Por medio de una declaración firmada por Iris Pereyra de Avellaneda, el organismo de Derechos Humanos rechazó el despligue de infantes de Marina y tropas adicionales en el Mar Caribe ante las costas de la República Bolivariana.
Por medio de una declaración que lleva la firma de su presidenta, Iris Pereyra de Avellaneda, la Liga Argentina por los Derechos Humanos (Ladh) hizo público su repudio a las nuevas acciones intervencionistas del gobierno de EE.UU. “que amenaza con una invasión contra el pueblo de Venezuela, con el fin de imponer una administración títere a través de una invasión directa, tal como reclaman abiertamente los sectores de la derecha, de un ataque puntual para generar miedo o bien de una asfixia económica, reforzando el cumplimiento de las injustas sanciones unilaterales ya impuestas al país nuestramericano”.
La toma de posición de la Ladh, tiene lugar a poco de que Washington decidiera desplegar más de cuatro mil infantes de Marina y tropas adicionales en aguas que rodean a América Latina y el Caribe, hecho que de acuerdo a la versión difundida por la Casa Blanca, responde a “combatir los cárteles de la droga”.
Ante eso, la Ladh recordó que “la acusación
de narcotraficantes contra quienes se oponen al imperialismo estadounidense no es novedosa” y añadió que hace más de cuarenta años EE.UU. usó ese mismo argumento contra las guerrillas colombianas “para quienes inventaron el término de ‘narcoterroristas’, pero también intentaron ensuciar con acusaciones de narcotráfico a la revolución cubana, más tarde derribaron a su antiguo colaborador Noriega, preocupados para garantizarse el control del Canal de Panamá y ahora, Trump y sus lacayos dicen que el gobierno de Venezuela sería una especie de cartel de drogas al que responsabilizan de los problemas de narcotráfico en EE.UU., a pesar de que no existe prueba alguna de semejantes afirmaciones”.
También resaltó que durante el último medio siglo, a las invasiones de Irak y Afganistán, las intervenciones en el Líbano y Somalia y los ataques aéreos que contra Libia perpetró EE.UU., “se suman en Nuestra América el impulso a golpes de Estado contra Chávez, Morales, Zelaya y Lugo, sumados a atentados contra Fidel Castro y Maduro y a persecuciones por medios más sutiles como el uso del lawfare e intervenciones como las de Haití”. Y también “acciones contra Nicaragua en defensa de Somoza y luego en apoyo de los Contras, al igual que las invasiones de Granada y Panamá”.
Ahora, aumenta a cincuenta millones de dólares la recompensa que Washington está dispuesto a pagar por la captura del presidente Maduro “a quien no reconoce como jefe de Estado, porque ambiciona poner en su lugar a un títere, para apoderarse de todos los recursos naturales de Venezuela y profundizar todavía más el criminal bloqueo contra el pueblo de Cuba, a quien no perdonan su orgullosa independencia ni la solidaridad que con sus médicos brinda a gran parte de la humanidad”.
En este contexto, es que se anunció el envío de una flota de guerra con capacidades de asalto anfibio que se instalaría cerca de las costas venezolanas. “Es decir, un bloqueo naval como el que hace más de sesenta años habían impuesto contra Cuba, pero esta vez impuesto con la excusa de la lucha contra el tráfico de drogas”. Por eso es que, “además de nuestro enérgico repudio a esta nueva intervención militar estadounidense contra la soberanía de Nuestra América, dirigida especialmente contra el pueblo de la República Bolivariana de Venezuela, consideramos conveniente señalar un par de detalles simbólicos sobre uno de los buques estadounidenses que participarán en este nuevo acto de imperialismo”, ya que se trata del destructor USS Sampson que acaba de ser visitado por el jefe del Comando Sur, almirante Alvin Holsey, “en una pausa durante un nuevo viaje a la Argentina que, seguramente, hizo para dar instrucciones a sus cipayos locales”.
La Liga recordó que Sampson fue un contraalmirante “que comandó la flota gringa en la batalla de Santiago de Cuba, en 1898, cuando EE.UU. intervino en la guerra de independencia cubana con el fin de controlar la nueva república naciente”.
Así las cosas, hizo hincapié en que la agresión contra Venezuela no es un hecho aislado, sino que forma parte “de la actual etapa del imperialismo de EE.UU., que busca la reconquista de toda América como parte de su respuesta frente a su creciente decadencia global”, por lo que “un ataque contra Venezuela es una agresión contra todos nuestros pueblos y contra todos los gobiernos que no quieran someterse al imperio”. Es por eso que instó “a la unidad en el repudio de esta nueva escalada intervencionista de los EE.UU., cuyos gobiernos violan sistemáticamente los Derechos Humanos de sus propios habitantes y del resto de la humanidad, contra la República Bolivariana de Venezuela”.