En el marco de una avanzada contra las organizaciones populares y las formas comunitarias de organización en la Ciudad, el gobierno porteño desalojó de forma irregular, sin previo aviso, el centro cultural y el comedor popular que el Movimiento La Dignidad administraba, desde hace más de dos décadas, en el Mercado de la Economía Solidaria Bonpland, en Palermo. Laura Bitto, referente del espacio, denunció que “en la Ciudad, el PRO replica y profundiza el modelo de persecución, hostigamiento y represión del gobierno nacional contra las organizaciones populares”.
A una semana del desalojo del Mercado de la Economía Solidaria Bonpland, en el barrio porteño de Palermo, cientos de personas siguen sin acceder al plato de comida diario que recibían en el comedor popular. Además, decenas de trabajadoras se quedaron sin su espacio de formación laboral y otro tanto de artistas y productores culturales perdieron su lugar de trabajo. “Con actos como estos, el gobierno de la Ciudad atenta contra los espacios comunitarios” dijo Laura Bitto, del Movimiento La Dignidad, quien también denunció, en diálogo con Nuestra Propuesta, que “desde el año pasado existe un ensañamiento contra nuestra organización”.
En efecto, en el Mercado de Bonpland funcionaba hasta la semana pasada un comedor comunitario y un espacio cultural muy concurrido. Instalado desde el 2001, la organización popular había recuperado un espacio que, de otro modo, hubiera sido cooptado por el modelo de Ciudad Pro del macrismo y sufrido un proceso de gentrificación y pérdida de identidad. Por ello, no resulta casual que en plena sintonía con el gobierno nacional, el ministro de Desarrollo Humano y Hábitat del Gobierno de la Ciudad, Gabriel Sebastián Mraida, se haya colocado al frente de la cruzada contra el Mercado de Bonpland. El funcionario no solo fue uno de los promotores del desalojo, sino que desde hace más de un año lleva adelante una política de vaciamiento del Mercado.
Pero la afinidad con el gobierno de Milei no solo es presupuestaria. También existe un punto de conexión en lo que respecta al avance represivo contra la organización popular. Al respecto, Bitto denunció que “el desalojo se llevó a cabo de forma irregular, por la madrugada, sin aviso previo, mediante orden administrativa, con camiones de la Policía de la Ciudad sin patente y sin inventario de los objetos secuestrados por el personal policial”. Vale recordar que, hasta el desalojo, en el Mercado funcionaba un comedor popular administrado por La Dignidad, que gestionaba 700 raciones semanales de comida. Además, allí se brindaba apoyo escolar, se realizaban talleres de artes y oficios como así también festivales solidarios, con una propuesta cultural que aglutinaba bandas musicales del under y obras de teatro off.
Uno de los agravantes, que marca con claridad el carácter selectivo del desalojo, reside en que el espacio era administrado por La Dignidad a través de un convenio marco vigente, firmado (precisamente) con el Gobierno de la Ciudad en el 2007 y revalidado posteriormente. Es decir, el espacio se encontraba con la habilitación al día.
No deja de ser sugerente que el desalojo tuvo lugar en las horas previas al cierre de las negociaciones entre el PRO y la Libertad Avanza en la Ciudad de Buenos Aires, de cara a las elecciones nacionales de medio término que se llevarán a cabo en octubre. En ese sentido, Bitto recordó que “en la Ciudad, el PRO replica y profundiza el modelo de persecución, hostigamiento y represión del gobierno nacional contra las organizaciones populares”. Luego, explicó que “la alianza entre el PRO y La Libertad Avanza en la Ciudad es obvia y a la vez parece que están en disputa para ver quién logra fidelizar los votos de derecha, en una contienda para ver quién es el más reaccionario de los dos”. Para la referente de La Dignidad, “con acciones como esta, no cabe ninguna duda que buscan captar los votos que están a favor de la represión, contra los movimientos sociales y contra el trabajo comunitario”, puesto que “existe en el electorado porteño un nicho de acumulación histórica por parte de la derecha en torno a estos temas”. Por ello, explicó, “ahora se disputan ese electorado como botín, pese a integrar un mismo espacio electoral”.
Sin embargo, Bitto insistió que el ataque contra La Dignidad no puede ser enmarcado simplemente dentro de la coyuntura electoral. La referente denunció que “es evidente que existe un ensañamiento particular contra las organizaciones populares y con La Dignidad en particular”. En efecto, “desde hace un año venimos sufriendo una serie de ataques cotidianos, que nos dan la pauta de que existe un ensañamiento deliberado contra nuestra organización”. Entre las presiones y ataques, Bitto enumeró algunos, como la reducción de programas de asistencia para los concurrentes al comedor o los despidos de trabajadoras y trabajadores cuya asistencia se enmarcaba en las actividades desarrolladas por el centro comunitario. “Estamos bajo amenaza constante, en un estado permanente de hostigamiento que se torna insostenible para el día a día de nuestras actividades”, añadió.
Pero no hay que perder de vista que el ataque no fue solo contra La Dignidad, sino también contra los vecinos de Palermo. “Es mucho lo que se pierde acá con este desalojo”, dijo Bitto. “Acá funcionaba de todo, desde un comedor que alimentaba a cientos de familias diariamente hasta espacios de expresión artística o de formación laboral”. Por ello, lamentó que “con el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat del Gobierno de la Ciudad el diálogo está totalmente cortado, lo que quiere decir que tampoco estamos recibiendo las raciones de comida para alimentar a las personas que venían a comer con nosotros”. A esas personas “hoy les falta ese plato de comida”. Mientras tanto, “organizamos ollas populares”.
El espacio cultural era entonces un ámbito de formación, capacitación y sociabilidad totalmente integrado con la vida comunitaria del barrio y con una amplia participación de los vecinos de Palermo. Además, no es ocioso recordar que el Mercado estaba consolidado como un espacio de expresión, de esos que no abundan en la Ciudad, dado que ofrecía sus instalaciones de forma gratuita y en una zona neurálgica de la actividad artística y cultural porteña. Asimismo, todos los sábados funcionaba la feria de artesanos y artesanas, que hoy no tienen donde trabajar: artistas plásticos, encuadernadores, diseñadores textiles, etc.
El Mercado era por todo eso un centro de articulación de distintos espacios e iniciativas, un polo de confluencia de relaciones comunitarias que desafiaban a diario la lógica del capital. Por ello, no se trata simplemente de un desalojo ilegal, con la gravedad que de por sí conlleva. Se trata, antes bien, de un ataque bien planificado contra la organización popular y el despliegue de lazos comunitarios que resiste a la gentrificación promovida por el gobierno de la Ciudad y la burguesía inmobiliaria.
Pese a la adversidad de la coyuntura y los problemas prácticos del día a día provocados por el desalojo y el robo (por parte de la Policía de la Ciudad) de los medios de trabajo, muebles e instrumentos, Bitto aseguró que “no nos vamos a quedar de brazos cruzados”. En esta línea, explicó los pasos a seguir. En principio, “tenemos previsto (ciertamente, sin mucha expectativa) presentar una denuncia en sede judicial contra el Gobierno de la Ciudad y un reclamo para que nos devuelvan todo lo que nos han robado”. Por ello, “también contemplamos llevar a cabo un plan de lucha, con el propósito de recuperar el alimento y el espacio”. Pero más allá de todo esto, Bitto aseveró de forma contundente que “no vamos a permitir que nos corran del eje, que nos pongan a luchar por la supervivencia cuando nosotros tenemos un programa de acción política y social muy claro, que se planta contra el gobierno nacional y de la Ciudad y sus políticas de ajuste y represión”.