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Política
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Desde fines de diciembre, Corrientes se ve afectadas por incendios que ya se consumieron el 8% del territorio total de la provincia. Desidia total de los Gobiernos provincial y nacional; y un modelo productivo que sirvió de caldo de cultivo para una verdadera tragedia ambiental.

Corrientes pasa por una de las peores crisis ambientales y productivas de su historia por los incendios que se iniciaron a fines de diciembre y continúan hasta el día de hoy. Ya se quemaron alrededor de 700.000 hectáreas (casi el 8% del territorio total de la provincia), consecuencias de la sequía que viene desde el año 2020, la falta de lluvias, la promoción descontrolada de la industria forestal, y una falta de planificación preventiva y acción de los Gobiernos provincial y nacional.

Las áreas más afectadas son el centro y norte de la provincia. Toda la zona que rodea a los Esteros del Ibera, el recurso natural más importante que tiene Corrientes.

Las pérdidas ambientales, en cuanto a biodiversidad, y económicas todavía son incalculables. Recién comienza la gran mortandad de animales. Los salvajes que lograron sobrevivir cuando vuelven a sus territorios ya no encuentran sus nidos, ni las pocas fuentes de aguas que había ni los montes de refugio y deambulan por este desierto quemado. Los animales de cría, aunque hayan sido salvados a tiempo por sus dueños, ya no tienen formas de alimentarse, los pastizales desaparecieron y no todos los animales aceptan forraje comprado.

Sequía

La sequía que jugó un rol importante en los incendios era algo previsible si se toma en cuenta que en 2020 y 2021 hubo un brusco descenso en el régimen de lluvias: se pasó de casi 1800 milímetros en el 2019 a solo 1.400 milímetros en los dos años posteriores. El inicio del 2022 fue peor: en enero solo cayeron entre 10 y 12 milímetros de agua cuando el promedio histórico es de 140 milímetros durante el primes mes del año.

Según un informe del Ministerio de Agricultura y Ganadería de la Nación, en conjunto con el Inta y el Servicio Meteorológico, todo el territorio de Corrientes se encuentra bajo una Sequía Severa, cuya caracterización es una “intensa afectación en cultivos, ganadería, actividad citrícola, horticultura, apicultura y pesca artesana”.

El mes de enero fue extremadamente seco y cálido con temperaturas máximas de hasta cuatro grados superiores a los promedios históricos. Durante tres semanas consecutivas, Corrientes sufrió calores intensos con más de 40 grados de temperatura. La falta de lluvias y los calores extremos generaron que este año apenas el 15% del territorio correntino está cubierto por agua, cuando en otros años casi el 40% de la superficie provincial está sumergida.

Industria Forestal

A la sequía se le sumó el avance de las plantaciones industriales de monocultivo, basado en dos especies: eucaliptos o pinos, que se profundizó en Corrientes desde mediados de la década del 90. Es los que fue generando el polvorín en que se convirtió gran parte del territorio correntino. Estas especies succionan los espejos de agua y las napas en poco tiempo. Un sólo eucalipto de tres años de edad, consume 20 litros de agua por día, y a los 20 años de edad, el árbol puede consumir hasta 200 litros por día.

Hasta el 2019, Corrientes ya tenía más de 516 mil hectáreas forestadas, donde las lagunas, esteros y bañados fueron reemplazados por eucaliptos o pinos. Cultivos que, además, tienen una tendencia mayor a incendiarse por ser madera y tener un colchón seco de hojas debajo. Además, las comunidades campesinas y originarias, fueron desplazadas de las tierras que habitan ancestralmente. En definitiva, esta forma productiva se realiza sin estudios de impacto ambiental y con trabajo precario, muchas veces esclavo.

Se les permitió a estas empresas plantar grandes superficies rodeando los Esteros del Ibera (el principal humedal de Corrientes) sin ninguna inversión en manejo del fuego que es obligatorio. El esquema de "Primer Provincia Forestal" con la promoción de los Esteros del Ibera como principal destino turístico, para lo cual había que conservar esos ecosistemas, siempre fue contradictorio. Las autoridades provinciales nunca escucharon a las comunidades rurales y se priorizó el discurso de las transnacionales que solo se guían por sus tasas de ganancias.

