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Sáb, Abr
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Política
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Mientras el presidente hizo más de 9000 kilómetros para sacarse una foto con Donald Trump, los gobernadores patagónicos se plantan en una semana atravesada por jornadas de paro, lucha y movilización que van ganando las calles ¿Qué es lo que se está jugando en esta historia?

Durante la semana previa a su debut ante la Asamblea Legislativa, Javier Milei no recibió buenas noticias. Es que mientras que le mostraba el balcón de La Rosada al secretario de Estado estadounidense Antony Blinken y preparaba su viaje a EE.UU. para participar en la Conferencia de Acción Política Conservadora (Ver Volveré y seré DNU), en las calles de quinientos puntos de las principales ciudades del país, se multiplicaba la protesta encabezada por la Unión de Trabajadores de la Economía Popular, que se hizo para visualizar la situación de miseria y hambre a la que se somete a millones de argentinos por la decisión del Ministerio de Capital Humano de no entregar alimentos a los comedores comunitarios.

El día anterior no funcionaron los ferrocarriles a raíz de un paro convocado por La fraternidad que conduce Omar Maturano, un sindicalista permeable a arreglar con cualquier gobierno que en este caso decidió estampar su firma a la medida de fuerza, sencillamente porque La Rosada no le atendió el teléfono. A esto se suma la jornada de paro y movilización que protagonizan hoy los docentes y las similares que durante esta semana prevén realizar trabajadores de la Salud, estibadores, los cuatro gremios aeronáuticos y los estatales nucleados en ATE.Mientras tanto, a la vuelta de la esquina aparecen la jornada del 8M que va a tener sin dudas un contenido de lucha particular como consecuencia de los reiterados ataques que la presidencia Milei viene perpetrando contra el colectivo convocante (Ver Los liberticidas y su obsesión contra la Ley IVE). Y ni que hablar del 24 de marzo, que este año encuentra razones suficientes como para que esa jornada de enorme convocatoria sea aún más contundente. Pero, asimismo, entre estas dos fechas ya comienza a cocinarse el llamado a una nueva jornada de paro y movilización convocada por la CGT, las dos CTA y los movimientos sociales.

Y como si esto fuera poco, durante el fin de semana, Milei redobló su apuesta contra Ignacio Torres a quien después de todo lo que le dijo el viernes, calificó como “un pobre chico que no puede leer ni un contrato”. El gobernador de Chubut había advertido con que desde su provincia no saldría “un solo barril más de petróleo” y aseveró que lo que “lo que están haciendo es ilegal y vamos a ir hasta las últimas consecuencias”.

¿Pero qué es lo que están haciendo? Para sintetizarlo: el gobierno nacional retuvo 13.500 millones de pesos que debía enviar como parte del goteo mensual de la coparticipación de febrero. Desde el Ministerio de Economía dicen que se trata de un mecanismo automático que se pone en marcha para que el Estado Nacional cobre la deuda que tiene Chubut. Esto es verdad, pero también lo es que a mediados de diciembre, el gobernador Torres, pidió formalmente reestructurar esa deuda y no tuvo respuesta por parte del ejecutivo nacional. Así las cosas y ante las bravuconadas de Milei, la posición de Torres (¡que pertenece al PRO!) rápidamente cosechó la adhesión pública de todos los mandatarios patagónicos, a los que más tarde se sumaron la de la mayor parte de los gobernadores peronistas del resto del país y también la de casi todos sus pares de Juntos por el Cambios.

En este punto es prudente señalar que, al apoyar a Torres, los mandatarios patagónicos advirtieron que en esta historia “está en riesgo la existencia misma de la República Argentina” y que quienes lo dicen, gobiernan sobre el territorio que produce más del noventa por ciento de gas e hidrocarburos del país. Además, es difícil imaginar que paradar este paso se cortaran solos, sin al menos consultar al sector privado que opera buena parte de este formidable negocio.

