Ayer en la sede del sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba se llevó a cabo una actividad organizada por el Centro de Estudios y Formación Marxista de esta provincia en conmemoración del 56° aniversario del Cordobazo. Este evento histórico marcó un antes y un después en la lucha y la unidad obrera-estudiantil de nuestro país. Durante la conferencia, Elisa Arriaga, doctora en Historia, y Tomás Di Toffino, delegado del Luz y Fuerza, compartieron sus perspectivas y análisis sobre ese momento clave de la Argentina.
El Cordobazo fue el comienzo del fin para la dictadura encabezada por Juan Carlos Onganía, que desde 1966 ocupaba la presidencia, tras el Golpe de Estado contra el radical Arturo Illia.
En mayo de 1969, bajo la administración de Onganía, Argentina enfrentó una creciente crisis social que estalló en varias ciudades, incluyendo Corrientes y Rosario. En Córdoba, donde la colaboración entre estudiantes y obreros era notable, el malestar se intensificó cuando el gobierno provincial decidió eliminar el "sábado inglés", reduciendo la jornada laboral a media jornada ese día.
Ante esta medida, el SMATA (Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor) junto con el Sindicato de Luz y Fuerza, convocaron a un paro activo con movilización para el 29 de mayo. Los estudiantes se sumaron a la protesta, y rápidamente la ciudad quedó bajo el control de los manifestantes, quienes la ocuparon durante todo un día.
"No era la toma del poder, era disputarle y dar una lección porque no hay que olvidarse que en 1966 habían matado al estudiante Santiago Pampillón a manos de la Policía", recordó Tomás Di Toffino durante un fragmento de su intervención.
Durante las protestas, se registraron incendios y ataques a importantes empresas multinacionales. La represión fue brutal y al no alcanzar con la Policía para el control de las calles, el gobierno nacional decidió el envío de tropas militares. Hubo veinte manifestantes fallecidos, decenas de heridos y cientos de detenidos, entre los que se encontraban figuras destacadas como Agustín Tosco, Atilio López y Elpidio González.
El Cordobazo, entre el acontecimiento y el mito
La doctora en Historia Elisa Arriaga abordó el Cordobazo desde dos dimensiones fundamentales: como un acontecimiento histórico y como un mito. Arriaga destacó la importancia de entender el Cordobazo no sólo como un evento puntual, sino también como un símbolo que ha sido reinterpretado y resignificado a lo largo de los años.
Arriaga también reflexionó sobre la relevancia de este evento en la enseñanza y cómo las nuevas generaciones perciben y se relacionan con esta parte crucial de la historia argentina. "Hoy me atraviesa saber cuáles son las condiciones de escucha de la juventud actual", mencionó, subrayando la necesidad de un enfoque pedagógico que conecte con las generaciones más jóvenes.
La lucha y la unidad de acción, legados del Cordobazo
Tomás Di Toffino, delegado de Luz y Fuerza, enfatizó el papel crucial de los sindicatos y la unidad de acción en el Cordobazo. Di Toffino resaltó que el Cordobazo fue el resultado de un proceso de organización y lucha que se venía gestando desde mediados de los años 50, y que culminó en un movimiento sindical fuerte e ideológicamente cohesionado.
"La unidad de acción en la lucha, de todos los sectores que son agredidos por la misma política, es fundamental", afirmó Di Toffino. Además, recordó la importancia de disputar la calle y enfrentar a las fuerzas de seguridad, no con el objetivo de tomar el poder, sino de dar una lección y defender los derechos de los trabajadores.
Di Toffino también hizo hincapié en la necesidad de que el Estado controle los resortes básicos de la economía y garantice derechos fundamentales como el acceso a la energía. "El acceso a la energía como un derecho humano tiene que ver con ese componente que inclusive está representado en la pluma del primero de mayo de 1968", señaló, citando a Rodolfo Walsh, redactor de ese documento histórico de la CGT de los Argentinos.
En esa línea, contrapuso a Walsh, que “sintetiza la idea de que el hombre no sea el lobo del hombre sino su compañero y hermano” con la burocracia tradicional, que eran “participacionistas con Augusto Vandor y Rogelio Coria a la cabeza, que le hacían el juego de la dictadura”.
Ambos participantes de la actividad organizada por el CEFMA de Córdoba, coincidieron en la importancia de recordar y resignificar el Cordobazo, no desde la nostalgia, sino como una fuente de inspiración y aprendizaje para las luchas actuales. "Lo peor que nos puede pasar es ser nostálgicos, porque de ese lugar no le hablamos a nadie", advirtió Arriaga.
El Cordobazo sigue siendo un símbolo de resistencia y lucha, y su legado continúa siendo faro para las nuevas generaciones, con el deber de repensar y transformar la sociedad, desde una perspectiva revolucionaria.
“1969 invita a todas las izquierdas revolucionarias a radicarse en Córdoba y a repensar la estrategia del foco rural a lo urbano. Y repensar cómo van a ser las cosas: es una invitación a cambiar la sociedad, a hacer la revolución porque había un consenso de horizonte que era muy fuerte”, finalizó Arriaga.