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Joseph Biden sostiene que quiere “evitar conflictos” con la República Popular China, pero lo que hace EE.UU. no se parece en nada a lo que señalan sus palabras.

Al dar su discurso en el marco del 78 período ordinario de sesiones de la Asamblea General de la ONU, ayer, el presidente de EE.UU Joseph Biden señaló que su país “gestiona responsablemente” la competencia con la República Popular China (RPCh) “para evitar conflictos”, tras lo que sin ruborizarse sostuvo que Washington “busca un mundo más seguro, más próspero y más equitativo para todas las personas”. Y aseveró que “estamos a favor de reducir riesgos, no disociarnos de China”, así como que “estamos dispuestos a trabajar juntos con China en asuntos en los que el progreso depende de esfuerzos comunes”.

Pero como suele pasar cuando se trata de EE.UU., del dicho al hecho el trecho siempre acaba siendo enorme. Es que mientras Biden dice esto, hace apenas dos meses, la Casa Blanca anunció un paquete de ayuda armamentística a Taiwán por 345 millones de dólares, lo que se suma a los mil millones que ya incluía el Presupuesto 2023.

Por otra parte, desde hace varios meses viene intensificando la construcción de aeródromos en el archipiélago de las Islas Marianas del Norte que están bajo jurisdicción estadounidense. El principal se ubica en la isla Tinián que es desde donde en agosto de 1945, despegaron el Enola Gay y el Bockscar, los dos aviones desde los que EE.UU. arrojó bombas atómicas sobre la población civil de Hiroshima y Nagasaki.

Pero nada de esto parece inquietar al primer ministro de Japón, Fumio Kishida, quien un mes atrás viajó hasta Camp David para reunirse con el presidente de Corea del Sur, Yoon Suk Yeol, y el propio Biden con quienes dejó inaugurada lo que dieron en llamar “una nueva era de cooperación trilateral”, lo que traducido al castellano es algo así como la piedra basal de una Otan para la cuenca Asia-Pacífico que sea capaz de hostigar a Beijínn, pero también a  la República Popular, Democrática de Corea.

Lo acordado en Camp David, pretende completar el cerrojo que la Casa Blanca comenzó a construir el Acuerdo Aukus que busca una mayor coordinación militar entre Australia, Gran Bretaña y EE.UU. en pos de cercar la zona de influencia de la RPCh en la cuenca Asia-Pacífico. Este acuerdo fue definido por Beijín como un riesgo para la seguridad de la región del Indopacífico, algo sobre lo que advirtió el portavoz de su Ministerio de Relaciones Exteriores, Zhao Lijian, cuando indicó que “el pacto muestra cómo estos países utilizan las exportaciones nucleares como herramienta geopolítica” y sin dudarlo tildó al acuerdo como “extremadamente irresponsable”, tras lo que instó a sus actores a “abandonar su mentalidad de guerra fría y hacer más para contribuir a la paz y la estabilidad”.