En diálogo con Nuestra Propuesta, Tilda Rabí, presidenta de la Federación de Entidades Argentino-Palestinas y miembro del Comité Argentino de Solidaridad con el Pueblo Palestino, realizó un análisis sobre la creciente adhesión hacia la causa Palestina. También, denunció la hipocresía y complicidad de los países de la Unión Europea respecto al genocidio en Gaza, y señaló que el objetivo final del sionismo es construir un “Gran Israel” sobre la conquista de Palestina, Líbano, Siria e Irak.
* En los últimos días se desarrollaron en la Ciudad de Buenos Aires y en otros puntos del país una serie de actividades para expresar la solidaridad del pueblo argentino con la causa Palestina. ¿Qué balance realizas sobre el capítulo argentino de la Marea Roja por Palestina y de otras iniciativas locales?
Las últimas movilizaciones fueron muy importantes porque nos permitieron, a diferentes colectivos, ganar las calles. Hace mucho tiempo que en Argentina, y en especial en la Ciudad de Buenos Aires, no se daban este tipo de manifestaciones tan grandes en solidaridad con el pueblo de Palestina. Tanto la marcha global por Gaza, que aquí se movilizó con la consigna adjunta de “Argentina rechaza el genocidio en Gaza”, como otras jornadas públicas que desarrollamos durante las últimas semanas (también en otros puntos del país como Paraná, Bariloche, Bahía Blanca, Necochea, Córdoba Capital, Villa Carlos Paz y Posadas) hablan a las claras del compromiso creciente del pueblo argentino para con la causa del pueblo palestino.
En la manifestación participan colectivos diferentes, de diversa procedencia política y cultural, pero que confluyen para alzar la voz y rechazar pública y vivamente el genocidio que lleva adelante el Estado sionista de Israel. Creo que hay una toma de consciencia muy profunda del pueblo argentino en este momento porque se ha comprendido que no se trata solamente de solidarizarse con un pueblo que es víctima de un genocidio. Es también mirar hacia adentro y rechazar los planes extractivistas de las empresas sionistas, cómplices de la masacre en la Palestina ocupada, como Mekorot y los negocios que busca concretar con el gobierno de Milei a través de la privatización de AySA.
* ¿Considerás que la complicidad del Estado argentino, a través del gobierno nacional, respecto al genocidio en la Franja de Gaza así como el apoyo de Netanyahu a Milei explican una mayor toma de consciencia en el país sobre la causa Palestina?
Sí, sin dudas. El rechazo creciente del pueblo al genocidio se explica también por el rechazo creciente a la política económica y social del gobierno nacional argentino. Como el propio Ejecutivo se encarga de explicitar a cada momento, el Estado busca consolidar una alianza estratégica con el Estado sionista de Israel. Una dimensión importante, pero no la única, de este acercamiento responde a los intereses de las empresas sionistas por incrementar su participación en la explotación de los recursos económicos y naturales de la Argentina. En verdad, hay que señalar que los acuerdos con las empresas sionistas ya habían comenzado a gestarse durante el gobierno del Frente de Todos, con la presidencia de Alberto Fernández y la anuencia de algunos gobernadores. Hoy todo esto está a la vista a raíz de la intención del Estado argentino de privatizar el servicio de agua corriente en el área metropolitana de Buenos Aires. Es inadmisible que después de la experiencia de Aguas Argentinas, de esa salvaje privatización que brindaba un servicio deficiente y que le cortaba el suministro a las personas que no podían pagar el servicio, hoy nos encontremos en la antesala de una nueva privatización.El agua no es un servicio, mucho menos un negocio, el agua es un derecho.
* Precisamente, uno de los derechos que Israel niega sistemáticamente a los palestino en la Franja de Gaza y que explica, en parte, la crisis humanitaria y el genocidio.
