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Dom, Abr
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El Tribunal Oral Federal de San Juan apercibió a Jorge Olivera. Le prohibió organizar nuevas festicholas, pero sin atender el pedido de la Fiscalía para que le impida recibir en su casa a individuos investigados o condenados por crímenes de lesa humanidad.

Finalmente, el Tribunal Oral Federal de San Juan apercibió a Jorge Olivera, con un tirón de orejas que incluye la prohibición de organizar nuevas festicholas, pero no atendido el pedido que hizo la Fiscalía de impedir que reciba en su casa, donde disfruta de prisión domiciliaria, a personas que están investigadas o condenadas por crímenes de lesa humanidad.

Como se recordará, hace poco más de dos meses, Olivera quedó expuesto cuando se divulgaron imágenes de la celebración de sus Bodas de Oro, que se llevó a cabo en la vivienda donde habita en la localidad bonaerense de Vicente López, en la que se dieron cita alrededor de sesenta invitados entre quienes estaba Cecilia Pando, quien posó para  la foto con el animador del show, que fue el ex gobernador de Tucumán, senador por esa provincia y hasta candidato a vicepresidente., Ramón Palito Ortega.

De más está decir que al cumplir prisión domiciliara, Olivera no estaba autorizado a hacer tal festichola, sobre todo si se tiene en cuenta que fue sentenciado a dos condenas de prisión perpetua, después de que se lo encontró penalmente responsable de perpetrar crímenes de lesa humanidad durante la última dictadura, cuando como militar estaba destacado en la provincia de San Juan.

Este genocida está alojado en su propia casa, pese a que el 25 de julio de 2013 cuando acababa de ser condenado a la primera de sus perpetuas y permanecía internado en el Hospital Militar Cosme Argerich, fue protagonista de una fuga que lo llevó a estar prófugo durante cuatro años.

Y así estuvo hasta que a alguien se le ocurrió buscar en la vivienda de su cónyuge que es donde estaba cómodamente alojado. 

Después de eso fue llevado al penal sanjuanino de Chimbas, donde permaneció durante pocos años hasta que le dieron el beneficio de la domiciliaria.

Y a pesar de todos estos antecedentes, el Tribunal sólo le dio un tirón de orejas por lo de la festichola en la que también estuvo Gustavo Ramón de Marchi, otro represor condenado por crímenes de lesa humanidad que lo acompañó en la fuga del Hospital Militar y pocos años después, eludió volver a sentarse en el banquillo de los acusados, porque convenció al Tribunal de San Juan de que no estaba en condiciones de enfrentar el proceso penal que lo pudo llevar a su tercera condena a perpetua.