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Mar, May
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Política
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Lo más concentrado de la clase capitalista que actúa en Argentina presenta su plan, mientras Juntos por el Cambio y La Libertad Avanza se pelean por exhibir quién es el más capacitado para ser el mejor ejecutor.

Las pantallas LED que exhibían los auspicios de un centenar de Holdings, sirvieron de telón de fondo para el acto en el que Juntos por el Cambio entregaba oficialmente a la Fundación Mediterránea, la llave del que esa alianza espera que sea su gobierno a partir del 10 de diciembre.

La cita fue en Córdoba y ahí estuvo Patricia Bullrich junto a Carlos Melconian que es designado para ejecutar el plan diseñado por la Fundación Mediterránea que sintetiza, en buena medida, los deseos de la clase capitalista que actúa en Argentina que estuvo en el lugar representada por integrantes del Grupo Clarín, Cadena 3, Canal 12, AGD, Arcor, Techint, Astori, Bagó, Agrometal, Bodegas Norton, Chandon, Pastas Bettini, Grido, Cabrales, Irrigación, Claro, la Bolsa de Comercio de Rosario y la de Buenos Aires y la Cámara de Comercio de Córdoba, entre otros.

Como era de esperar, tampoco faltaron banqueros, consultores, dueños de universidades privadas, tecnológicas, de aseguradoras, empresas de seguros, clínicas privadas, empresas de transporte como FlyBondi, así como de patronales vinculadas al agronegocio como Confederaciones Rurales Argentinas y sociedades rurales de diferentes puntos del país y constructoras con Roggio a la cabeza.

Se trata corporaciones que tienen en común las expectativas que depositan en un plan de gobierno, que incluye una brutal transferencia regresiva de riqueza que para vehiculizarse necesita la destrucción de derechos laborales y sociales, pero también de ciudadanía y humanos.

Pero también coinciden en que, desde su particular mirada, los gobernantes de los estados son apenas cuadros intermedios al servicio del capital, cuya misión pasa por generar para la aplicación de sus planes, consenso entre las víctimas. Y si esto no resulta, que es lo más probable, lo mejor es que sepan repartir palos y carezcan de escrúpulos para hacerlo.

Pero aunque en la defensa de sus intereses hay grupos enfrentados, lo que provoca tensiones, sanciones y conflictos, también hay coincidencia a la hora de ponerle las fichas a la consolidación de un bloque de representación política que va de la derecha hacia la ultraderecha y que en las recientes Paso se quedó con más de la mitad de los votos.

Estos no son todos los puntos en común que presentan los integrantes de esta lista de auspiciantes. Es que en ella también se encuentran algunos de los que resultan más favorecidos por el esquema de subsidios que dispone el Estado por medio de herramientas como las que les permiten acceder a dólares a precio oficial, que nunca queda claro para qué son empleados finalmente. Y, asimismo, en esta lista de holdings aparecen los que se beneficiaron con instrumentos como el Repro y el ATP, por los que toda la sociedad subvencionó sus actividades durante la pandemia, pero también antes y después.

Pero, pese a esto y como era de esperar, superada la pandemia y en medio de un escenario muy empiojado por factores como la sequía, las alteraciones que la guerra desatada en Europa trae al comercio internacional y, sobre todo, el drenaje de divisas que provoca el pago de vencimientos de la deuda contraída por Mauricio Macri con el FMI, la actitud de los auspiciantes del tándem de representación política que propone la derecha es la misma de siempre y se verifica en un constante ataque al bolsillo de los trabajadores que, según se puede anticipar, se plasmó en agosto con una inflación que puede ubicarse por sobre los dos dígitos.

Días atrás se hizo público el Informe de Coyuntura del Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (Cifra-CTA), donde se deja en claro el escaso impacto que tiene para las empresas medianas y grandes, el bono de sesenta mil pesos que como se recordará son pagaderos en dos cuotas y está destinado a trabajadores con salarios netos inferiores a los cuatrocientos mil pesos.

Hace poco más de una semana cuando Sergio Massa hizo el anuncio, al unísono, la reacción que hubo desde el universo del capital fue desde el berreo al salto a la yugular ¿Pero será para tanto? Lo cierto, y así lo revela el Informe de Cifra-CTA, es que el pago del bono representa un monto total de algo así como 218 mil millones de pesos lo que es apenas el 1,2 por ciento de la transferencia que se verifica desde el universo del trabajo hacia aquel del capital desde diciembre de 2019, ya que a partir de ese momento, el drenaje de riqueza del bolsillo de los trabajadores hacia el de las patronales asciende a setenta mil millones de dólares. Y en los cuatro años de la Presidencia Cambiemos fue de alrededor de 35 mil millones de esa moneda.

Pero esto no es todo. El Informe de Cifra-CTA destaca que de 2016 a 2023 los precios de los productos de las ramas más concentradas fueron aumentados en un quince por ciento por arriba del Índice de Precios al Consumidor (IPC), todo dentro de un período en el que el costo salarial para las empresas disminuyó en un veinticuatro por ciento.

Y cuando se tiene en cuenta sólo a aquellos oligopolios que por medio de una estrategia de integración vertical y horizontal construyen una posición dominante desde la que tienen todavía más capacidad para imponer precios, la tasa de maximización de su rentabilidad se disparó hasta un veintiséis por ciento sobre el IPC, en tanto que en este caso los costos salariales cayeron un 33 por ciento.

