A 175 años del paso a la inmortalidad del Libertador, General José de San Martín, el educador y dirigente comunista Rogelio Roldán rescata su figura de las tergiversaciones de una “historia oficial” que lo reivindica para traicionar su legado. “San Martín encarna un proyecto revolucionario de gran alcance, que pone todo su esfuerzo para la independencia y el cambio de proyecto nacional en todo el continente, no en un montón de países balcanizados, proceso que él fogonea con mucho ímpetu. Este proceso incluía la necesidad de un partido revolucionario: la Logia Lautaro”, afirma Roldán.
“El que tenga patria que la defienda, y el que no la tenga que la conquiste”
Comandante Fidel Castro
El pueblo siempre necesita conocer y reivindicar a sus héroes populares. En el aniversario de la partida de uno principal, el general José Francisco de San Martín, traemos algunos elementos de sus ideas -vigentes en su esencia- y de su accionar. Con más razón cuando las clases dominantes, y cierto progresismo “de salón”, intentan confinarlo al bronce ecuestre y vaciarlo de contenido.
Bartolomé Mitre, quien manipuló y ocultó documentos -también lo hizo con el Plan de Operaciones-, y el nacionalismo de derecha, redujeron al general a un militar no político, limitado a considerar sólo el territorio nacional, separado de la Patria Grande continental desde una visión aristocratizante. Todo ello en línea con la política de las clases dominantes, que lo presentan como el fundador de una república liberal europeísta, blanca e “ilustrada”, con absoluto desprecio por las masas populares.
También los seudo “teóricos” de las FFAA más reaccionarias fabricaron un San Martín conservador y militarista. Por contrapartida algunos escribas contrainsurgentes aprovecharon la ocasión para tratar, no muy sutilmente, de acusar al general de agente inglés, con el añadido de insinuar que 1810 y 1816 fueron perjudiciales para el país. Nada de esto es original, ya en su momento el admirador del imperio inglés y privatizador Terragno, citando a un noble británico, había abundado en esos disparates. Con esos “argumentos” también se podría decir que San Martín era un agente de Cartago porque tomó el ejemplo de Aníbal Barca, quien cruzó los Alpes con sus elefantes…, en el siglo 3° antes de nuestra era.
Por el contrario, San Martín encarna un proyecto revolucionario de gran alcance, que pone todo su esfuerzo para la independencia y el cambio de proyecto nacional en todo el continente, no en un montón de países balcanizados, proceso que él fogonea con mucho ímpetu. Este proceso incluía la necesidad de un partido revolucionario: la Logia Lautaro, una organización política secreta -con expresiones de superficie, como la Sociedad Patriótica- para la revolución, y un programa estratégico: el Plan de Operaciones, de Mariano Moreno, Manuel Belgrano y Juan José Castelli, que comprendía medidas económico-sociales, políticas y militares para la revolución, y apuntaba a subordinar a la burguesía comercial porteña y a los saladeristas, todos librecambistas pro-ingleses, aunque tuvieran, de momento, intereses enfrentados entre sí.
Cuestión orgánica de su proyecto era una concepción político-militar integral. Con el Auditor de Guerra, Bernardo de Monteagudo, dio una intensa formación ideológica y política: por quién y para qué combatían, a un cuerpo regular de línea: Granaderos, y lo supo articular con la “guerra de partidarios”, es decir, de guerrillas, que desplegó Martín Güemes con sus Infernales, todos protagonistas del Éxodo Jujeño, y las Republiquetas del Alto Perú, dirigidas por Camargo, Muñecas, Padilla, Warnes y Juana Azurduy; y también con la “guerra de zapa”, de inteligencia y contrainteligencia, actuada por Alvarez Condarco y muchos otros agentes que desde el Plumerillo desinformaban a los realistas. Todo bajo mando estratégico único.
Este gran plan fue presidido por su idea acerca del rol histórico decisivo de las masas populares. A través de la Logia su influencia en la Asamblea del año XIII se manifiesta en leyes populares al ratificar la política económica y social de Moreno y Belgrano, enfilada a liquidar el poder de la burguesía comercial y terrateniente, incluyendo la liberación de los esclavos y la partición de tierras. Esta idea es la base del planteo de “movilización general” que impartió en Cuyo.
Como se vé, el general concebía como un todo la acción política, la capacidad conspirativa y la acción militar y jamás dejó nada librado al azar. Comprendía que la guerra anticolonial no se gana en las grandes batallas regulares, como Chacabuco y Maipú, sino en el despliegue diario del plan político, económico y militar de sabotaje, inteligencia y captación de masas. En conceptos actuales fue una lucha contrahegemónica.
