Al lograr el 58,30 por ciento de los votos contra el 41,70 de los que sumó Jeannette Jara, José Antonio Kast se quedó con el balotaje y el 11 de marzo de 2026 va a asumir como presidente de su país. Mieli festejó el resultado electoral.
El ultraderechista José Antonio Kast triunfó en el balotaje presidencial de Chile al conseguir un 58,30 por ciento de los votos contra el 41,70 de los que sumó Jeannette Jara, quien poco antes de las 21 horas de ayer reconoció la derrota por medio de sus redes sociales. “La democracia habló fuerte y claro. Me acabo de comunicar con el Presidente electo @joseantoniokast para desearle éxito por el bien de Chile”, dijo la dirigente del Partido Comunista, que además explicó que se comunicó con Kast ya que “estoy convencida que debemos respetar la decisión ciudadana, porque es en la derrota en donde más se aprende y debe ser más profunda la convicción democrática”.
Un poco más tarde, quien fuera postulante presidencial por Unidad por Chile, se dirigió a los presentes en un acto que se llevó adelante en el Barrio París-Londres del centro de Santiago, donde reflexionó que “la derrota es siempre breve”, tras lo que aseveró “es en estos momentos es donde más se aprende y donde más firme debe ser la convicción”. Luego de hacer hincapié en que queda claro “que no obtuvimos el resultado que queríamos”, fue contundente cuando aseguró que “seguiremos luchando con coraje por las urgencias de Chile, para que el esfuerzo se vea recompensado y para que en este país se pueda vivir bien”.
Asimismo, convocó a trabajar para que “la justicia social siga siendo un principio que en Chile crezca y no retroceda” porque, puntualizó, “no se pueden poner en riesgo las conquistas logradas por las y los chilenos; todo eso debe cuidarse”.
Al menos en una primera lectura se desprende que la tarea planteada para los próximos años representa un duro desafío a la luz de los postulados que propuso en campaña el líder del Partido Republicano que, entre otras cosas, prometió un serio recorte en la inversión social, la afectación del pago de indemnizaciones por despido, la eliminación de la jornada laboral de cuarenta horas conquistada con Jara como Ministra de Trabajo y la continuidad del IVA que grava alimentos y medicinas porque, según el ultraderchista vencedor de la contienda electoral de ayer, Chile dejó de lado “el milagro económico” y ahora “se cae a pedazos”.
Kast también pretende avanzar en el indulto para condenados por crímenes de lesa humanidad y abuso sexual. En esa misma sintonía, anticipó que su gobierno va a tener una mirada que busca limitar la ampliación de derechos para mujeres y diversidades, como también el derecho a huelga, al tiempo que en su agenda también figuran una fuerte oposición a la interrupción voluntaria del embarazo incluso en casos de violación, como así al uso de la píldora anticonceptiva, el divorcio y el matrimonio igualitario, que en Chile fue aprobado en 2021.
Por supuesto, en el programa de gobierno de José Antonio Kast (nombre que le puso su padre, un alemán militante del Partido Nazi, en “honor” al fascista español José Antonio Primo de Rivera) no falta la perspectiva radicalmente punitivista montada en lo que fuera instalado por la derecha chilena como un eje central de la campaña: la “seguridad ciudadana” y una particular obsesión contra la inmigración, asociada desde una mirada xenófoba y estigmatizante a la delincuencia. Todo esto, más allá del prontuario puntual de alguna banda venezolana integrada por antichavistas que en el balotaje seguramente no hubieran dudado en votar a Kast. Ante este escenario y con el apoyo de los votos, el admirador chileno de Donald Trump aseguró que va a expulsar de su país a más de trescientos mil inmigrantes.
Incluso antes de que Jara reconociera la victoria de Kast, el canciller argentino, Pablo Quirno, difundió un comunicado oficial del ministerio de Relaciones Exteriores titulado “El Gobierno argentino celebra la victoria de José Antonio Kast como Presidente electo de la República de Chile”, en el que se señala que nuestro país “augura al nuevo Presidente el mayor de los éxitos en su gestión y manifiesta su voluntad de trabajar conjuntamente con Chile y con los países socios de la región en la defensa de los principios de la democracia, la libertad y el respeto irrestricto de los derechos humanos, a fin de enfrentar los desafíos comunes y promover el crecimiento económico y la prosperidad de nuestros países”. Y recalca que el gobierno “confía en que el fortalecimiento de la relación bilateral se convertirá en un nuevo faro de libertad desde el Cono Sur para la región y para el mundo”.
Más efusivo aún se mostró Javier Milei a la hora de felicitar a Kast y en una publicación difundida en redes sociales, subrayó: “¡Enorme alegría por el aplastante triunfo de mi amigo José Antonio Kast en las elecciones presidenciales de Chile! Un paso más de nuestra región en defensa de la vida, la libertad y la propiedad privada. Estoy seguro de que vamos a trabajar juntos para que América abrace las ideas de la libertad y podamos liberarnos del yugo opresor del socialismo del Siglo XXI ”.
La actitud exultante del presidente de Argentina es justificada. “Conozco a Milei y a muchos de los parlamentarios que trabajan con él. Vamos a tratar de generar las mejores relaciones con la Argentina”, indicó Kast, ayer domingo, poco después de votar en Santiago.
Mientras tanto, desde Washington, el Secretario de Estado, Marco Rubio, felicitó a Kast y destacó que Estados Unidos “espera colaborar con su administración para fortalecer la seguridad regional y revitalizar nuestra relación comercial”. También felicitaron a Kast los mandatarios de Paraguay, Santiago Peña, y de Bolivia, Rodrigo Paz.
Dentro de tres meses José Antonio Kast va a ser presidente de Chile. Sus detractores suelen llamarlo “el Pinochet sin uniforme” porque a lo largo de una vasta carrera política siempre se las ingenió para colocarse a la derecha de la derecha, camino que comenzó a recorrer cuando con apenas veintidós años fue un entusiasta partícipe de la campaña a favor de la continuidad del régimen pinochetista que era sometido a plebiscito en 1988 y mucho más cerca en el tiempo, de cara a las elecciones de 2021 en las que se postulaba a presidente, remarcó que el dictador hubiera votado por él. El 11 de marzo de 2026 el pinochetismo va a entrar en el Palacio de la Moneda, esta vez a través del voto, para hacerse cargo del destino inmediato de Chile, un pueblo curtido en la resistencia que sin dudas volverá a desplegar su tradición combativa para pronto volver a vencer.