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Mié, May
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Pedro Sánchez le saca la punta al lápiz y espera acordar con jugadores diversos en medio de un escenario complejo para poder formar un nuevo Gobierno.

El recuento definitivo de los votos  registrados en las elecciones del pasado 23 de julio, una vez incluidos aquellos de residentes en el extranjero, le otorgó una banca más al Partido Popular, que pasó de 136 a 137 diputados, en tanto que el Psoe queda en 121. Los dos bloques ya estaban lejos de los 176 escaños con los que podrían garantizar su mayoría absoluta en el Congreso, pero tras el recuento definitivo la posibilidad de que se forme Gobierno es todavía más compleja porque el lugar que se añade a la principal bancada de derecha, podría ser determinante para impedir que Pedro Sánchez continúe en La Moncloa.

Con este telón de fondo el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, pidió que Sánchez lo reciba para tener una reunión urgente en la que abordar la situación política atravesada por la incertidumbre. Pero el presidente del Gobierno recalcó que consideraría el convite, pero recién después del 17 de agosto que es cuando se debe reunir la nueva Legislatura.

Como se recordará, desde ese momento, el rey Felipe debe convocar a quien recibió más votos para que forme Gobierno. Ese es Núñez Feijóo, pero al titular del PP no le alcanza con los legisladores propios y difícilmente pueda cosechar lo que le falta por fuera de sus propias fronteras partidarias.

Si esto se cumple, el monarca tiene que llamar al segundo que, en este caso, es Sánchez quien confía en que va a poder hilvanar una urdimbre, compleja pero posible, que le permita ir por un nuevo mandato. Y para ello debe pasar la gorra por el universo que va del centro hacia la centroizquierda, pero también entre bancadas que representan a fuerzas nacionalistas que aunque en algunos casos de ubican del centro hacia la derecha, saben que con el PP y con Vox nada bueno pueden esperar.

Sánchez debe ganar tiempo y esto explica la posición que adopta ante el reclamo del PP. Tiene que hacerlo porque son muchas las puertas que debe tocar si quiere conseguir los votos que le faltan y uno de ellos es el de Junts, que es la fuerza que llevó a Carles Puigdemont (en la foto junto a Sánchez) a la Presidencia de la Generalitat de Catalunya, desde donde lideró el que hasta ahora fue el punto más alto del proceso independentista.

La misma noche del 26 de julio, la titular del bloque parlamentario de Junts, Míriam Nogueras, fue clara cuando resaltó que “no haremos presidente a Pedro Sánchez a cambio de nada”. Junts sabe que sus votos valen oro en este contexto, pero no es el único que lo sabe.

Cuando todavía no se apagaban las luces de la elección, el Ministerio Público Fiscal del Reino de España, pidió que el juez Pablo Llarena, ordene la detención de Puigdemont que se encuentra en Bélgica, hacia donde escapó cuando durante 2019 el Tribunal Supremo español lo juzgó y condenó a prisión efectiva por un delito de rebelión, junto a una parte del gobierno catalán que comandó el proceso independentista, así como a dirigentes parlamentarios de la oposición que acompañaron esa decisión (Ver Catalunya, un fallo que falla).

Y en Barcelona, el mismo magistrado hizo detener a la ex consejera catalana Clara Ponsatí, a quien procesó por el delito de desobediencia, en el marco de la misma causa. El mensaje ya estaba enviado, por lo que posteriormente fue liberada, aunque se le notificó que continúa sometida a proceso.

Es que la Fiscalía de Estado juega así una ficha importante, con la que busca empiojar cualquier negociación entre el Psoe y Junts, de la que puede depender que los socialdemócratas consigan los escaños que necesitan para formar nuevo Gobierno.

Pero el Psoe también mueve sus piezas. “Las formaciones políticas y especialmente Junts, tendrán que decidir si quieren un gobierno progresista o unen sus votos al PP ya Vox para que haya un gobierno de derecha con la ultraderecha”, sentenció el portavoz socialista, Patxi López.

 

Comunistas catalanes

 

Así las cosas, Comunistas de Catalunya (CC), se refirió al resultado de las elecciones generales del 26 de julio, que “dejan en España un escenario abierto, pero con una primera lectura general clara: pese al avance de la ola conservadora que ha levantado Feijóo y el conservador PP como el numérico ganador de las elecciones, mientras que el Psoe y Pedro Sánchez lograron una victoria moral gracias a su jugada maestra, y se erigen en la única fuerza capaz de negociar con suficientes actores para formar gobierno”.

Pese a esto, CC advirtió que estos comicios “no resuelven la crisis de régimen del Estado español en un sentido progresista o emancipador”, ya que “la ofensiva cultural y política de la derecha no se detendrá y, de hecho, ha marcado la agenda de la campaña con una inspiración evidentemente trumpista y con la colaboración de los medios de comunicación, que forzó extender el relato de que su victoria era inevitable”.

Y, en este sentido, hizo hincapié en que “el verdadero ganador de aquella jornada fue el bipartidismo”, tras lo que atribuyó el retroceso electoral de Vox a que muchos de sus potenciales votantes consideraron que era más útil elegir a los candidatos del PP.

Pero remarcó que, pese a esto, la extrema derecha “se fortaleció en la batalla cultural de la ola conservadora, marcando el discurso a partir del racismo, la xenofobia, el odio o la centralidad de la ‘seguridad’”. Y añadió que “Sumar resiste pese a la pérdida de votos y escaños”, pero a riesgo de convertirse en “una fuerza accesoria al Psoe y pasar a formar parte del nuevo consenso de régimen”.

De este modo, “el escenario de polarización del bipartidismo puede reforzarse aún más si Sánchez no logra transitar de nuevo una mayoría de investidura con el soberanismo y el independentismo, algo que, por ahora, parece difícil”. Y, al respecto, alertó que la detención de Clara Ponsatí y la orden de extradición de Puigdemont, “deben entenderse como un nuevo movimiento del régimen para hacer casi imposible el acuerdo de investidura de Sánchez”.

Por otra parte, CC ratificó el acuerdo político que tiene con Esquerra Republicana de Catalunya, aunque destacó que es preciso avanzar hacia “la construcción de un frente amplio republicano, de izquierdas y antifascista que proteja a las instituciones”, al tiempo que “blinde los derechos sociales y nacionales del pueblo catalán”. Y, en esta dirección, resaltó que “debemos seguir construyendo el frente democrático y social que el país y las clases populares catalanas necesitan”.