 

La marca de la gorra

 

Con todos los datos que suministra el Informe de Cifra-CTA sobre la mesa, vale la pena preguntarse por qué tanta insistencia en aquello de “buscar el precio del reacomodamiento de variables” que es como eufemísticamente estos tipos prefieren llamar al ajuste, al menos cuando hablan en público. Pero lo cierto es con esto de la puja distributiva y todo el palabrerío con que vienen machacando desde hace varios años, lo que intentan maquillar es un episodio clave de la lucha de clases cuya resolución está aún en veremos.

El papel tan explícito que juega ahora mismo este club de auspiciantes a la hora de propiciar las candidaturas de Patricia Bullrich y Javier Milei, es un índice que ayuda a comprender qué momento atraviesa la crisis de larga duración capitalista y cómo impacta en Argentina. Y, fundamentalmente, habla acerca de la peligrosidad de lo que pasa.

Está claro también que el apoyo de las elites político-económicas conservadoras tradicionales, permite ver en qué momento de su constitución se ubica el peligro fascista. Porque pese a que se pueda construir desde los bordes del sistema político y social, de alguna manera debe dejar la marginalidad para poder imponer su agenda y, para ello, tiene que ser capaz de hacerle ver a las élites que el fascismo es la fórmula que precisan esas elites para hacerse con las herramientas del Estado Liberal Burgués, perpetuarse poder y seguir con la concentración de capital, como así con capacidad para disolver cualquier alternativa política, sindical o social que asome la cabeza para cuestionar a la clase capitalista.

La clase capitalista que actúa en Argentina, ya no oculta que desde su mirada es necesario perpetrar un superajuste que implica ese bendito “reacomodamiento de variables”, pero que también pretende hincar todavía más a hueso el cuchillo para avanzar sobre derechos que asisten a los trabajadores y que incluso tienen rango constitucional. Por eso es que sueña con un momento fundacional en el que merced a la restricción absoluta de las libertades, viabilice la puesta en marcha de un proceso radical de concentración de poder y capital.

Esta aspiración no es nueva, como tampoco lo es la maniobra por la que se busca profundizar la desestabilización propia de una formación estatal capitalista de segunda línea como Argentina, para auspiciar  condiciones que favorezcan una búsqueda de estabilización con ajuste. Y para algo así resulta clave conseguir movilizar a las masas descontentas, pero en la misma dirección de los intereses de las elites económico-políticas que son ni más ni menos que las que las oprimen.

Pero para esto resulte efectivo, requiere de un proceso previo de desmantelamiento de un sistema de valores arraigados en la cultura liberal burguesa, pero asimismo en los del universo del trabajo que se construyeron a partir de muchos años de resistencia y lucha. Los discursos y actitudes personales y políticas que apuntalaron el ascenso a las candidaturas presidenciales de Milei y Bullrich, hablan con elocuencia sobre este fenómeno en el que aparece una suerte de deconstrucción propiciatoria de una construcción de un nuevo orden de cosas.

Cuando se dirigió a los presentes en su bunker, apenas se supo ganador de las Paso, Milei prometió una revolución. Nada nuevo hay en esto. En Europa hace un siglo, el nazi-fascismo irrumpía desde sus fundamentos culturalmente reaccionarios y políticamente contrarrevolucionarios, pero se presentaba como una fuerza revolucionaria y, además, era financiada y legitimada por la clase capitalista.

Entonces, cosas como lo de “romper todo”, “acabar con la casta” o promesas de libertad para quienes deseen vender pibes u órganos, lejos están de ser bartoleadas y representan conceptos que salen a disputar los principios ordenadores de la vida colectiva y que pretended resignificarlos.

Pero nada de esto es abstracto. Porque a caballo del cuestionamiento a principios ordenadores de la vida colectiva que exhiben sus flaquezas cada vez que se abre la heladera, lo que se busca es legitimar y dar respetabilidad no a los que cuestionan a los responsables de este estado de cosas, sino a quienes se presentan como los actores capaces de garantizar impunidad para la clase capitalista responsable de este estado de cosas.

Por eso nadie debe sorprender cuando quien debería estar dando explicaciones judiciales por los asesinatos de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel, sonríe feliz mientras le entrega la llave del que espera que sea su Presidencia a la Fundación Mediterránea. Pero tampoco que el candidato a jefe de Gobierno de la Ciudad, Ramiro Marra, haya presentado como su compañero de fórmula a Jorge Martino, un ex comisario que fue exonerado de la Policía Federal, que después estuvo en el equipo que lideró Jorge El Fino Palacios, cuando Mauricio Macri le encomendó construir lo que más tarde sería la Policía de la Ciudad.

Ni que con su candidata a vicepresidenta Victoria Villarruel a la cabeza, La Libertad Avanza, haya montado para hoy lunes en el Salón Dorado de la Legislatura, una provocación disfrazada  bajo la fachada de un homenaje “a las víctimas del terrorismo”. Porque lo que hasta hace poco aparecía como un factor coactivo que difícilmente pudiera llegar a hacerse con el Gobierno, porque eso era algo que estaba reservado a expresiones más moderadas de la democracia liberal burguesa tradicional, hoy puede hacerlo. Y para ello tienen fuerza de choque y cuentan con auspiciantes, pero a todos se les ve la marcha de la gorra.