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Vie, May
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La Alianza del Atlántico Norte avanza en la adhesión de Armenia, con quien desde el lunes EE.UU. va a llevar a cabo maniobras militares.

A poco de formalizar la incorporación de Finlandia y en pleno proceso de anexión de Suecia, la Alianza del Atlántico Norte ahora avanza en la adhesión de Armenia y, como primer paso, desde el lunes próximo y hasta el 20 de septiembre este país va a llevar a cabo maniobras militares en su territorio junto a EE.UU.

Se trata de los ejercicios denominados Eagle Partner 2023, que de acuerdo al Ministerio de Defensa de Armenia se desarrollarán “en el marco de la preparación para la participación en misiones internacionales de mantenimiento de la paz”, para lo que van a participar casi un centenar de soldados estadounidenses y no menos de 175 efectivos armenios.

El escenario elegido para estos ejercicios no tiene nada de azoroso, ya que tendrán lugar en una zona que los pone a tiro de la frontera con la República Islámica de Irán y también con la de Azarbaiján, país con la que Armenia mantiene un diferendo por Nagorno-Karabaj que hace dos años llevó a un enfrentamiento bélico entre ambas formaciones estatales.

Pero también, merced a estas maniobras militares, Armenia pone a las fuerzas armadas estadounidenses demasiado cerca de la frontera rusa, en el Cáucaso Sur. Y en este punto vale recordar que Rusia es precisamente quien acercó a azeríes y armenios a una mesa de negociación que devino en un acuerdo que puso fin al enfrentamiento armado de 2020, pero también que desde ese preciso momento Washington redobló sus esfuerzos para intervenir en la región, algo que ahora logra con la anuencia armenia.

Otro dato relevante es que estos ejercicios van a realizarse pocos días más tarde de que, el 4 de septiembre, el presidente del Comité de Desarrollo Europeo de la Otan, Gunther Fehlinger, solicitara a Armenia que se uniera a la Alianza Atlántica. Ante esto, por medio de su viceministro de Exteriores, Vahan Kostanyan, Armenia señaló que está dispuesta a cooperar con la Otan y no descartó la entrada a esa organización militar.

Y, como no podía ser de otra manera, todo esto no cayó nada bien en Moscú. “Por supuesto, estas noticias causan preocupación, especialmente en la situación actual”, lamentó el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, y en este sentido indicó que “analizaremos profundamente esta noticia y seguiremos la situación”.

Las cartas que echa sobre la mesa el gobierno armenio son claras, sobre todo, en momentos en que por medio de la Otan, EE.UU. profundiza su apuesta a la zanahoria o el garrote en su afán por aislar a Rusia. A principios de este año, Armenia se negó a albergar ejercicios militares de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, que es la alianza conformada por algunos de los países que integraron la Unión Soviética y amenazó con abandonar ese espacio.

La Organización del Tratado de Seguridad Colectiva es un espacio político-militar clave para la defensa de Europa oriental contra el constante pustch de la Alianza Atlántica, algo que se verificó cuando en enero de 2022, una rápida acción disuasiva de unidades militares de Rusia, Bielorrusia, Armenia, Tayikistán y Kirguistán lograron abortar el golpe de Estado que bajo el formato “Primavera”, se intentaba perpetrar en Kazajistán a instancias de la Otan y con el abierto apoyo de EE.UU. y la Unión Europea.

Pero, fundamentalmente, detrás de este paso que da Armenia cuando no demasiado lejos de sus fronteras la Otan hostiga las fronteras rusas en el Donbass, vuelve a aparecer el persistente sueño de la Alianza Atlántica de construir una franja hostil a Moscú que vaya desde el Báltico al Cáucaso y que sea ideal para establecer un escudo misilístico ofensivo.