El militante comunista y delegado sindical fue asesinado por una patota de las Tres A en la puerta de su casa en Ituzaingó frente a su familia. Su compañera, Nora Cid, lo recuerda como “un hombre de principios sumamente sólidos, para con él, para con su familia, para con la sociedad y para todo lo que quería y hacía”, como un “marxista leninista hasta el más mínimo acto de su vida”. El de Carlos Banylis es un caso emblemático del Terrorismo de Estado que operó en nuestro país desde antes del inicio de la última dictadura cívico-militar: un crimen de lesa humanidad y de obligada memoria histórica.
“Cuando Carlos y yo nos pusimos de novios, él me dijo que jamás lo pusiera a elegir entre su militancia y yo: eso fue clarísimo para mí, no hubo duda. Eso lo hablamos el primer día cuando nos hicimos novios”, cuenta Nora Cid en diálogo con Nuestra Propuesta.
Pasaron 50 años de la noche en que una patota de la Alianza Anticomunista Argentina (AAA), asesinó a Carlos Banylis en la puerta de su casa de Ituzaingó. Ese 10 de junio de 1975, más de 60 tiros acabaron con la vida de Carlos, chofer de colectivos de la línea 163, delegado de la Unión Tranviarios Automotor (UTA) y militante comunista.
Su causa fue emblemática en el pedido de reconocimiento de los crímenes de las Tres A como delitos de lesa humanidad, hace casi dos décadas. Pero apenas ocurrido el asesinato de Carlos, el primer juez que intervino cerró el expediente como “muerte por hemorragias internas” y le dijo a la familia “que no averiguara más nada”.
Muchos años después, en 2002, Nora Cid, con los tres hijos que tuvo con Carlos, Valentina, Alexis y Leónidas, depositaron las cenizas del militante del PC en Plaza de Mayo. En 2007, la detención en España del comisario Rodolfo Almirón, figura prominente de las Tres A, reimpulsó el proceso de juicios por los crímenes cometidos por aquel grupo fascista. “Quiero saber por qué me crié sin padre. Que paguen los que lo mataron, o al menos los responsables políticos”, decía por esos días Valentina, que tenía cinco años cuando mataron a Carlos.
“Yo sabía que él era un hombre que se la iba a jugar, un hombre de principios sumamente sólidos, clarísimos para con él, para con su familia, para con la sociedad y para todo lo que quería y hacía. Él era marxista-leninista, hasta el más mínimo acto de su vida”, recuerda Nora en su casa de la zona sur del Gran Buenos Aires.
A los pocos meses del asesinato de Carlos llegaría la dictadura. El periplo de escape los llevaría a Nora con los tres chicos a Salta, una breve vuelta a Buenos Aires y después a Santiago del Estero. La vuelta a la democracia institucional los trajo de nuevo, pero faltarían muchos años para un principio de justicia, una pequeña señal de reparación frente al dolor.
El de Carlos Banylis fue parte de la investigación que en 2007 abrió el Poder Judicial con unos 600 casos de la Triple A, con el Partido Comunista como el primer partido político de la Argentina que se presentó como querellante.
La Alianza Anticomunista Argentina, una organización paraestatal aunque al amparo de sectores del Estado, fue creada a comienzos de 1974 con el entonces ministro de Bienestar Social José López Rega como la cabeza visible. Operó ilegalmente con la integración de civiles, militares y policías y tras el golpe de marzo de 1976 continuó secuestrando y matando, bajo el mando de la Junta Militar.
En 2016, el juez federal Norberto Oyarbide consideró en un dictamen que el asesinato de Carlos Banylis fue un delito de lesa humanidad y que la familia fue víctima de una privación ilegal de la libertad. Juan Carlos Yovino ya estaba muerto en ese entonces, pero su foto fue reconocida por Nora. Era miembro de la Policía Federal y había estado asignado en “comisión” en el ministerio que dirigía López Rega.
Ese reconocimiento le permitió a Oyarbide reconocer por primera vez que Banylis fue asesinado, que se trató de un delito de lesa humanidad.
Nora recuerda que Carlos “era un hombre alegre, un hombre tierno y muy amoroso con sus hijos: era un gran compañero. Cuando él estaba de franco y yo también, él se hacía cargo de los hijos, de la cocina y me decía, ´no sé, andá a la peluquería si querés’”.
“Fue muy duro aprender a vivir sin él. Dejando de lado toda la tragedia que lo rodeó, ¿no?”, se emociona Nora y agrega con respecto a sus hijos,Valentina, Leónidas y Alexis que espera “haber llevado adelante la tarea de hacer crecer a nuestros hijos como lo habíamos planeado: que fueran buena gente, que vivieran de su trabajo, sin joder a nadie y eso era lo único que Carlos pretendía. A él no le importaba que fueran médicos, ingenieros, curas o linyeras, le daba igual: el tema era que vivieran sin joder a nadie, que era lo más importante”.
Los tres hijos de Nora y Carlos crecieron con ese recuerdo del padre al que apenas conocieron. Junto al recuerdo de Carlos se hace inevitable recordarlo también a Alexis, quien falleció en 2020, a sus cuarenta y nueve años y que desde su militancia en HIJOS, la Fede y el PC batalló incansablemente por la Memoria, la Verdad y la Justicia por lxs 30 mil y por todas las víctimas de la Triple A.
Nora recuerda que su compañero no sólo luchaba por la transformación revolucionaria de nuestra sociedad, lo hacía desde su mirada “internacionalista, marxista y leninista por una Patria Grande liberada“.
En tiempos en que el anticomunismo y el fascismo vuelven a ser fogoneados desde el gobierno, en tiempos en que se reivindican las prácticas del terrorismo de Estado, la Memoria es también un acto de resistencia. Por eso, Carlos Banylis, compañero, camarada, militante, laburante y padre, al que el horror le arrebató la vida hace 50 años, está hoy más presente que nunca. Su vida se transformó en luchas, en clave de memoria que persiste y nunca se da por vencida.