La Policía de Osvaldo Jaldo reprimió salvajemente a trabajadores bancarios que reclamaban ante el Banco Patagonia de Concepción. “El gobernador coquetea con Milei y lleva adelante la misma política del gobierno nacional y su batalla cultural”, sostuvo Silvano Frutos desde el Partido Comunista de Tucumán.
“Estamos adiestrados para matarlos a ustedes”. Esa es la amenazante frase que uniformados con sus caras tapadas y sin placa de identificación, repetían a los trabajadores bancarios que, una vez reducidos y en el piso, eran víctimas de patadas y golpes de puño. Todo esto sucedió la semana pasada en Concepción, más precisamente frente a la sucursal que el Banco Patagonia posee en esa ciudad tucumana, en el contexto de una brutal represión en la que personal de la policía provincial utilizó balas de goma y gases lacrimógenos contra trabajadores bancarios que protestaban por mejores condiciones laborales.
En la ciudad de Concepción, la segunda en importancia de la provincia de Tucumán, la Policía montó un desmedido operativo, tanto por la cantidad de efectivos desplegados como por el brutal uso de la violencia que ejercieron contra un reducido grupo de trabajadores que se manifestaban pacíficamente ante la sucursal bancaria. En tales circunstancias y sin que mediara palabra, los policías comenzaron a golpear a los trabajadores dentro y afuera del edificio bancario, pero también desataron una feroz cacería en las inmediaciones de la sucursal, persiguiendo a algunos por varias cuadras a la redonda.
Ante esto, La Bancaria declaró el estado de alerta y reclamó que las autoridades del Patagonia brinden, de manera urgente, explicaciones sobre este hecho que reviste suma gravedad. “No vamos a naturalizar la violencia institucional”, advirtió la gremial bancaria al asegurar que se trató de “una brutal y desmedida represión”.
Además del papel que en esta historia juega el Banco Patagonia, resulta muy sugestivo que en momentos en que se esmera por aceitar el romance que tiene con la Presidencia Milei, por medio del accionar de su policía, Osvaldo Jaldo envíe una señal inequívoca al gobierno nacional. Es que cuando La Rosada se apresta a presentar su proyecto de reforma laboral regresiva, no es poco que Jaldo, quien hizo su aporte para que el año pasado se aprobara la Ley Bases, dé cuenta de que está dispuesto a echar mano al Protocolo Bullrich para reprimir la protesta sindical.
“Acá en Tucumán está naturalizado el autoritarismo y entre vastos sectores de la sociedad se valora positivamente cuando es ejercido por el personal policial”, lamentó desde el Partido Comunista de esa provincia Silvano Frutos, quien también sostuvo que el gobernador peronista “además de coquetear con Milei, aplica el Protocolo Bullrich porque le gusta y lleva adelante la misma política del gobierno nacional y su batalla cultural”, por lo que “a nadie sorprende que lo haga a través de la represión”.
Por otro lado, recalcó que en su provincia se vienen sumando despidos “por sectores”, algo que hasta el momento “balcaniza a la clase trabajadora” y sus reivindicaciones. En este sentido, Frutos reconoció que “tenemos un problema serio para articular las luchas que aisladamente se van dando, a lo que hay que sumar otro problema, que es el que plantea el hecho de que avance aún más la precarización laboral”.
Asimismo, recordó que sectores clave de la economía tucumana continúan en jaque como consecuencia de las políticas que se vienen implementando desde hace varios años y que se profundizaron con la llegada de Javier Milei a la presidencia. Al respecto, recordó el proceso de vaciamiento que culminó con el cierre del Ingenio San Juan, también la incertidumbre que genera el hecho de que la planta ubicada en Banda Salí del Ingenio Concepción haya salido a la venta y que esa unidad productiva redujera drásticamente su personal durante los últimos años. En tanto que la situación de otras industrias, como la que atraviesa la fábrica de Topper emplazada en Aguilares y los problemas que atraviesa el sector tabacalero, se sigue agravando.
Frente a este escenario, Frutos aseveró que “en Tucumán estamos al borde de una crisis que puede acabar en un estallido”.