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Sáb, Abr
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Diferentes organizaciones se dieron cita ante la Embajada Palestina ante nuestro país, para exigir que cese el ataque que perpetra el Estado de Israel contra la Franja de Gaza y Cisjordania. Desde Israel, el periodista israelí Gideon Levy, suma una reflexión necesaria.

El jueves pasado, el Partido Comunista dijo presente en el acto convocado por la Federación de Entidades Argentino-Palestinas y el Comité Argentino de Solidaridad con el Pueblo Palestino ante la embajada de ese país, para exigir que cese el ataque que perpetra el Estado de Israel contra la Franja de Gaza y Cisjordania.

Desde que logró su autonomía de Israel y principalmente a partir de que está dirigida por Hamas, esta zona es sometida a recurrentes ataques por parte de las Fuerzas Armadas israelíes. Esto se intensificó desde que el 7 de octubre milicianos de esa organización, llevaron a cabo una incursión más allá de las fronteras de la Franja que de acuerdo a fuentes israelíes, habría dejado un saldo de alrededor de mil muertos y más de un centenar de personas retenidas por parte de Hamas.

Desde ese día la Franja de Gaza está bajo fuego con ataques que, de acuerdo a lo denunciado por organización Human Rights Watch, incluyen el uso de armas prohibidas como proyectiles con fósforo blanco, que fueron arrojados desde aviones militares israelíes. Asimismo, al cierre de esta edición, una fuerza de no menos de trescientos mil soldados y centenares de tanques estaban dispuestos a entrar en ese territorio palestino que está habitado por 2,3 millones de habitantes a los que desde hace más de una semana Israel los dejó sin suministro de agua potable, electricidad y alimentos.

Por su lado, fuentes confiables cifran en cerca de dos mil personas civiles palestinas, las que cayeron durante la última semana víctima de los bombardeos indiscriminados que sobre núcleos urbanos desató el ejército israelí.

Y justamente para intentar darle visibilidad a esta situación es que se llevó a cabo el acto ante la sede diplomática palestina, donde también se dieron cita representantes de la Confederación de Entidades Argentino-Árabes (Fearab), la Unión Cultural Armenia (UCA), la Asociación Cultural Siria (ACS) y la Federación Argentino-Palestina (FAP).

Con este telón de fondo, se dirigieron a los presentes Alberto Teszkiewicz en representación del Comité de Solidaridad, Adrián Lomlomdjián por la UCA, la integrante de la ACS Anabel Cichero, Tilda Rabi por la FAP y la segunda secretaria de la embajada Palestina, Shyrin Barham.

“Estamos aquí para abrazar a todo el pueblo palestino, estamos aquí para condenar el genocidio que Israel está desarrollando contra más de 2,3 millones de palestinos que viven en la mayor cárcel a cielo abierto que hay en el mundo, que es la Franja de Gaza”, señaló Teszkiewicz y denunció la campaña sucia desatada para justificar la incursión genocida de Israel, desde la industria massmediática occidental y los gobiernos de EE.UU. y la UE.

Tras lo que sostuvo que “once funcionarios de la ONU han muerto en los bombardeos y la cantidad de refugiados aumenta en los sitios que tiene la ONU en la Franja, pero no sirve de nada, ya que los están bombardeando, como lo hacen contra hospitales y unidades sanitarias, por lo que han muerto numerosos compañeros de la Media Luna Roja”.

Y recordó que el régimen de colonialismo y apartheid con el que Israel somete a Palestina, comenzó hace 75 años y está atravesado por un verdadero genocidio contra el pueblo palestino. “Quienes no han condenado a los sistemas de opresión, no tienen ningún derecho moral a condenar la violencia de los oprimidos que resisten a la opresión”, advirtió Teszkiewicz.

Antes del ataque sobre Franja de Gaza, durante los primeros nueve meses del año, las fuerzas de ocupación israelíes asesinaron a 210 palestinos y más de 5.200 están presos en cárceles de Israel, en muchos casos, sin que sobre ellos pese ninguna acusación concreta. Y, durante el pasado agosto, la ONG Save the Children presentó un informe que da cuenta de que hasta ese momento, en lo que iba de 2023, 44 niños palestinos habían sido ultimados en Cisjordania y Franja de Gaza por militares o colonos israelíes.

 

Una voz en el desierto

 

Sustentado por su armamento nuclear, el único que el Organismo Internacional de la Energía Atómica nunca pudo fiscalizar, pero también en la simbiosis que tiene con EE.UU. que acaba de enviar a la zona al más mortífero de sus portaaviones, el Gerarld Ford, el régimen sionista que actualmente encabeza el primer ministro, Benjamín Netanyahu, profundiza un sistema de apartheid y de exterminio contra el pueblo palestino, al que el ministro de Defensa israelí Yoav Galant, caracteriza como “subhumano”.

Esto es apenas una ínfima parte de los crímenes de lesa humanidad que sistemáticamente viene perpetrando ese régimen desde hace más de siete décadas, algo que al tiempo que empuja a la desesperación a cada palestino, hunde progresivamente al pueblo israelí en una degradación moral y ética fomentada por un esquema de representación política que cada vez aparece más corrido hacia la derecha y más alejado de la democracia.