Torres anunció que va a presentar una medida cautelar para judicializar este asunto, pero volvió a pedir que el presidente abra una línea de diálogo, para lo que fijó un plazo que vence el miércoles venidero. Para hoy a la tarde convocó a una Asamblea Legislativa que tendrá lugar en Rawson, en lo que va a ser la antesala de la conferencia que se espera que brinden mañana martes Torres y sus pares de la Patagonia Gustavo Melella, Sergio Ziliotto, Claudio Vidal, Rolando Figueroa y Alberto Weretilneck.

Hace algunas semanas otras situaciones similares comenzaron con letras de molde y se fueron desinflando, tal como pasó con las escaladas que tuvieron como protagonistas a Martín Llaryora y al secretario general del gobierno santafesino Juan Cruz Cándido quien, ante el recorte de fondos para su provincia, advirtió a Milei que “sin nuestros puertos no van a tener ni para pagarles a los trolls”. Habrá que esperar algunas horas para ver hasta dónde puede llegar lo de Chubut.

Pero como si esto fuera poco, en otro capítulo de su vendetta, hoy lunes el gobierno anunció la eliminación del Fondo para el Fortalecimiento Fiscal de la Provincia de Buenos Aires que devolvía a esa jurisdicción un porcentaje de la coparticipación que la Presidencia Macri le había quitado para cederlos a Ciudad de Buenos Aires. 

Su creación fue dispuesta durante septiembre del 2020 para solucionar el conflicto que tuvo lugar iniciado por un reclamo salarial de efectivos de la Policía Bonaerense.

Así las cosas, es evidente que entre el garrote y la zanahoria, Milei prefiere el garrote, pero también lo es que a la hora de aplicar su programa de ajuste que tiene metas tan inmediatas como crueles, carece de margen operativo para negociar demasiado. Esto va más allá de los humores presidenciales que son un dato, pero que no deben distraer la atención del análisis central de la cosa. Y, en este sentido, fiel a su estilo, eligió a Mirtha Legrand como amplificador del anuncio que hizo durante la noche del sábado, cuando sostuvo que a mediados de año va a desregular todas las restricciones que aún existen para la compra y venta de divisas extranjeras, es decir, lo que comúnmente se denomina “cepo cambiario”.

El anuncio no es poca cosa, porque al ponerle fecha, lo que hace Milei es anticipar que va a profundizar y acelerar el ajuste, algo que necesariamente puede llevar a una nueva megadevaluación y que, en caso de que le salga bien, lo acercaría al escenario que considera básico para avanzar en una dolarización, aunque más no sea, de carácter nominal (Ver Plata quemada). Pero aquí hay un punto para tener en cuenta y que deriva del propio escenario que construyó el ajustazo de la Presidencia Milei.

Es que la megadevaluación también provocó una suba considerable en el precio de los insumosnecesarios para la cosecha, al tiempo que se prevé una inflación acumulada que va a colocarse cómodamente por encima del cincuenta por ciento de enero a marzo, por lo que desde el agronegocio ya  están amenazando con que se rehusarían a liquidar en las actuales condiciones, esto es, presionando para que haya una nueva devaluación del tipo de cambio oficial que les permita maximizar su tasa de rentabilidad.

Y otro dato que hace suponer que se prepara una nueva megadevaluación, es la caída que registra la recaudación fiscal que, durante las primeras tres semanas de este mes comparado con el mismo período de enero, fue del 33 por ciento. Esto representa una consecuencia esperable del ajuste, porque si se tiene menos plata en el bolsillo se consume menos, y entre comer o pagar impuestos, no ha elección.


¿Culebrón o crisis real?


¿Puede preanunciar todo esto una situación de inviabilidad de la Presidencia Milei, tal como no pocos vienen aventurando? Lo primero que vale reflexionar es que casi todo lo que hace este gobierno, sería impensable en un escenario que no estuviera atravesado por una profunda crisis en el esquema de representación política, de la que Javier Milei en La Rosada es una consecuencia y no la causa.

