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El Tribunal Oral en lo Criminal Federal 2 de esta ciudad absolvió a los diecinueve policías acusados por la desaparición forzada seguida de muerte de Franco Ezequiel Casco, que fue perpetrada el 6 de octubre de 2014.

“Lo de Franco Casco es parte del negocio del delito que componen distintos sectores de la sociedad santafesina y rosarina en este caso”. La frase fue dicha por el titular del Partido Comunista de Rosario, Norberto Champa Galiotti, hace más de un año cuando se lo consultó sobre el juicio a cargo del Tribunal Oral en lo Criminal Federal 2 de esa ciudad, en el que diecinueve policías se sentaban en el banquillo, acusados por la desaparición forzada seguida de muerte de Franco Ezequiel Casco, que fue perpetrada el 6 de octubre de 2014.

Esa misma frase cobra ahora absoluta vigencia, después de que hace dos días, por dos votos a favor y una disidencia, el mismo tribunal absolvió a todos los uniformados por lo que ordenó su inmediata libertad, lo que provocó el repudio de familiares del joven asesinado, pero también de parte de organizaciones sociales y de Derechos Humanos. “No hay justicia en este país”, lamentó Ramón Casco, el padre de la víctima, que al conocerse el fallo absolutorio insistió con que “a Franco lo mató la policía, esa es la verdad”.

Cabe recordar que Franco Casco era oriundo de la localidad bonaerense de Florencio Varela y fue hasta Rosario para visitar a unos familiares. En la tarde del 6 de octubre de 2014, partió desde la casa de su tía paterna donde se había alojado hacia la Estación de Trenes Rosario Norte, donde esperaba abordar un tren para regresar a Buenos Aires esa misma medianoche. Pero el joven fue interceptado y detenido por agentes de la Comisaría 7 de la Policía de la provincia de Santa Fe y, de acuerdo con el testimonio de otros detenidos, Casco fue aislado en un calabozo de esa dependencia policial en calidad de “demorado”. Durante la madrugada del 7 de octubre fue golpeado y torturado: los demás internos lo escucharon gritar y pedir auxilio, hasta que se hizo silencio y no se supo más nada de él.

Como no llegaba a Buenos Aires, su tía denunció su desaparición en la Comisaría 20 de la Policía local y su padre viajó a Rosario donde, en la Comisaría 7, le dijeron que Fanco había sido aprehendido pero liberado el mismo día en que fue aprehendido.

El 30 de octubre de 2014, personal de la Prefectura Naval Argentina encontró, flotando en el río Paraná, el cuerpo sin vida de Franco. La autopsia reveló que la víctima había muerto antes de ser arrojada al río. Y de acuerdo con la investigación desarrollada por la Fiscalía Federal 1 de Rosario, los efectivos policiales “privaron de libertad a Franco Casco, lo encerraron en un calabozo y lo sometieron a tormentos y tratos inhumanos y degradantes, todo lo cual, debe resaltarse, sucedió en un ámbito en el que la víctima se encontraba en un absoluto estado de indefensión”.

Pero también esa pesquisa pudo determinar que los policías imputados realizaron una serie de maniobras tendientes a fraguar las circunstancias en las que el joven fue ilegalmente privado de su libertad, así como para  encubrir la verdad de lo ocurrido.