Exactamente. La estrategia del Estado sionista es llevar la política del genocidio hasta las últimas consecuencias, porque su objetivo último es conformar lo que ellos llaman el "Gran Israel", un Estado que englobaría según las pretensiones del sionismo desde los territorios palestinos actualmente ocupados hasta el Líbano, Siria e Irak. Por ello, para detener la barbarie, no alcanza (como sucedió días atrás) con que veinticinco o más representantes diplomáticos de la Unión Europea se reúnan en un foro para expresar su repudio al genocidio de Israel. No alcanza con llamamientos estériles, sin compromiso verdadero, a un alto el fuego mientras las fuerzas armadas de Israel día a día asesinan a personas obligadas a vivir, en su propio territorio, en condiciones inhumanas. Hoy por hoy Israel impide el ingreso de insumos médicos, de medicamentos, de alimentos y bebidas a una zona arrasada por los bombardeos sistemáticos. Como denunció hace unos días la agencia de noticias AFP, el riesgo de una hambruna generalizada en Gaza es inminente y pone en peligro tanto al pueblo palestino como a los propios enviados de prensa.
* Casualmente se trata de una agencia europea la que formuló la denuncia. ¿Pensás que los Estados de Europa y el mundo son responsables por acción u omisión de la barbarie que se ciñe sobre la Franja?
Hay una responsabilidad muy profunda que tiene que ver con no actuar rápidamente. El mundo no puede seguir soportando que convivan, al mismo tiempo, los discursos de repudio de la comunidad europea con la venta de armas por parte de Europa al Estado terrorista de Israel. Es una especie de esquizofrenia colectiva y a plena luz del día, que también es responsable de la tragedia que vive el pueblo de Palestina. En verdad, todo esto se explica porque lo que manda son los negocios y los negocios amparan los nuevos proyectos coloniales del presente. Se trata de un proyecto colonial que, de diversas maneras, adaptado a las condiciones específicas de cada lugar, puede ser replicado en buena parte del mundo. Ese es el hilo que une la terrible situación en la Franja de Gaza con la creciente injerencia del Estado de Israel y las empresas sionistas en Argentina, gracias a la mediación necesaria y fundamental del gobierno de Milei. La expansión de las corporaciones económicas es una de las formas de neocolonialismo, para la apropiación de recursos naturales.
* Ante tan difícil situación: ¿existe entonces una solución inmediata a la barbarie promovida por Israel?
La solución inmediata, para comenzar un verdadero proceso de reparación histórica, tiene que comenzar con el cumplimiento de la legislación internacional. Hoy, en medio de la crisis institucional mundial de las organizaciones internacionales es muy difícil pensar que algo tan básico pueda realmente suceder. Se trata de poner en vigencia todos los acuerdos internacionales establecidos al fin de la Segunda Guerra Mundial, que tuvieron como objetivo fundacional ponerles un freno a los proyectos coloniales. Hubo acuerdo en torno a este punto en distintas partes del mundo, pero jamás se pudo hacer valer en Medio Oriente para proteger al territorio palestino de la ofensiva de Israel. No hay que olvidar que el pueblo palestino lleva más de ochenta años sufriendo las tropelías del colonialismo. Este sufrimiento incluye también el período de dominio británico sobre Palestina y el momento en el que Inglaterra entregó al sionismo los territorios palestinos para la conformación de un Estado judío. El destierro de más de setecientos cincuenta mil palestinos a partir de 1948 está en la base de la trágica situación actual, de la muerte y el horror extendidos como método de exterminio. Y la dominación colonial no es algo que solo se sufra en Gaza, sino también en Cisjordania y Jerusalén Oriental. Parte del plan de Israel también incluye desplazar a los palestinos de Cisjordania, donde ya hay más de setecientos muertos. El objetivo, ciertamente, del sionismo es hacerles la vida imposible a los palestinos para obligarlos a abandonar sus lugares. Tampoco hay que olvidar que hoy también Siria está sufriendo la ofensiva sionista, a pesar de que el nuevo régimen sirio fue apoyado por Estados Unidos e Israel. El objetivo de Israel es apropiarse de los Altos del Golán. Lo mismo pretenden hacer en el Líbano, junto a la apropiación ilegal de sus recursos naturales.