Pero, incluso ahí, hay voces que claman en el desierto. Una de ellas es la del escritor y periodista israelí Gideon Levy, quien acaba de publicar en el diario Haaretz un artículo en el que ayuda a reflexionar acerca de cuál es el camino que condujo a la situación que atraviesa, ahora mismo, este conflicto.

El artículo titulado “Detrás de todo lo ocurrido, la arrogancia israelí” no tiene desperdicio y dice lo siguiente:

 

Pensábamos que se nos permitía hacer cualquier cosa, que nunca pagaríamos un precio ni seríamos castigados por ello. Seguimos sin confusión. Arrestamos, matamos, maltratamos, robamos, protegemos a colonos masacradores, visitamos la Tumba de José, la Tumba de Otoniel y el Altar de Yeshua, todo en los territorios palestinos, y por supuesto visitamos el Monte del Templo -más de cinco mil judíos en las últimas festividades-.  Disparamos a personas inocentes, les arrancamos los ojos y les destrozamos la cara, los deportamos, confiscamos sus tierras, los saqueamos, los secuestramos de sus camas y llevamos a cabo una limpieza étnica. También continuamos con el asedio irrazonable en Gaza, todo estará bien.

Construimos una enorme barrera alrededor de la Franja, su estructura subterránea costó tres mil millones de shekels y estamos a salvo.  Confiamos en los genios de la Unidad 8200 y los agentes del Shin Bet que lo saben todo y nos avisarán en el momento adecuado. Estamos trasladando la mitad del ejército del enclave de Gaza al enclave de Huwara sólo para asegurar las celebraciones de las fiestas de los colonos, y todo estará bien, ya sea en Huwara o en Erez. Luego resulta que una excavadora antigua y primitiva puede superar incluso los obstáculos más complejos y costosos del mundo con relativa facilidad, cuando existe un gran incentivo para hacerlo. Mire, este arrogante obstáculo puede ser superado por bicicletas y motocicletas, a pesar de todos los miles de millones gastados en ello, y a pesar de todos los famosos expertos y contratistas que han ganado mucho dinero.

Pensábamos que podíamos continuar con el control dictatorial de Gaza, arrojando aquí y allá migajas de favor en forma de unos miles de permisos de trabajo en Israel -esto es una gota en el océano, que además siempre está condicionado a un comportamiento adecuado- y a cambio, los mantenemos en su prisión. Hacemos las paces con Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, y nuestros corazones se olvidan de los palestinos, para que puedan ser eliminados, como a muchos israelíes les hubiera gustado. Seguimos deteniendo a miles de prisioneros palestinos, incluidos aquellos recluidos sin juicio, la mayoría de ellos presos políticos, y no aceptamos discutir su liberación incluso después de décadas en prisión. Les decimos que sólo por la fuerza sus prisioneros podrán alcanzar la libertad.

Pensábamos que seguiríamos rechazando con arrogancia cualquier intento de solución política, simplemente porque no nos convenía emprenderla, y seguramente todo seguiría así para siempre. Y una vez más resultó que no era así.  Varios cientos de militantes palestinos traspasaron la valla e invadieron Israel de una manera que ningún israelí podría haber imaginado. Unos cientos de combatientes palestinos han demostrado que es imposible encarcelar a dos millones de personas para siempre sin pagar un alto precio.

Así como ayer la vieja y humeante excavadora palestina demolió el muro, el más avanzado de todos los muros y vallas, también arrancó el manto de la arrogancia y la indiferencia israelíes. También derribó la idea de que basta con atacar Gaza de vez en cuando con drones suicidas y vender estos drones a medio mundo para mantener la seguridad.

Ayer, Israel vio imágenes que nunca había visto en su vida: vehículos militares palestinos patrullando sus ciudades y ciclistas de Gaza entrando por sus puertas.  Estas imágenes deberían arrancar el manto de la arrogancia. Los palestinos en Gaza han decidido que están dispuestos a pagar cualquier cosa por un atisbo de libertad.  ¿Hay alguna esperanza para eso? No ¿Aprenderá Israel la lección? No.

Ayer ya hablaban de aniquilar barrios enteros de Gaza, de ocupar la Franja de Gaza y de castigar a Gaza “como nunca antes se había castigado”. Pero Israel lleva castigando a Gaza desde 1948, sin detenerse ni un momento. 75 años de abusos y ahora le espera lo peor. Las amenazas de "aplanar Gaza" sólo prueban una cosa: que no hemos aprendido nada. La arrogancia llegó para quedarse, incluso cuando Israel una vez más ha pagado un alto precio.

Benjamín Netanyahu tiene una gran responsabilidad por lo sucedido y debe pagar el precio, pero el asunto no comenzó con él y no terminará después de su partida.  Ahora debemos llorar amargamente por las víctimas israelíes. Pero también debemos llorar por Gaza. Gaza, cuya población es en su mayoría refugiados creados por Israel; Gaza, que no ha conocido ni un solo día de libertad.