Tuvo lugar en la capital de Rusia la Conferencia Internacional “Nacimiento del genio”, organizada a 155 años de la llegada al mundo de Lenin. Participaron el secretario de Relaciones Internacionales del Partido Comunista de la Argentina, Marcelo F. Rodríguez y el miembro del Centro y Formación Marxista Héctor Agosti, Rubén Darío Guzzetti.
Se llevó a cabo ayer en Moscú la Conferencia Internacional “Nacimiento del genio”, organizada por la bancada parlamentaria del Partido Comunista de la Federación Rusa y por la organización Científicos Rusos por el Socialismo a 155 años de la llegada al mundo de Lenin, en la que participaron panelistas de América Latina, África, Asia y Europa y ahí se destacaron diferentes aspectos de la vida y obra del líder revolucionario pero también sobre su legado y vigencia.
La cita fue en la sede del Instituto Panruso de Investigación de Plantas Medicinales y Aromáticas y ahí estuvo la delegación de nuestro país integrada por el secretario de Relaciones Internacionales del Partido Comunista, Marcelo F. Rodríguez y por el director Instituto Argentino de Estudios Geopolíticos y miembro del Instituto de Estudios de América Latina, así como del Centro y Formación Marxista Héctor Agosti, Rubén Darío Guzzetti, quien en su presentación se refirió al surgimiento del Sábado Rojo y cómo Lenin tomó esa idea que en poco tiempo se extendió hacia todos los soviets como forma de fortalecimiento de la organización partidaria.
Por su parte, la ponencia de Rodríguez giró en torno a la importancia que tuvo para el pensamiento leninista, la formación y educación de los cuadros partidarios, algo que “debe ser permanente, para que los cuadros comunistas sean lo más formados que se pueda para llevar adelante las tareas de la revolución”.
Se trató de una jornada sumamente intensa que en la que a lo largo de casi cuatro horas se sucedieron varias y enriquecedoras intervenciones, entre ellas las del titular de la bancada del senado de la Duma estatal y la del secretario general del Partido Comunista de Ucrania. Además hubo intervenciones de representantes de la juventud y delegaciones extranjeras, entre ellas la de Guzzetti quien al referirse al origen y de aquellos jornadas de trabajo voluntario creadas espontáneamente en 1918 por los obreros del ferrocarril que une Moscú y Kazán, remarcó que “esto representó un fuerte ejemplo que fue tomado por todo el Partido Bolchevique y del que Lenin se hizo eco, a punto tal, que realizó una argumentación teórica acerca del valor del significado que tiene tal iniciativa, que rápidamente fue hecha propia por los trabajadores de todo el país y más tarde se hizo lo propio en varios puntos del planeta con el impulso de los partidos comunistas”.
En el caso de la Unión Soviética, recordó Guzzetti, “también fue una necesidad dado la situación extrema que se vivía por aquellos días, en un territorio atravesado por hambrunas y otras carencias”, donde además arreciaban las fuerzas del Ejército Blanco “de los terratenientes y el poder económico que fue desplazado por la Revolución de Octubre, que actuaban con la complicidad de ejércitos de catorce países occidentales que invadieron Rusia, acotando el espacio territorial bajo control del Partido Comunista a Moscú y algunas zonas aledañas”.
Por eso es que “este tipo de actitudes de los trabajadores, fueron clave para que la situación se vaya recuperando”, lo que permitió que durante 1921 “se pueda poner fin a la guerra con el triunfo de la Revolución Bolchevique y que al año siguiente con la incorporación de varios países se diera un paso hacia la conformación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas”.
De ahí que se trate de “una experiencia interesante y, asimismo, una de las cosas más notables que demostró es que en esos días de trabajo voluntario, la productividad del trabajo de los obreros rusos era mucho mayor que la de los días pagos…sobre eso argumentó Lenin y esto el algo que habla de la ética comunista”.