Pero también que además de las razones endógenas que reconoce esta crisis, buena parte de sus componentes responden al lugar que un sistema capitalista que atraviesa una crisis estructural, le asigna a una formación estatal de segundo rango como es Argentina. Para ponerlo en negro sobre blanco van algunos datos duros que el Indec dio a conocer durante la última semana y hablan sobre el impacto que la crisis de representación política que desemboca en la Presidencia Milei viene teniendo sobre los principales resortes de la economía:


* Actividad económica: durante 2023 acumuló una caída de1,6 por ciento. Para esto fue clave la retracción del 4,5 porciento que provocó la megadevaluación de Milei.


* Capacidad instalada: cerró el año en 54,9 por ciento, peroel año anterior era de 63,8.


* Industria manufacturera: mermó un doce por ciento.


* Industria metalúrgica: se desplomó dieciséis puntos porcentuales.


* Industria pyme: registra un treinta por ciento de caída en enero respecto a idéntico mes de 2023.


* Intermediación financiera: se contrajo un 12,2 por ciento.


* Construcción: mermó un 5,2 por ciento.


* Consumo de cemento: tuvo una caída interanual del catorce por ciento.


* Comercio mayorista y minorista: cayeron 8,5 por ciento.

Con estos datos sobre la mesa, un reciente trabajo que hizo la Consultora Sarandí que preside el economista Sergio Chouza, advierte que la caída del PIB durante el presente año, podría ser del cuatro por ciento. Pero mientras tanto, Milei festeja que “el consenso dice que la inflación de febrero está en torno al quince por ciento”, por lo que “cuando restes el arrastre estadístico, estamos muy cerca de un dígito”. Esto es que, después de una megadevaluación y todo lo demás que hizo que el índice de pobreza se catapultara hasta alcanzar a casi el sesenta por ciento de la población, el presidente celebra que - quizás- en un plazo mediano se vuelva a un IPC similar al que existía antes de que provocara este desastre.

Por eso es que mientras que persiste con actitudes en el orden doméstico que, al menos, son temerarias y sigue utilizando recursos estatales para viajar a cuánta cueva de la ultraderecha global lo convoque, en Argentina algunos referentes políticos de peso piden que sea sometido a un análisis psicológico y otros plantean que es necesario avanzar hacia un juicio político.

Pero más allá de estos intentos de dudoso éxito y de que algunos datos hablen sobre cierta erosión en la base de apoyo social que le dio el triunfo en la segunda vuelta electoral, se trata de un gobierno envalentonado que elige confrontar con el sistema político como modo de sostener la épica que lo llevó a La Rosada, que interpela a un sujeto social que es mucho más amplio que a la clase capitalista y sus gerentes que es a quienes sin dudas beneficia.

Con este telón de fondo también habilita la apertura de varios frentes judiciales que podrían acumularse, de modo tal de empujar la intervención de una Corte Suprema que, hasta ahora, se mostró reticente a opinar y mucho más a actuar sobre el descalabro social, económico e institucional que viene provocando el actual gobierno.


¿Llega Milei al final de su mandato? Es una pregunta que, sobre todo, desde círculos progresistas se viene repitiendo más como una expresión de deseos que como un postulado basado en datos sólidos. Pero es verdad que, como pocas veces antes, el actual, es un presidente que aparece encerrado en un círculo bastante pequeño de actores fuertes de la clase capitalista que actúa en el país, al tiempo que carece de estructura política como para compensar la falta de expertiz que exhibe, generalmente, su equipo de confianza.


Y mientras Mauricio Macri se prepara para recoger los restos que queden ante un eventual estallido de la actual gestión, la vicepresidenta Victoria Villarruel juega su partido y se muestra como la persona confiable para los gobernadores de la oposición friendy (y de los de la no tan friendly) que se desviven por acordar, pese a los desplantes a los que los somete Milei. En este sentido, no resulta para nada menor que después de reunirse con el mandatario de Misiones, Hugo Passalacqua, el salteño Gustavo Sáenz, sus pares de Catamarca y Jujuy, Raúl Jalil y Carlos Sadir, así como con el inefable Osvaldo Jaldo, el fin de semana pasado, Villarruel fue recibida por el de Corrientes, Gustavo Valdés.

