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A más de un  mes del intento de asesinato perpetrado contra la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, desde el Partido Comunista de Bahía Blanca, Guillermo Memo Colantuono, reflexiona sobre cómo la derecha construyó el clima que favoreció el intento de magnicidio.  

Pasado más de un mes del intento de asesinato perpetrado contra la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, algunas cosas van quedando claras: que el ritmo que le imprimen a la investigación la jueza María Eugenia Capuchetti y el fiscal Carlos Rívolo es bastante lento, que resulta inexplicable por qué no se unifica esa pesquisa con la que investiga los ataques y amenazas perpetradas por Revolución Federal, y que existe un llamativo interés por parte del bloque político que encabeza el PRO y la massmedia dominante por circunscribir el caso a la hipótesis de los “loquitos sueltos”.

Pero también que ahí donde se rasca un poco la superficie, todo lo que sale tiene olor a podrido. Y, en este contexto, el abogado de la querella de Fernández de Kirchner, Manuel Ubeira, advirtió durante los últimos días que resulta significativa la actitud del procurador Eduardo Casal que ante una causa de tamaña gravedad institucional, retacea recursos a la jueza Capuchetti, al tiempo que señaló que observa la presencia de “una organización primaria” en la que estarían involucradas quienes ya fueron detenidos por el ataque y añadió que es preciso que se investigue para determinar cuáles son sus “terminales”.

Y, por otro lado, puso el foco en el vínculo del intento de magnicidio con la campaña de deshumanización que desde hace varios años se viene llevando a cabo contra la actual vicepresidenta, pero también en todos los hechos de creciente violencia que se vinieron perpetrando contra objetivos relacionados al espacio que tiene entre sus figuras más relevantes a Cristina Fernández.

Si bien este tipo de actos, se registran en todo el país sobre todo desde el inicio de la pandemia, uno de los puntos más críticos en este sentido es la ciudad de Bahía Blanca, donde al atentado con una bomba perpetrado el 25 de mayo de 2021 contra un local de La Cámpora, se le suman varios hechos similares.

Seis meses más tarde, otro hecho similar fue llevado a cabo contra un local de la comunidad mapuche Ruka Kimun, ubicado en el barrio San Cayetano de esa ciudad, en este caso fue reivindicado por un autodenominado “Comando de Restauración Nacional -Zona Sur- Mohamed Alí Seineldin”.

Esa vez los mensajes xenófobos con que los autores explicaron las motivaciones de su ataque, también exigían que se deje libre a los genocidas condenados por los crímenes de lesa humanidad perpetrados durante el terrorismo de Estado, al tiempo que instaban a los integrantes de las Fuerzas Armadas y policiales “a sublevarse contra el actual gobierno marxista y populista”.

Por otra parte, en enero pasado, otro atentado con explosivos, afectó la fachada de la vivienda del director de la Región Sanitaria I de Bahía Blanca, Maximiliano Núñez Farina. En este caso, los atacantes dejaron panfletos con leyendas contra del pase sanitario y otras medidas adoptadas en el contexto de la pandemia, junto a otras en las que se amenaza de muerte a varios profesionales de la salud.

“Se ve una radicalización por derecha de sectores de las clases medias, fomentadas por la frustración y lumpenización que genera un sistema que como el capitalismo, les muestra obscenamente cosas de las que después los priva”, reflexionó desde el Partido Comunista de Bahía Blanca, Guillermo Memo Colantuono, al referirse a las causas que convergen para provocar este clima de violencia que intenta imponer la derecha. 

Y, en esta dirección, recordó que los atentados que fueron perpetrados en su ciudad desde el inicio de la pandemia “tienen conexión política con sectores del poder”, tras lo que advirtió que es preciso comprender esto porque “éste es el tema central” y advirtió que, “en todos los casos, fueron mensajes que buscan intimidar y reprimir”.

Así las cosas, Colantuono lamentó que Bahía Blanca “es una ciudad que ha tenido siempre una impronta muy fuerte de las Fuerzas Armadas y policiales, y de la Iglesia que siempre tuvo un papel destacado en todo este tipo de construcción de subjetividad que plantea que nuestro pueblo sea sometido y que lo acepte”.

Pero asimismo resaltó que “a todo esto se le interpuso resistencia histórica que debe ser tenida en cuenta a la hora de dar una respuesta política que tiene que ser contundente”.

Y, después de hacer hincapié en que “la cosas no pasa por la conciliación con estos sectores”, alertó que esto es imposible, ya que “ellos siguen reprimiendo, mintiendo con sus fake news, negando la posibilidad de poder hacer público el debate y las opiniones”, de ahí que consideró que no hay espacio “para pretender la conciliación de clases que sólo favorece a que la clase media con su gran carga de individualismo, profundice más sus peores características y se derechice más todavía”.

De ahí que sin dudarlo destacó que “lo que se vive es muy preocupante y ante esto la respuesta debe ser enriquecer la subjetividad y la conciencia de nuestro pueblo, dándole participación en la construcción de las respuestas” y, para esto, “es necesaria una decisión política superadora a lo que estamos viviendo que es entrega, ceder sin confrontar ni defender valores evitando enfrentar a estas ideas fascistas”.