En el marco del 97 aniversario de su natalaicio, desde Nuestra Propuesta convocamos a la reflexión sobre la praxis del “Guerrillero Heroico”, Comandante de la Revolución Cubana y teórico marxista imprescindible, Ernesto Guevara. Gastón Varesi (*), doctor en Ciencias Sociales, Investigador adjunto del CONICET y Profesor de la Universidad Nacional de La Plata, escribió la siguiente columna para invitarnos a repensar y poner en práctica el legado del Che en las luchas actuales de nuestro pueblo.
Se acerca un nuevo aniversario del nacimiento del Che Guevara, el guerrillero heroico que, con su legado, sigue alumbrando a las nuevas generaciones de militantes revolucionarios a lo largo del mundo. El Che supo encarnar en su praxis la construcción de una visión del mundo y de la revolución para nuestra América Latina y dar sustento material con su propia vida a la epopeya de emancipación de los pueblos oprimidos. Es por eso que, al conocerse su caída en combate y posterior fusilamiento, Fidel Castro enunció de forma contundente:
Si queremos expresar cómo aspiramos que sean nuestros combatientes revolucionarios, nuestros militantes, nuestros hombres, debemos decir sin vacilación de ninguna índole: ¡Que sean como el Che! Si queremos expresar cómo queremos que sean los hombres de las futuras generaciones, debemos decir: ¡Que sean como el Che! Si queremos decir cómo deseamos que se eduquen nuestros hijos, debemos decir sin vacilación: ¡Queremos que se eduquen en el espíritu del Che! (…) Si queremos expresar cómo deseamos que sean nuestros hijos, debemos decir con todo el corazón de vehementes revolucionarios: ¡Queremos que sean como el Che! (Castro, 1967, p. 7-8)
El Che nos invita a imaginar y a construir un “hombre nuevo” para marcar el rumbo de una nueva sociedad, un sujeto que asuma los desafíos de su momento histórico y se lance en defensa de los oprimidos para cambiar la realidad, en un ejercicio constante de articulación teórica y práctica. Y en ese trayecto, el Che nos aporta también su mirada sobre la importancia de la organización y la lucha política. Su escrito “El Partido marxista-leninista” constituye un prólogo al libro que lleva el mismo nombre y que fue publicado por la dirección nacional del Partido Unido de la Revolución Socialista en 1963, para divulgar y aportar al debate sobre la organización partidaria, que se sintetizaría dos años después en el Partido Comunista de Cuba.
En estas reflexiones, el Che señala, en primer lugar, la importancia de la formación ideológica de la militancia y su acercamiento a las ideas de Marx y Lenin para el análisis crítico de la sociedad capitalista. Así, sostiene que hay que comprender las tendencias generales y los grandes movimientos históricos sin dejar de ver cómo los mismos están estrechamente enlazados con la necesaria comprensión de las particularidades de los casos nacionales y la aplicación práctica de las ideas generales a nuestras características especiales. Esto involucra una mirada viva del marxismo, no esquemática ni reducida a fórmulas que se trasladan invariantes, sino como una vertiente del pensamiento crítico para comprender las relaciones fundantes de las sociedades capitalistas sin dejar de analizar sus particularidades históricas, geográficas, políticas, económicas, sociales y culturales.
En segundo lugar, el Che se formula una pregunta clave: ¿qué es un partido marxista-leninista? y citando al manual que estaba prologando define, “personas fundidas por una comunidad de ideas que se agrupan para dar vida a las concepciones marxistas, es decir, para llevar a cabo la misión histórica de la clase obrera” (Guevara, 1963:1). Un elemento a destacar es que se trata de un colectivo de personas: lejos de ver en el partido una maquinaria con engranajes que debe responder a tal o cual línea o a tal o cual dirigente, el Che pone de manifiesto su valoración de las personas en un sentido donde lo individual no aparece anulado por lo colectivo sino por el contrario, el colectivo es conformado por la decisión consciente de esas personas de fundirse a partir de una comunidad de ideas, para darles vida y llevar a cabo una misión histórica de emancipación. Por lo que en dicha definición podemos observar una relación no antagónica, sino de articulación entre lo individual y lo colectivo, que es al mismo tiempo una articulación de teoría y práctica. Y si la conformación del colectivo parte de fundir a las personas en una comunidad de ideas, el papel de la formación ideológica pasa a ser central, pero no una formación que quede relegada al ámbito de la erudición intelectual sino una educación ligada a la práctica transformadora: dotar de insumos teóricos a las acciones que los colectivos militantes despliegan cotidianamente en sus frentes de masas, desde la luchas reivindicativas y sectoriales, en articulación con un proyecto de cambio global de la sociedad que apunte a trastocar las bases de la dominación y la explotación.