¿Cuánto tiene de culebrón y cuánto de crisis real la escalada que puso en el ojo del huracán a varios gobernadores y al presidente? Difícil saberlo, pero lo cierto es que con un telón de fondo en el que consultoras de signo conservador como Ecolatina, Abeceb o el Instituto Argentino de Análisis Fiscal alertan sobre una caída alarmante del salario en lo que va del año, lo que se viene a la vuelta de la esquina es aumento en el precio de los combustibles, junto a los de las tarifas de gas y electricidad (Ver Otra más para la casta) que serruchan todavía más a los sueldos, pero también suben costos fijos para las empresas que lejos de absorberlos los van a trasladar a precios y esto es transversal a todos los rubros, por lo que se espera que la espiralización inflacionaria continúe.

Es verdad que desde hace muchos años nuestro país está inmerso en un régimen de alta inflación, también que el camino que lo construye es policausal y posee componentes exógenos y endógenos, entre los que se destacan tres momentos clave: la dictadura de 1976, el menemismo y el macrismo que modificaron aspectos estructurales de la matriz económica y productiva del país.

Y que a la hora de explicar este fenómeno, se acostumbra a hablar de puja distributiva, es decir, cómo se reparte la riqueza que produce el trabajo, aunque lo que se intenta ocultar bajo esa definición no es otra cosa que un episodio de la lucha de clases. Otro recurrente argumento al que echan mano desde las propaladoras massmediáticas de la clase capitalista, es que hay inflación porque el Estado gasta mucho en áreas como asistencia social, Salud, Educación y el sistema previsional que desde esa perspectiva deberían pasar a manos privadas.


Se trata de razonamientos tan pueriles como perversos, sobre todo si lo que se busca es justificar que aquello a lo que asistimos en lo poco que va de la Presidencia Milei, no es otra cosa que al Segundo Tiempo que prometió Macri y, encima, viene recargado.

Y, más allá de las discrepancias aparentes y reales que existan hacia dentro del esquema de representación construido para sustentar al Estado Liberal Burgués, su simbiosis con la clase capitalista que actúa en el país, es la que lleva a que cualquier resolución que pueda tener la actual coyuntura no va a ser disfuncional con el papel que el sistema le asigna a Argentina en el contexto del actual capítulo de la crisis del capitalismo, que agota sus respuestas paliativas, por lo que alcanza dimensiones culturales y sociales muy profundas, exhibiendo el carácter totalitario del sistema en su expansión más cruel que se extiende hacia todos los ámbitos de la vida humana.


¿Y entonces qué?


Con este telón de fondo, resulta urgente comprender la naturaleza de esta crisis para evitar que su propia dinámica vuelva empujarnos a entrar en automatismos que conducen a reiterar caminos de construcción que ya demostraron que, por lo menos, resultan insuficientes.

Porque hay que tener claro que el actual gobierno es, en buena medida, consecuencia de la degradación del mismo sistema político que ahora Milei bastardea. Pero, fundamentalmente, es producto inevitable de un sistema que pese a que en algún momento pudo haber llegado a hacer pequeñas concesiones, tiene por objetivo blindar a la
propiedad privada y garantizar la defensa de las clases propietarias frente a cualquier intento que hagan los desposeídos para avanzar hacia formas de igualitarismo, es decir hacia alguna forma de democracia económica.

Por eso es que mientras desde el propio sistema democrático liberal burgués se preguntan qué falló paran que un panelista de de TV se convierta en Presidente, perfore tan fácilmente el blindaje institucional y, en menos de dos meses, coloque en zona de riesgo a la mayoría de los argentinos, vale recalcar que el límite a esta escalada criminógena va a estar en el hartazgo de la clase trabajadora, esto es, del sujeto social que vuelve a ser agredido.

Y es desde ahí, de donde se debe construir otro tipo de soluciones que respondan a una necesidad histórica que resulta cada vez más evidente. Milei platea que el déficit cero es una suerte de panacea universal ¿Se puede salir al cruce de un postulado tan escaso, sólo intentando mostrar que el horizonte es la defensa de la democracia política?