Un rasgo esencial de su enfoque era la incorporación de las masas populares a su política de liberación. Por eso presionó a la Asamblea del año XIII para liberar los esclavos, incorporó a vastas masas de los pueblos originarios -publicaba sus proclamas en castellano y las lenguas autóctonas, ejemplo de esto fueron los decretos aboliendo el tributo, la mita, el pongo, la encomienda y el yanaconazgo. Lima, 12/8/1821, 27 y 28/8/1821- y nunca practicó levas de reclutamiento forzoso, ni utilizó la llamada “ley del vago”, como sí lo hicieron los políticos proto-burgueses que se desentendieron de la liberación y se enfrentaron en una larga guerra civil interna. La proclama que ilustra esta nota es demostrativa al respecto: “La guerra se la tenemos que hacer del modo que podamos. Si no tenemos dinero, carne y un pedazo de tabaco no nos han de faltar; cuando se acaben los vestuarios, nos vestiremos con las bayetillas que nos trabajan nuestras mujeres y si no andaremos en pelota como nuestros paisanos los indios. Seamos libres, que lo demás no importa”.
Sobre su visión liberadora es provechoso leer a otro internacionalista consecuente: “Y los ejércitos argentinos cruzaron los Andes para ayudar a la liberación de otros pueblos. Y cuando se recuerda las gestas libertadoras, siempre nuestro orgullo más que el haber obtenido la libertad de nuestro territorio, y haber sabido defenderlo de la intrusión de la fuerza realista, es el haber cooperado a la liberación de Chile y a la liberación del Perú con nuestras fuerzas, con nuestros ejércitos. Aquello era más que un altruismo de las fuerzas revolucionarias, era una necesidad imperiosa, era el dictado de la estrategia militar para obtener una victoria de alcances continentales, donde no podía haber victorias parciales, donde no podía haber otro resultado que el triunfo total o la derrota total de las ideas revolucionarias”. (Ernesto Che Guevara: Discurso del 25/5/1962 a las delegaciones argentinas en La Habana).
Otra línea político-ideológica de malversación del general es el planteo de que era enemigo del libertador Bolívar. Por eso se inventan secretos alrededor de la conferencia de Guayaquil. En realidad su mayor enemigo, el agente inglés iniciador de la nefasta deuda externa, Bernardino Rivadavia, le había dado un golpe de Estado por medio del director supremo, Rondeau, quien incluso lo condenó a muerte en ausencia. Entonces, sin recursos y soportando la hostilidad política, decidió entregar el mando a Bolívar para no dividir, ni política ni militarmente, las fuerzas que avanzaban en la lucha contra el colonialismo. Hasta le ofreció ponerse a sus órdenes para continuar la gesta independentista.
Bastan dos fragmentos de cartas para desmentirlos: “El genio de San Martín nos hace falta y sólo ahora comprendo el porqué cedió el paso para no entorpecer la libertad que con tanto sacrificio había conseguido para tres pueblos” (Carta de Bolívar a Sucre, 7/11/1824). A su vez el general escribe sobre Bolívar: “Puede afirmarse que sus hechos militares le han merecido, con razón, ser considerado como el hombre más extraordinario que ha producido la América del Sur. Lo que le caracteriza sobre todo y le imprime en cierto modo su sello especial es una constancia a toda prueba, a que las dificultades dan mayor tensión, sin dejarse jamás abatir por ellas, por grandes que sean los peligros a que su alma ardiente le arrastra”.
Hoy, en su aniversario, los ¿ministros? de defensa Luis Petri y de seguridad la cabo 1° Bullrich, se empeñan en vaciar la doctrina sanmartiniana y convertir a las FFAA en simples policías de barrio. A esto le añaden la subordinación lacayuna al Comando Sur y al Pentágono, lo que mete al país en guerras ajenas, para colmo apoyando genocidas.
Junto a ello la embajada y sus lacayos de los partidos patronales organizan movidas golpistas deseando relacionar semejantes provocaciones con el ideario del general. El nuevo embajador, de apellido jocoso, se atrevió a declarar que “vigilará a los gobernadores para que no hagan acuerdos con China y no sean corruptos”, además pidió más cárcel para la ex-presidenta, con lo que dejó claro de quien es la orden para armarle causas y proscribirla.
Uno de los que empujan esto junto al badulaque mayor de la “pink house” (hablan en castellano pero reciben órdenes en inglés), abanderado de los vendepatria, es el radical privatizado Cornejo, ridícula caricatura de bufón servil, quien propone escindir la Mendoza del Plumerillo para convertirla en emblema del negociado del Portezuelo y de la minería trasnacional, precursora de la ínsula de Chetoslovaquia. Seguramente que el General, de levantarse, los mandaría ejecutar por “infame traición a la Patria”.
Por último insisto en destacar la articulación de tres aspectos esenciales: el plan económico, el plan político y el plan militar. Intentar comprender, enfocar, describir y/o definir a San Martín por fuera del plan político revolucionario integral que desplegó a lo largo de toda su vida, es absurdo, inocuo, o políticamente interesado, avieso y contrarrevolucionario.