Juana Peralta, dirigente de la CTA y del PC, remarcó en un informe que “en los barrios populares, nuestras compañeras mayores son las que sostienen la vida. Son las que parieron, criaron, cuidaron, lucharon y resistieron” pero pese a ello “aún hoy siguen poniendo el cuerpo en medio de la crisis”.
Juana Peralta del Movimiento Jubilados de Liberación y secretaria de Género de la CTA de Berazategui realizó un informe detallado sobre la situación de las mujeres y las disidencias en los barrios populares. La dirigente de la CTA y del PC remarcó en el informe que “en los barrios populares, nuestras compañeras mayores son las que sostienen la vida. Son las que parieron, criaron, cuidaron, lucharon y resistieron” pero pese a ello “aún hoy siguen poniendo el cuerpo en medio de la crisis”.
Peralta remarcó que las compañeras mayores son las “olvidadas y agredidas por este gobierno de Milei, que nos margina, nos insulta y nos precariza, invisibilizando toda nuestra historia”. Mientras que las políticas públicas van desapareciendo y las pocas que quedan ya no son suficiente para tener una vida respetable, “las mujeres y disidencias adultas mayores viven muchas veces sin jubilación, otras con jubilaciones mínimas, en casas precarias, sin acceso estable a la salud, sin condiciones dignas” afirmó y denunció que “ni con la posibilidad de conseguir un trabajo contamos”.
La dirigente remarcó que “a muchas de nuestras adultas mayores de cada barrio, las vemos comiendo en los comedores populares, renegando con su enfermedad, suspendiendo su tratamiento por falta de medicamentos sin costo, que le suspendió este gobierno insensible, todas víctimas de un Estado Nacional que nos abandona”.
Realidad dura, pero no silenciosa
En su informe, Peralta informó que en lo que va del 2025 la pobreza en los barrios populares golpeó con especial crudeza sobre las mujeres mayores. “El trabajo doméstico y de cuidado —históricamente no reconocido— las deja sin ingresos propios ni seguridad social”, puntualizó. En el caso de “las compañeras travestis, trans y lesbianas mayores, enfrentan doble o triple discriminación: por edad, por identidad y por origen popular”, a muchas se les hace imposible el día a día. “En algunos casos, las compañeras no sobrevivieron a la violencia institucional y policial, que ya lleva décadas”, remarcó. Y en el caso de las que llegaron a superar la expectativa de vida, “hoy la vejez las encuentra sin vivienda, sin acceso a la salud integral y con miedo a volver a sufrir violencia”, sostuvo Peralta.
En los últimos informes de organismos y movimientos sociales se alerta que la esperanza de vida en los barrios populares sigue siendo menor que la del resto del país. Y en el caso de las disidencias mayores, la brecha es todavía más brutal. La dirigente del PC remarcó un dato elocuente en ese sentido: casi no se registran mayores de 75 años.
En lo que respecta al acceso a la Salud, los cuidados y los derechos, “en los barrios, las compañeras mayores son las que más acuden a las salitas y hospitales públicos, pero encuentran turnos muy distantes, guardias saturadas, medicamentos inaccesibles y profesionales que muchas veces no las escuchan ni respetan su identidad”, describió.
Además, denunció que “con la baja de los programas protectores, las personas mayores LGBTIQ+ casi no tienen espacios propios: no hay residencias seguras, programas específicos ni atención con enfoque de diversidad”. Y añadió: “la vejez para ellas y ellos sigue siendo un territorio sin políticas”.
Pese a las dificultades, o quizás con más razón, debido a ellas, crece la organización y resistencia desde el territorio. En ese sentido, Peralta remarcó que “frente a todo eso, muchas barriadas se organizan creciendo en experiencias autogestivas y comunitarias: casas de día populares, redes de cuidado entre vecinas, grupos de adultas mayores LGBTIQ+, organizaciones barriales que acompañan y contienen”. Si bien es cierto que “no es suficiente, la verdad es que las redes de afectos de este tipo de organización en la adversidad mantienen la llama de la resistencia, ante una política brutal y antipopular”. La dirigente remarcó que “esta es la respuesta popular a un Estado que elige mirar para otro lado. Que es insensible ante la falta de salud y la discapacidad”.
De este modo, “desde abajo, desde el barrio y también en las calles, muchas compañeras mayores cada miércoles, en el congreso, demuestran que la vejez también puede ser un territorio de lucha, dignidad y ternura”.
Por todo esto, Peralta remarcó que las compañeras exigen: políticas públicas reales para mujeres y disidencias mayores en los barrios populares: acceso a salud, vivienda, jubilación y cuidados sin discriminación; perspectiva de género y diversidad en cada programa social. Ninguna más afuera por ser adulta mayor, pobre o de la disidencias; centros de día, hogares y espacios comunitarios inclusivos, con atención integral y libre de violencias; reconocimiento económico y simbólico al trabajo de cuidado y militancia que nuestras mayores vienen sosteniendo hace décadas; y justicia social feminista y popular para que envejecer no sea un privilegio sino un derecho.
Con el propósito de conquistar estos derechos y avanzar en un programa de cambios estructurales, la dirigente hizo un llamado “a seguir luchando para tirar abajo el veto de Milei a la moratoria jubilatoria”.