Sin dudas hay otro horizonte y es el que tiene que ver con una verdadera democracia económica. Pero la única forma de imaginarla y que deje de ser un concepto abstracto, es construyéndola desde abajo y transversalmente.

Por eso es que cuando el esquema liberal burgués de representación política está rascando el fondo del tarro para ver si encuentra algo, las respuestas comienzan a aparecer desde la articulación de la movilización callejera, en las multisectoriales y asambleas que se plantean como una suerte de institucionalidad dinámica de lucha popular, con capacidad para construir y articular un tipo de relaciones sociales diferentes a las que plantea el Estado Liberal Burgués.

Y que también tiene capacidad para actuar en todas las esferas posibles, sean éstas económicas, culturales, deportivas o de otro tenor. Por eso es que se encuentran y articulan la lucha contra la megadevaluación con la que sale al cruce del intento de autorizar el ingreso de las Sociedades Anónimas Deportivas al fútbol o aquellas que se libran contra la suspensión del Fonid o el cierre del Fondo Nacional de las Artes, entre otras tantas.

De esto va aquello de dejar de lado el plano de lo abstracto, para pasar a una dinámica de construcción social que integre dentro de un mismo esquema, lo que a priori puede aparecer como antagónico y diverso. Y esto se facilita porque el actual capítulo de la crisis de larga duración capitalista y su correlato local, vuelve mucho más epidérmico y concreto el impacto de la agresión que se perpetra contra los trabajadores, tal como se aprecia en estos días con las consecuencias directas que tiene la aplicación del DNU 70/2023 (Ver Volveré y seré DNU).

Así las cosas, en este contexto, el esquema de representación liberal-burguesa no es capaz de exhibir un horizonte político que pueda, al menos, recrear la vieja fantasía de progreso que vendió la versión keynesiana del capitalismo. Todas estas máscaras se fueron cayendo, una a una, y de este modo las dinámicas de acumulación quedaron encapsuladas en una clase capitalista sumamente concentrada.

Por eso es quienes aparecen tomando las banderas de la resistencia en primera fila, son colectivos como aquellos que desde los movimientos sociales y más específicamente desde los comedores y merenderos populares, se convirtieron en una trinchera contra el hambre creando una suerte de institucionalidad que desde hace más de dos décadas fue capaz de autorregular espacios de vida de una manera mucho más democrática que la que puede exhibir la institucionalidad liberal burguesa.

Estas formas de contrapoder, muestran cabalmente que es posible construir relaciones políticas a partir de la autodeterminación y que, desde una mirada de clase, transiten por un carril simultáneo pero no convergente con el sistema.

Asimismo, desde una fuerte condición identitaria, dejan en claro que se puede negociar, pero sin transigir con el sistema, porque son maneras de generar comunidad y contrapoder opuestas a las relaciones capitalistas de producción y al propio Estado Liberal Burgués.

Esta construcción de una suerte de Estado paralelo, está inscripta en el ADN que tenemos los comunistas, que se fue construyendo durante más de un siglo a partir de la experiencia cotidiana relacionada con las luchas emancipadoras, el control obrero del trabajo y la autonomía sindical, la construcción de apoyo en la reciprocidad, escuelas, cooperadoras, cooperativas y mutuales dentro de los barrios populares.

Esta suerte de esfera pública propia de la clase proletaria, fue un sello distintivo del Partido Comunista que aportó considerablemente a solidificar la fuerza de las propias organizaciones y a la construcción y fortalecimiento de un contrapoder popular que no busca integrarse al sistema. De esto va también lo de la lucha de clases que se da en un escenario en el que como pocas veces, el Estado Liberal Burgués aparece como el terreno en el que las fuerzas del sistema buscan encontrar herramientas y diseños que permitan la conciliación de los conflictos. Y en el que, en simultáneo, la clase trabajadora busca construir los caminos y herramientas para la emancipación que tal como señalan los estatutos de la Primera Internacional, no pueden ser consecuencia de otra cosa que de la obra den ellos mismos.