“El Invierno del Oso” es el más reciente trabajo de Internacionales Teatro Ensamble, compañía que, desde su fundación, se dedica a la investigación escénica y a la construcción de un teatro político, épico y profundamente latinoamericano. En diálogo con Nuestra Propuesta el director del grupo, Manuel Santos Iñurrieta reflexionó sobre el papel del arte y la cultura en la lucha contra el fascismo de ayer y de hoy.
Dirigida por Manuel Santos Iñurrieta y codirigida por Diego Maroevic, mañana sábado 17 de mayo, a las 20.30 horas en la sala Osvaldo Pugliese del Centro Cultural de la Cooperación, se estrenará “El invierno del Oso. Crónicas antifascistas en Stalingrado”, a 80 años de la victoria del Ejército Roja contra la Alemania de Hitler y sus aliados. La obra es producida por el Grupo Internacionales Teatro Ensamble, el grupo de teatro independiente que dirige Santos Iñurrieta y que tiene como su logo la estrella roja de tres puntas, que representa el espíritu internacionalista del colectivo y a su propuesta estética. “Somos un grupo que, desde hace ya muchísimos años con el Bachín Teatro, sigue una línea investigativa que se orienta hacia el desarrollo de un teatro épico, con características históricas y sociales, con un sentido político de la creación artística. En esa senda, trabajamos en la búsqueda de un teatro latinoamericano, desde una posición que echa raíces en el teatro nacional. Por eso trabajamos bajo la idea de un arte internacional por su forma y nacional por su contenido”, puntualizó Santos Iñurrieta, en diálogo con Nuestra Propuesta en la previa al estreno de la obra.
“El invierno del oso” es una adaptación de “A Stalingrado con amor”, también de Manuel Santos presentada previamente en La Habana en dos ocasiones: en el Festival Internacional de Teatro de 2023 y en la Primera Bienal de Humor Político de 2024. “Se trata de un espectáculo unipersonal, un monólogo interpretado colectivamente”, enfatizó su director. “El monólogo navega entre el humor, la poesía y el debate político, y cuenta con la participación estelar de nuestro querido amigo y camarada Atilio Borón, que ya había colaborado con los Internacionales Teatro Ensamble en Eléctrico Carlos Marx”, detalló.
El argumento de la obra consiste en la historia de un soldado soviético, herido en medio de la batalla de Stalingrado, que espera una contraofensiva, la soviética, que no termina de llegar. En la espera, encuentra en el humor un medio posible para su subsistencia. “No se trata de una casualidad que el escenario de la historia sea Stalingrado, la batalla más cruenta no solo de la segunda guerra mundial sino de la historia de las guerras modernas. En medio de esa oscuridad, de dos millones de muertos, hay un soldado que resiste y en la resistencia también produce subjetividad a través del humor”, explicó Iñurrieta, quien además es candidato por Confluencia en las elecciones porteñas del próximo domingo.
El contraste entre la muerte y el humor plantea una crítica posible a la actualidad política y económica del país y del mundo. En efecto, agregó, “pensamos que en un momento como este, la cultura y el arte —en especial el teatro— pueden realizar un aporte a la lucha actual contra el fascismo y señalar una perspectiva de futuro”. Dentro del amplio abanico de luchas por afrontar, “desde el grupo consideramos que una de las más importantes es la disputa por la subjetividad”. En esta línea, aclaró que “me refiero a la posibilidad de disputar los deseos y las conciencias de los hombres y de las mujeres que habitan el reino de este mundo”. Desde este punto de vista, “el arte y la cultura desempeñan un papel fundamental en la lucha contra el fascismo”. No solo por el contenido del arte, sino también “por la posibilidad que nos abre de ir hacia el encuentro del otro, para generar diálogos”.
La pieza se inscribe entonces en una línea que plantea el desarrollo de un teatro épico y latinoamericano, que plantea un problema de alcance internacional como es el avance del fascismo y las líneas de resistencia que nacen para derrotarlo, a la vez que hunde sus raíces en la más rica tradición del teatro nacional. “Toda nuestra propuesta parte de la idea de reafirmar las propias raíces, que anclan en lo más profundo de la historia del teatro nacional, con la creación del Teatro del Pueblo en 1930 y los comienzos del movimiento del teatro independiente”. El posicionamiento dentro de esta tradición implica también un posicionamiento estético, político e ideológico sobre la cultura y la producción artística. “El teatro nacional tiene una importante historia, ligada al combate político y social. Pero también a cierta concepción de la cultura, de una cultura inclusiva, para todos, que sea formadora para las personas”, concluyó el director.