En tercer lugar, el Che agrupa un conjunto de definiciones clave que conforman al partido: a) un partido no puede vivir aislado de la masa, sino que debe permanecer en contacto con ella; b) se debe ejercer la dinámica de crítica y autocrítica; c) el partido no debe basarse sólo en la lucha contra algo, sino también en conceptos positivos de lucha por algo; d) el partido debe cumplir un rol dirigente y catalizador, poniéndose a la cabeza de su clase, mostrando el camino del triunfo y buscando acelerar el avance de los procesos; e) en los momentos de reflujo social, debe saber retroceder, mantener firmes a los cuadros y preparar la resistencia para impulsar la próxima oleada de avance y en ella tratar de llegar más lejos, construyendo y disputando el poder.
El partido que piensa el Che es un partido de clase y señala que de la clase trabajadora deben salir sus principales cuadros. Esto se vincula a que el Che advierte que un partido de la clase burguesa “sólo puede dirigir la lucha en una etapa de liberación nacional, hasta ciertos niveles y en determinadas circunstancias. En el momento siguiente, la clase revolucionaria se convertiría en reaccionaria y se establecerían nuevas condiciones que obligarán a la aparición del partido marxista-leninista como dirigente de la lucha revolucionaria” (Guevara, 1963, p. 2).
El partido tiene entonces una doble misión histórica: la de liberación nacional, que encarna la lucha contra el imperialismo y por la soberanía, y la de liberación social, contra las clases dominantes y por la construcción del socialismo. Asimismo, plantea que a veces estas dos tareas en determinados contextos pueden ser realizadas de modo conjunto o que a veces primero se da un paso en materia de antiimperialismo (incluso en articulación o bajo dirección de sectores de la burguesía) y luego se debe abrir el escenario para la liberación de las clases subordinadas.
Tras repasar la experiencia cubana, el Che sostiene que “la misión de los dirigentes y de los partidos es la de crear todas las condiciones necesarias para la toma de poder y no convertirse en nuevos espectadores de la ola revolucionaria que va naciendo en el seno del pueblo” (Guevara, 1963, p.3). En ese sentido, el Che piensa un partido que no se quede en expresiones marginales, sino que asuma el protagonismo para aportar al avance de los procesos de transformación existentes. Incluso sostiene que tras el triunfo de la Revolución Cubana, recuerda que Fidel en ese contexto señaló que sólo habían conquistado “el derecho a empezar”, que si bien habían derrotado al sistema, encarnado por la dictadura de Batista, “el hecho de seguir consecuentemente una línea revolucionaria tendiente a mejorar el estado de nuestra sociedad y liberarla lo más posible de todas las trabas económicas, nos llevaba por fuerza a una lucha frontal con el imperialismo” (1963, p. 4). Y en ese trayecto debieron confrontar con los peligros del sectarismo y las mezquindades y fue surgiendo asimismo la necesidad de estructurar un partido revolucionario.
Según el Che, el partido debe ser un organismo ligado a las masas con cuadros seleccionados e integrados en una organización centralizada y elástica. Frente a los errores e interrogantes que se abrían en el proceso de conformación de ese partido, el Che recuerda que Fidel siempre sugería “volver a las masas, recurrir a las masas”, para tener un sistema de consulta constante y de allí sumar a los trabajadores para que vayan conformando los núcleos del partido. Un partido inserto en los frentes de masas, en todos los ámbitos de la vida de su pueblo, con capacidad de escucha y también de conducción, un partido que es pueblo y expresión de esa gran mayoría de trabajadores organizados.
