Washington DC., el analista Seth Jones, que aventura que el Presidente estadounidense va a utilizar a Cuba como excusa para consolidar a su electorado duro y, en consonancia con esta postura, el New York Times señaló que Biden “ha sido más duro que Donald Trump con el gobierno de la isla”.

Ataques

“Hay una continuidad del ataque de EE.UU. que se expresa con los recursos que tiene en cada momento, pero es constante”, recalcó el presidente de la Multisectorial de Solidaridad con Cuba de Rosario, Norberto Champa Galiotti y recordó episodios como el intento de invasión que fracasó en Playa Girón.
“Ahí participó EE.UU. con aviones militares, entrenando a los mercenarios que actuaron y brindando el apoyo de marines para intentar derrotar a la Revolución y, durante más de sesenta años, desarrollando todo tipo de acciones terroristas para cumplir con esa que es su obsesión contra Cuba”.
Tras lo que hizo hincapié en que “estas agresiones que ahora tienen su expresión en forma cibernética, forman parte de una guerra de quinta generación”, algo que para Washington “sólo puede derivar en una acción militar en Cuba”.
Y, en este sentido, recordó que el pustch que hace un mes intentó desestabilizar al gobierno de Cuba, tuvo un abierto apoyo de Washington, desde donde el propio alcalde de Miami, Francis Suárez, pidió que EE.UU. invada La Isla.
En esta escalada, “es fundamental la construcción desde la mentira, porque el imperio no puede sostenerse con la verdad y por eso recurre constantemente a provocar confusión, algo para lo que ahora utilizan las redes sociales”.
Pero también “tienen el aporte de la OEA, que lejos de ser un espacio multilareal de resolución de los problemas esenciales de los pueblos de Nuestra América es, tal como lo denunciaba el Che, una especie de Ministerio de Colonias de EE.UU., que responde cabalmente a los intereses de Washington, como lo demostró al organizar el golpe de Estado de Bolivia y por su participación en la constante agresión a Venezuela, Nicaragua y Cuba”.