El Ibera en manos extranjeras

Los Esteros del Iberá (en guaraní, “aguas que brillan”), son un gigantesco macroecosistema de unos 12.000 kilómetros cuadrados que alberga humedales únicos por su altísimo grado de biodiversidad y están ubicados en el centro de Corrientes. Además, son parte del Acuífero Guaraní, uno de los reservorios de agua dulce más grandes del mundo. De acuerdo a especialistas, el fuego ya hizo perder a mucha fauna que se quedó sin sitio de escape.

Durante el gobierno macrista se sancionó la creación del Parque Nacional Ibera, en territorios que rodean al inmenso Parque Provincial (en total más de 700.000 hectáreas), y le entregaron la administración a CLT (ConservationLand Trust), que era propiedad del magnate norteamericano, Douglas Tompkins. Tras su fallecimiento, la que tomó las riendas fue Sofía Heinonem bajo el rótulo nuevo de Fundación Rewilding Argentina.

Esta corporación bajo el manto de falsas donaciones acaparó el manejo de todos los portales de acceso al Sistema Ibera, manejando todo el negocio turístico sin hacer ninguna inversión real que ahora se le demanda a la Administración de Parques Nacionales.Ni unos ni otros incorporaron a los Parques Nacional ni Provincial al Sistema Nacional de Manejo del Fuego. Hoy casi todos los portales de ingreso a los esteros están cerrados por el avance de los incendios.

Desidia estatal

Durante enero, cuando la provincia ya ardía en cientos de focos ígneos, el gobernador Gustavo Valdés se pasó de vacaciones en Punta del Este y concurriendo a la Fiesta del Chamamé. Mientras que el ministro de Ambiente de la Nación, Juan Cabandié, solo mencionó la situación de Corrientes para aclarar que aún no habían enviado ayuda porque el Gobierno provincial no la había solicitado.

Recién con el comienzo de febrero, tanto Valdés como Cabandié se preocuparon más del tema, pero para echarse culpas mutuas en un cruce de tuits y declaraciones mediáticas que llenaron de vergüenza a la mayoría de correntinos y correntinas que veíamos como el fuego avanzaba ante la inacción casi total de los Estados provincial y nacional.

Tardíamente llegaron aviones hídricos y brigadistas mandados por la Nación. En Corrientes, el gobernador tuvo que alquilar aviones a privados, uno de los cuales se incendió justo antes de despegar. La Provincia tampoco cuenta con un equipo de brigadista propio y los bomberos hacen lo que pueden con los escasos recursos que poseen. Todas cuestiones que remarcan la escasa inversión realizada por el Estado provincial en los últimos 22 años, donde se sucedieron los Gobiernos encabezados por la Unión Cívica Radical hoy enrolada dentro de Juntos por el Cambio.

El Comité Provincial del Partido Comunista de Corrientes emitió un comunicado 21 de enero pasado, donde se alertó al Gobierno provincial que declare la Emergencia en Servicios Públicos, Social y Sanitaria porque, entre otros temas, los incendios ya se habían devorado miles de hectáreas y no había agua en los pueblos para los bomberos ni energía para prender las bombas.

Recién el 4 de febrero, Valdés declaró la Emergencia Ígnea y tres días después la Emergencia Agropecuaria. A partir de ese momento llegó la ayuda financiera del Gobierno nacional, quien ya le envió 800 millones de pesos para que la Administración de Gustavo Valdés lo maneje a su merced.

Corrientes es el escenario de destrucción que ocurre cuando se le deja el manejo del suelo, de los sistemas hídricos y de la biodiversidad a las trasnacionales y su angurria de ganancias, tanto las depredadoras productivistas (forestales) como aquellas falsamente conservacionistas (CLT o Fundación Rewilding), ante la ausencia casi total del Estado. No fue la “yeta” como penosamente dijo el gobernador Valdés días atrás, sino su desinterés por el futuro de la Provincia.