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Dom, Abr
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A 36 años de la Masqacre de Budge, el Partido Comunista de Lomas de Zamora honró la memoria de las víctimas de ese episodio de Gatillo Fácil, pero también la del abogado León Toto Zimerman.

“El Negro, Willy y Oscar presentes, basta de gatillo fácil y de ajuste, fuera el FMI”, son las renovadas banderas que a 36 años de la Masacre de Budge, enarboló el Partido Comunista Lomas de Zamora para honrar la memoria de Agustín Olivera, Oscar Aredes y Roberto Argañaraz, pero también la de León Toto Zimerman quien desde su tarea profesional y militante hizo posible que se esclareciera el crimen de estos tres jóvenes, que fue perpetrado el 8 de mayo de 1987 por suboficiales de la Policía Bonaerense.

La Masacre de Budge sintetiza qué es la violencia institucional y la estigmatización de clase, pero también habla de cómo un barrio de trabajadores venció el miedo, se organizó y resistió los aprietes policiales y judiciales que buscaban que prevalezca el encubrimiento y, finalmente, consiguió que saliera a la luz la verdad.

Porque la banda de policías bonaerenses que ultimó a Olivera, Aredes y Argañaraz contó con una cobertura institucional que intentó que el crimen pasara por enfrentamiento. Y en la tarea de desmontar la mentira, fue clave la participación tenaz de Zimerman que con su experiencia y capacidad profesional, apuntaló la movilización de Ingeniero Budge para exigir justicia por los tres pibes ultimados, pero asimismo para alertar que este caso estaba lejos de ser un hecho aislado, sino que respondía a una matriz de conducta que definía a la fuerza policial, algo a lo que el propio abogado comunista le puso nombre: Gatillo Fácil.

Quienes fueron autores materiales de la Masacre, el suboficial mayor Juan Ramón Balmaceda, el cabo primero Juan Alberto Miño y el cabo Isidro Rito Romero, argumentaron que se había tratado de un enfrentamiento y que sus víctimas estaban armadas. Pero la tapadera fue puesta al desnudo por la movilización popular y el compromiso de Zimerman que representó a las familias de los pibes asesinados. La pesquisa forense determinó que Olivera tenía doce heridas de bala y Aredes siete, la mayoría en sus espaldas, mientras que Argañaraz presentaba tres impactos en la cabeza efectuados a corta distancia.