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EE.UU. a la cabeza de Ranking de países con más víctimas de Covid-19 y mientras la policía sigue rompiendo cabezas ¡se vienen las elecciones!

Esta vez fue en Los Ángeles donde un policía desarrajó un disparo sobre un manifestante que estaba con sus manos en alto. Fue durante una movilización que tuvo lugar en el contexto de la ola de protestas, que se tienen por escenario a diferentes ciudades estadounidenses, desde que personal policial asesinara a George Floyd en Minneápolis.
En este caso los uniformados respetaron los protocolos que rigen el accionar de la fuerza, pero pese a esto y a que el impacto no fue letal, la víctima identificada como CJ Montano, debió ser hospitalizada con un sangrado grave en su cabeza.
Este hecho volvió a poner de relieve una situación que -al parecer- está lejos de apaciguarse, algo que se refleja en la preocupación expresada no hace mucho por la portavoz de la oficina de Derechos Humanos de la ONU, Elizabeth Throssell, cuando denunció arrestos y abusos de autoridad por parte del gobierno estadounidense, en el marco de las protestas que se vienen llevando a cabo en Portland y otras ciudades.
Esta ciudad es escenario de más de dos meses consecutivos de disturbios y enfrentamientos entre manifestantes y policías. Ahí, el gobierno envió agentes federales para ayudar a la Policía local a frenar los disturbios en una reedición de lo que hizo, en junio, en Washington DC.
Cabe recordar que lo de Portland forma parte de una escalada de protestas originadas por el asesinato Floyd, hecho que dio el pie la explosión social de estos últimos meses en EE.UU. contra más de trecientos años de racismo estructural, que se exhibe como herramienta de opresión y de desigualdad social.
Las protestas contra el racismo, en parte, reflejan el hartazgo por la actitud gubernamental que condenó a morir por Covid-19 a miles de personas.
La Presidencia Trump destruyó el más que modesto Obamacare, lo que volvió más desigual al sistema de salud estadounidense, lo que afecta fundamentalmente a los pobres.
Así las cosas, ante el incremento de la represión federal, los alcaldes de Chicago, Seattle, Portland, Oregon, Albuquerque, Kansas City (Misuri) y la capital federal, Washington, se dirigieron al Capitolio para denunciar que el presidente “ha desplegado agentes federales no identificados que operan con impunidad en contra de manifestantes que protestan contra la violencia racial”.
Esto se suma a la tirantez que ya existe entre la Casa Blanca gobernadores y alcaldes que cuestionan la gestión de la pandemia que lleva adelante Donald Trump.

Ana y su hermana

Mientras las autoridades federales dicen que activistas “anarquistas” y “terroristas” son responsables de encender las protestas, el Coronavirus en EE.UU. ya registra más de 4,8 millones de casos confirmados y cerca de 160 mil muertos en este país que ya se convirtió en el más afectado del mundo por la pandemia.
Pero los datos de la crisis que Washington intenta ocultar son evidentes. Se registra una caída del empleo del quince por ciento, el PIB del segundo trimestre presenta una contracción récord de -32,9 por ciento anualizado. Esto se explica por muchas variables entre las que se destacan descensos de 34,6 en el consumo, 29,9 para la inversión privada y 64 por ciento en el caso de las exportaciones.
Y como si esto fuera poco, las principales consultoras de este país, coinciden en lo modesto de las perspectivas para el tercer trimestre que, como consecuencia de la reaparición de brotes de Covid-19, durante los últimos días bajaron diez puntos porcentuales.
Así, anticipan que 2020 dejará, en el mejor escenario, una caía del PIB de 5,5 por ciento. Por lo visto, de esto va la “gripecita” que se iría “cuando llegue el calor, en abril”, según auguró Trump a principios de año.
Con este telón de fondo, cada día que pasa, parece ensombrecerse más el camino de Trump a la Presidencial del 3 de noviembre. Según las principales encuestas, el candidato demócrata, Joe Biden, le saca una luz de quince puntos.
Coronavirus y violencia represiva son imágenes que recorren pantallas y calles en EE.UU. y, según parece, comienzan a pasarle la factura al mandatario.
Trump sabe que puede lidiar con esas cosas, también confía en que puede volver a meter en caja al establishment republicano que jamás acabo de digerirlo.
Pero es consciente de que repetir el milagro de 2016, es casi imposible en un escenario atravesado por la caída del empleo y de la producción.
“Tengo que ver. Mire… tengo que ver. No voy a decir simplemente ‘sí’ o ‘no’. Es lo que hice la última vez”, dijo Trummp días atrás, cuando públicamente se le consultó si reconocería un triunfo de Biden. Y después buscó desacreditar la legitimidad del voto anticipado por correo, al que acusó de fraudulento.
Como se ve, parece que todavía no está dicha la última palabra ¿Pero, ante un eventual cambio de presidente, podrá la salida de Trump aplacar todas las demandas que se reflejan en las protestas de estos días? El ala más progresista del Partido Demócrata (PC), personificada por Bernie Sanders, ya comprometió su apoyo a la candidatura de Biden.
Pero hablar de EE.UU. es hacerlo de un escenario muy complejo en el que, hacia adentro del esquema de poder, coexisten -entre otros- agencias de inteligencia, el complejo militar-industrial, su pata de la industria massmediática y del entretenimiento y la corporación financiera con su Reserva Federal que fabrica dólares y les pone precio sin consultar al Presidente.
Todo esto, se refleja hacia adentro de las dos formaciones políticas a las que el propio diseño del sistema de representación, les garantiza hegemonía. Como dijo El Che para explicar la puja que se avecinaba de cara a las Presidenciales de 1964: “Kennedy o Goldwater, Ana o su hermana”.
De todos modos, la movilización que recorre buena parte de EE.UU. deja claro que un segmento del sujeto que protagoniza el conflicto no se ve representado por el propio PD, lo que deja planteada la pregunta de si es posible pensar que ahí hay un germen de la construcción de un EE.UU. multirracial y, al menos, un poco inclusivo.
Mientras tanto, Biden habla lo menos posible, intenta recoger todo lo que se va cayendo a Trump -incluidos algunos republicanos- y cruza los dedos para que todo siga más o menos igual en el camino que, espera, lo lleve a la Casa Blanca.
En la vereda de enfrente, después de que se le tiraran a la yugular cuando deslizó la idea de postergar las elecciones, Trump enciende velas a la posibilidad de que la vacuna estadounidense esté lista antes de los comicios. Porque aunque retiró a su país de la OMS y exhibió conductas criminales a la hora de gestionar la pandemia, ahora recalca que lo que quiere, es “salvar vidas”.
Y los dos ponen las barbas en remojo, porque como pocas veces antes, va quedando claro que al norte del Río Bravo, más que el American Dream se vive la American Nightmare.