Pero, además, el Che hace énfasis en el sistema partidario de educación, pensándolo de modo indisoluble entre la formación intelectual y la experiencia militante práctica. Recalcando que al partido le toca la tarea de conducción pero que “Esa conducción no será la de la orden mecánica y burocrática, la del control estrecho y sectario, la del mandar hacer, la del consejo que debe seguirse en cuanto a expresión verbal y no por constituir un ejemplo vivo, la del privilegio de las ideas o de la historia pasada” (Guevara, 1963, p. 5). El Che piensa una militancia que se construye con el ejemplo, con la solidaridad y con la audacia involucrada en el compromiso consciente.
Nuevamente, el Che vuelve a remarcar la relación entre partido y masas:
El partido del futuro estará íntimamente unido a las masas y absorberá de ellas las grandes ideas que después se plasmarán en directivas concretas; un partido que aplicará rígidamente su disciplina de acuerdo con el centralismo democrático y, al mismo tiempo, donde existan, permanentes, la discusión, la crítica y la autocrítica abiertas, para mejorar el trabajo continuamente (Guevara, 1963, p. 5).
En el contexto cubano, donde la revolución ya había triunfado y muchos buscaban sumarse, el Che dice que ese partido debía comenzar por ser un partido de cuadros seleccionados, los cuales a su vez debían estar insertos y en contacto directo con las masas, ejerciendo funciones directivas y formativas sobre ella. Pero ¿quiénes y cómo deberían ser estos cuadros?: “Primeros en el estudio, primeros en el trabajo, primeros en el entusiasmo revolucionario, primeros en el sacrificio; en todo momento los más buenos, más puros, más humanos que todos los otros, deben ser los cuadros de nuestro partido” (Guevara, 1963, p. 5-6). Y, además, el Che establece una sentencia clave para pensar a los cuadros y a la militancia en general: “hay que recordar siempre que el marxista no es una máquina automática y fanática dirigida, como un torpedo, mediante un servomecanismo hacia un objetivo determinado” (1963, p. 6). Y para esto cita a Fidel:
¿Quién ha dicho que el marxismo es la renuncia de los sentimientos humanos, al compañerismo, al amor al compañero, al respeto al compañero, a la consideración al compañero? ¿Quién ha dicho que el marxismo es no tener alma, no tener sentimientos? Si precisamente fue el amor al hombre lo que engendró el marxismo, fue el amor al hombre, a la humanidad, el deseo de combatir la desdicha del proletariado, el deseo de combatir la miseria, la injusticia, el calvario y toda la explotación sufrida por el proletariado, lo que hace que de la mente de Carlos Marx surja el marxismo cuando precisamente podía surgir el marxismo (Guevara, 1963, p. 6).
Así culmina su reflexión sobre la militancia, proponiendo una regla que debe ser grabada en la memoria como el arma más eficaz contra todas las desviaciones: “El marxista debe ser el mejor, el más cabal, el más completo de los seres humanos pero, siempre, por sobre todas las cosas, un ser humano; un militante de un partido que vive y vibra en contacto con las masas” (Guevara, 1963, p. 6).
En estos tiempos de oscuridad donde rebrota la guerra y el fascismo, este nuevo aniversario del nacimiento del Comandante Ernesto Guevara constituye una nueva invitación, como decía Fidel, a “ser como el Che” y a aportar desde el compromiso con nuestro tiempo y con los que cada día sufren la miseria y opresión de este sistema, donde el poder y los recursos se concentran en cada vez menos manos, a construir la fuerza colectiva que permita trazar un camino de liberación nacional y social para nuestro pueblo y todos los pueblos de América Latina. Porque como siempre nos recuerda el Che, “si el presente es de lucha, el futuro es nuestro”.
Referencias
Castro, Fidel (1967). Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en la velada solemne en memoria del Comandante Ernesto Che Guevara en la Plaza de la Revolución, el 18 de octubre de 1967. Fidel Soldado de Ideas. Recuperado de: http://www.fidelcastro.cu/es/discursos/discurso-pronunciado-en-la-velada-solemne-en-memoria-del-comandante-ernesto-che-guevara-en
Guevara, Ernesto (1963). El partido marxista-leninista. CEME. Recuperado de: https://www.archivochile.com/America_latina/Doc_paises_al/Cuba/Escritos_del_Che/escritosdelche0058.pdf
(*) Gastón Varesi es también Secretario Político del Partido Comunista de La Plata, director del CEFMA de esa ciudad y secretario de formación de la Junta Interna de ATE CONICET – La Plata.