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Los ex policías Joaquín Guil y Carlos Estrada están imputados por secuestro y torturas a Tomás Cuadri, ex futbolista y funcionario durante la gestión del gobernador desaparecido Miguel Ragone.

Comenzó el décimo quinto juicio por delitos de lesa humanidad que se realiza en Salta. Se trata del proceso que tiene sentados en el banquillo de los acusados a Carlos Feliciano Estrada y Joaquín Guil, a quienes se les imputa la comisión de delitos contra Tomás Ricardo Cuadri, quien fue secretario privado del ministro de Gobierno, Justicia y Educación Enrique Pfister Frías durante el gobierno provincial de Miguel Ragone.

En este punto cabe recordar que, a raíz de la persecución de la que fue víctima durante la dictadura, Pfsiter Frías debió exiliarse fuera del país, mientras que Ragone fue secuestrado por el terrorismo de Estado y todavía permanece desaparecido. Y que durante esos años, Guil era jefe del área de Seguridad de la Policía de la provincia, de la que formaba parte Estrada.

Ambos están acusados de haber cometido los delitos de allanamiento ilegal, privación ilegítima de la libertad y aplicación de tormentos, todos en perjuicio del ex jugador de fútbol Tomás Ricardo Cuadri, entre mayo de 1976 y los primeros meses de 1979.

Para la época de estos hechos, Cuadri jugaba en Central Norte y era una persona reconocida en Salta. Pero se ganó el odio de los terroristas que usaban el aparato estatal, porque cuando asumió el gobierno popular de Miguel Ragone, en 1973, fue a trabajar como secretario privado del ministro Pfister Frías, que a la postre acabaría perseguido por el terrorismo estatal, igual que casi todo el equipo que acompañó la gestión de Ragone, cuyo gobierno fue intervenido en 1974 y él mismo fue secuestrado y desaparecido en marzo de 1976.

La primera detención de Cuadri fue durante la madrugada del 21 de mayo de 1976. Su casa, ubicada entonces en la calle Tucumán al 1573 de la ciudad de Salta, fue allanada en un operativo dirigido por Guil, que se hizo sin orden judicial alguna, y con policías de la provincia de civil y armados. Cuadri fue llevado a la Central de Policía, donde estuvo detenido durante veintiséis días, en los que fue sometido a reiteradas sesiones de picana eléctrica y otras formas de castigo físico.

El 8 de septiembre de 1976 lo detuvieron nuevamente. Su casa fue allanada otra vez sin orden judicial otra vez. Encapuchado, fue subido a un vehículo, donde lo obligaron a ir boca abajo, junto a otras personas. Los llevaron a un descampado, donde fue sometido a un simulacro de fusilamiento y después lo trasladaron a la Central de Policía, donde esta vez estuvo detenido 68 días y volvió a ser torturado e interrogado sobre el paradero de Pfister Frías.

Pero el calvario de Cuadri no acabó ahí. Más de dos años después, en los primeros meses de 1979, la Brigada de Investigaciones de la Policía de Salta allanó su casa, esta vez, basándose en una falsa imputación por un robo ocurrido en la empresa en la que el ex futbolista trabajaba como sereno. Otra vez fue detenido y llevado a la central policial, donde lo retuvieron durante más de un mes en los que sufrió la tortura, con picana eléctrica y con golpes con trapos mojados. Nuevamente sus captores lo interrogaron sobre el paradero de Pfister Frías. La fiscalía sostuvo en la acusación que con el paso de los años este maltrato físico le provocó la pérdida de audición en su oído izquierdo.

“Tenemos muchas expectativas en este juicio, para que se siga avanzando en el resto de las nueve causas abiertas por crímenes de lesa humanidad, que esperan fechas para su concreción”, sostuvo Mariana Leonard, quien es miembro de la Liga Argentina por los Derechos Humanos y de Hijos, y no ocultó su optimismo cuando señaló que “iniciar el año con este juicio es muy importante para todas las familias que aún esperan por justicia en causas de lesa humanidad”.

Vale citar que Guil, quien está con prisión domiciliaria en su casa de la localidad de San Lorenzo, integraba la Plana Mayor de la Policía de Salta, donde ostentaba el cargo de Jefe de Seguridad. Y ya fue condenado a ocho años de prisión por delitos sexuales contra DRRJ, hermana de un militante asesinado en una casa de la localidad de San Lorenzo.

“Guil era y es un hombre con mucho poder, temido, siniestro, y en todos los juicios en los que fue condenado jamás mostró arrepentimiento”, puntualizó Mariana Leonard, quien también recordó que este individuo fue visitado por quien ahora es vicepresidenta, Victoria Villarruel.